Aunque oficialmente los Juegos Olímpicos no cuentan con hinchas entre los presentes, en las sedes de Tokio las delegaciones nacionales han aportado el ruido, sustituyendo a los aficionados imposibilitados de asistir por las restricciones contra el coronavirus.
En el boxeo, eran los tambores de los uzbecos. En el tenis de mesa, el entusiamo de los chinos con sus banderas fue tal que los medios de comunicación japoneses se quejaron de que parecía un partido fuera de casa para el equipo anfitrión.
Técnicamente, no se permite animar por el riesgo de contagio por COVID-19, pero la norma ha sido difícil de aplicar por el cóctel de emociones de la competición olímpica.
Los entrenadores mongoles golpearon los asientos de las gradas de plástico mientras su equipo femenino se enfrentaba en baloncesto 3x3 en el Parque Deportivo Urbano Aomi de Tokio.
Uno de los entrenadores, Tugsjargal Sambuu, dijo que estaban animando en nombre de todos los aficionados que no pudieron asistir.
"Muchos mongoles viven en Japón. Tienen muchas ganas de animar a nuestros equipos", dijo Sambuu. "Tenemos muchos aficionados en Tokio, pero no se permiten espectadores".
La gimnasta rusa Lilia Akhaimova dijo que ella y sus compañeros de equipo hicieron todo lo posible para compensar la ausencia de aficionados.
"Sinceramente, no le prestamos mucha atención porque nos animamos entre nosotras, nos gritamos unas a otras", dijo la joven de 24 años a los periodistas.
El vídeo de la celebración del entrenador australiano de natación, Dean Boxall, se hizo viral después de que Ariarne Titmus obtuviera una asombrosa victoria en los 400 metros libres femeninos.
Los seguidores chinos también se han hecho notar con su algarabía.
En el baloncesto 3x3, agitaron banderas y corearon cuando los equipos contrarios intentaban lanzar tiros libres.
En el encuentro de tenis de mesa del lunes hubo decenas de seguidores chinos presentes cuando la pareja Xu Xin y Liu Shiwen, invencible durante mucho tiempo, fue derrotada por Jun Mizutani y Mima Ito.
En un momento intenso, un aficionado chino se dirigió a la primera fila de la zona de los medios de comunicación y comenzó a gritar los nombres de Xu y Liu.
Los aficionados en casa
El seleccionador japonés, Yosuke Kurashima, afirmó que el equipo está acostumbrado a los estruendosos vítores de los aficionados chinos.
"Normalmente estamos rodeados de decenas de miles y miles de espectadores, y los seguidores chinos ahogan a los nuestros. Así que no nos preocupamos en absoluto por la animación de los chinos. Más bien, intentamos que su animación no supere a la nuestra".
Después de retrasarse un año, los Juegos de Tokio han seguido adelante sin espectadores, una medida sin precedentes diseñada para evitar la multiplicación de los contagios por coronavirus y tranquilizar a un nervioso público japonés que se oponía a su celebración durante la pandemia.
La gimnasta alemana Sarah Voss dijo que está acostumbrada a competir sin espectadores después de haber realizado los preparativos y las clasificaciones sin público.
"Creo que teníamos una gran familia, una gran multitud en casa que nos anima y nosotros nos animábamos a nosotros mismos", dijo.
Las imágenes compartidas en redes sociales mostraban a multitudes, grandes y pequeñas, reunidas en todo el mundo para celebrar a los olímpicos.
En Hong Kong, cientos de personas parecían reunirse en un centro comercial para ver al esgrimista Cheung Ka Long recibir su medalla.
Las imágenes de la cadena NBC mostraron a una multitud de entusiastas aficionados en un gimnasio de una pequeña ciudad de Alaska cuando la nadadora de 17 años Lydia Jacoby ganó los 100 metros braza femeninos.
Sin embargo, en el Nippon Budokan de Tokio, donde se celebra el judo, un representante oficial dijo a Reuters que se estaba cansando de la gente que pide entrar en las gradas.
"Los que siguen pidiéndonos que les dejemos entrar en las gradas son los medios de comunicación y la gente vinculada a los Juegos Olímpicos", dijo, sin autorizar que se lo identificara.
"Empieza a ser un problema".
Con información de Reuters