La directora y sonidista Mercedes Gaviria Jaramillo estrena hoy su ópera prima "Como el cielo después de llover", un documental que mezcla registros de grabaciones familiares con imágenes del detrás de escena de "La mujer del animal", la última película de su padre, el reconocido cineasta colombiano Víctor Gaviria.
"Fue la necesidad de hablar de lo que es convivir con el cine dentro de la casa", sintetizó sobre el espíritu de la película la joven colombiana, radicada en Buenos Aires desde hace más de una década, quien incursionó en la dirección tras cursar estudios de realización en la Universidad del Cine (FUC), donde actualmente es docente de Sonido, y destacarse en ese rubro en producciones como "Las hijas del fuego" (2018), de Albertina Carri, por la que ganó el premio del Bafici por su labor.
Su ópera prima se estrena en Argentina pero ya tuvo su debut en los festivales de cine de Rotterdam, el Doc Fortnight del Museo de Arte Moderno de New York, Documenta Madrid, Visions du Réel (Suiza) y Guanajuato (México), además de recibir premios en Gijón (España), Cali (Colombia) y Mar del Plata.
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El documental, de 70 minutos, tendrá funciones hoy, el 17, 24 y 31 de marzo a las 19 en el Malba, estará durante una semana en el cine Gaumont también desde hoy y en el Espacio Incaa de Madariaga (Buenos Aires) hoy, el 4 y el 9 a las 21 y el 6 a las 18.
También se lo podrá ver en La Banda (Santiago del Estero) en el Teatro Renzi durante una semana desde el 3 a las 18, en el Espacio Incaa de Orán (Salta) del 3 al 6 a las 20, y en varios puntos de Córdoba: Villa Dolores el 17, Villa María el 17 y 20, Berrotarán el 24, Unquillo el 25, Río Cuarto el 26 y en la capital provincial el 19 a las 20.30.
En una entrevista con Télam, la hija del renombrado director de cine colombiano, vinculado al documental y al cine de temática social de su país, conversó sobre su experiencia en Buenos Aires, la relación de su obra con la de su progenitor y las dificultades de utilizar el kilométrico archivo de filmaciones familiares de Víctor Gaviria y sus propios registros para transformarlos en narrativa cinematográfica y debutar como directora.
Télam: ¿Por qué elegiste esta temática para tu primera película?
MGJ: Creo que no la elegí tanto, sino que era una necesidad de hablar un poco de lo que es convivir con el cine dentro de la casa: ser hija de un director de cine obsesionado con sus películas y entender un poco cómo era esa dinámica de los rodajes, los oficios y estar completamente sumergido en proyectos que nunca terminan o tardan muchos años. Cuando fui a estrenar un corto de ficción a Medellín en mis primeros años de estudiante de cine, un crítico y programador de festival me dijo que "no se esperaban eso de la hija de Víctor" y un poco ahí sentí como una especie de mandato que tenía que cumplir, y entonces surgió una necesidad.
T: ¿No esperaban eso en qué sentido?
MGJ: Esperan otra cosa. En todo caso, estaban esperando algo de la hija de Víctor Gaviria, específicamente. Un tipo de cine y de mirada. De alguna manera, eso me sembró una semilla de alerta. Un poco miedo de que iba a tener que dedicarme al cine y a cumplir las expectativas de la gente o entender que el cine es una herramienta mía y va más allá de ser la hija de un cineasta. Como que te igualan.
T: Además, el documental era una buena oportunidad de no desaprovechar tu situación de estar en el medio de rodajes y tener un montón de archivo que venía recolectando tu padre y vos también sobre realización de cine.
MGJ: Parecía que era evidente, a primera vista, que tenía que hacer todo eso. Pero no era tan fácil darle forma a todo ese archivo y entender que ese archivo era el propio cine, en realidad. La certeza de que esas imágenes eran no una acumulación de recuerdos sino una manera de narrar y generar dramaturgias con la vida cotidiana.
T: Cuando volvés a Colombia porque te avisan que empieza el rodaje de la película de tu padre, ¿ya sabías que ibas a hacer esto o solo fuiste a documentar el detrás de escena?
MGJ: No estaba muy segura: estaba generando archivo que no sabía muy bien para qué me iba a servir pero que, evidentemente, después iba a poder montar y hablar de lo que quería hablar, que era ir a hacer una película con Víctor Gaviria después de mucho tiempo de estar esperando ese momento. Así que me dediqué a documentar. Incorporando puntas que intuitivamente sabía que me iban a servir, como las conversaciones por Skype, los mails, mensajes de WhatsApp que íbamos incorporando en todo el proceso. Muchas cosas no quedaron; era ver con qué dispositivos contaba y qué era cinematográfico y qué no.
T: ¿Notaste diferencias entre los procesos de producción en Colombia y en Argentina?
MGJ: Quería confrontar esa tradición de cine colombiano con otra que fui conociendo por estudiar en la FUC, estando cerca de cineastas como Andrés Di Tella, Rodrigo Moreno, Juan Villegas, Albertina Carri o los modos de Mariano Llinás y (su productora) El Pampero haciendo el cine que podían hacer con los modelos de producción que tenían a mano. Después de ver que la gente acá estaba haciendo cine de manera inmediata y en esa vorágine de esa necesidad de hacer y estar trabajando en películas de otros, para mí fue muy importante contagiarme de ese impulso y esa energía vital que es el cine para las personas que lo están haciendo acá. Y que no están sometidas a estructuras de producción más canónicas en las que tardás más en hacer una película y hay que escribir guiones en los que estás seguro de todo lo que vas a filmar, de alguna manera armando paquetes y vendiéndolos para conseguir gente que crea en tus películas. Porque me pasaba que mis películas era algo más deforme, que no entendía bien cómo terminaba o empezaba, que si era una película sobre Víctor Gaviria o sobre mí, o sobre el diálogo entre dos personas que están haciendo cine.
Con información de Télam