El gato y la caja: ciencia que te entra

21 de agosto, 2015 | 12.00

Como ya lo dijo el filósofo divulgador Darío Sztajnszrajber en este artículo, la divulgación del conocimiento es, en primer lugar, de carácter político, y segundo, un hecho social por la inclusión. Político porque parte y se desenvuelve entre encuentros de intereses, y hecho social por la inclusión al ser de carácter transformador y habilitante en materia educativa por fuera de la Academia, accesible para todos.

En la democratización de los saberes de las diversas disciplinas hay un denominador común de carácter discursivo e ideológico que tiene que ver con el modo en que se transmite el conocimiento y el interés por humanizar los contenidos de cada disciplina en pos de hacerla tangible y comprensible para todos. En ésta línea, el aporte que hacen El Gato y La Caja (en referencia a el gato de Schrödinger) resulta de vital importancia en la divulgación de los saberes de las ciencias exactas y naturales.

En el marco del Proyecto Poroto que se realiza cada cuatro meses en el Centro Cultural Matienzo se presentaron como colectivo de divulgación científica junto con otros equipos de emprendedores, diseñadores, arquitectos, y cineastas. Si algo se puede le agradecer al advenimiento de la vida digital es la democratización y horizontalidad en cuanto al acceso a la información y el efecto posibilitador que le brinda a universos que quedarían de otro modo relegados a nichos endogámicos restringiendo la difusión de sus actividades al público en general.

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Las redes sociales son la plataforma elegida mediante la cual comunican y comparten sus contenidos llegando a más de 45.000 personas en Facebook y a 12.900 personas en Twitter hoy en día.

gato y la caja
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-¿Quiénes hacen El Gato y La Caja y a qué se dedican?

-El Gato y La Caja es un Proyecto Multiplataforma de Comunicación Científico Cultural (PMCCC para los amigos), que es nuestra forma de decir que no tenemos muy claro qué somos pero sí qué hacemos. Hacer el Gato es generar contenido de comunicación pública de la ciencia para varios medios diferentes, usando una narrativa particular en cada uno de ellos.

Hoy el Gato genera permanentemente contenidos para un sitio web que mezcla ciencia, diseño e ilustración. También contamos con formatos diferentes para hablar de ciencia en redes sociales, incluyendo Twitter, Facebook e Instagram. Además participamos con una columna en radio semanal en ÁCIDO, por radio Vorterix y organizamos eventos culturales de ciencia y arte en vivo. Como nos quedaba tiempo los sábados de 4 a 7 de la mañana, decidimos editar un libro objeto por crowdfunding y ahora somos una editorial increíblemente pequeña con un primer producto que nos enorgullece mucho: el Anuario 2015.

Los socios fundadores del Gato son Facu, Juanma y Pablo. Facu es Facundo Álvarez, biólogo de la UBA especializado en neurofisiología (área en la que intenta doctorarse) con experiencia docente en la misma universidad. Juanma es Juan Manuel Garrido, diseñador gráfico de la UBA, otro con experiencia docente (aunque en Facultad distinta) que además es músico. Y Pablo es Pablo González, es biólogo de la UBA, también, pero especializado en biología molecular (otra vez, otro gato intentando doctorarse), y también con pasado docente en UBA. Medio todo como Facu, pero más alto.

-¿En qué estaban pensando cuando pensaron en El Gato y La Caja?

-En que no éramos músicos pero que eso no nos iba a impedir armar una banda.

-¿Por qué optar por la divulgación científica en lugar de concentrarse en el ámbito académico?

-La respuesta corta es 'porque nos encanta y no podemos no hacerlo', pero esa idea tiene su construcción interna casi coherente.

La ciencia parece aislada del resto de la cultura, y para que las cosas efectivamente sucedan y transformen la realidad de las personas primero les tiene que llegar. Hoy tenemos una cultura científica todavía en formación, con grandes avances en los últimos años pero con mucho espacio para crecer. Nosotros creemos que el pensamiento científico permite que tomemos decisiones más libres y mejores sobre nuestras propias vidas y, al mismo tiempo, nos permite un disfrute de la naturaleza que nace no desde la magia de no entender sino precisamente de lo contrario, de la maravilla de entender que no hay magia sino un universo del que sabemos cada día un poco más.

El investigador científico es una pieza completamente indispensable, pero empujar la frontera de la ignorancia para adelante no es suficiente, sino que tenemos que poblar ese espacio nuevo, y para hacerlo se necesita no solamente generar conocimiento sino compartirlo con tantas personas como sea posible. Y no sólo el conocimiento, sino el proceso mismo de su construcción, que es el método científico.

El Gato es nuestro intento de compartir una forma de ver el mundo que nos regaló la universidad pública y que es tan poderosa y hermosa que cualquiera debería tener la posibilidad de conocerla y, en una de esas, hasta adoptarla.

A eso le sumamos que Argentina tiene una ciencia y una Academia increíble y hermosa, con profesionales de nivel mundial. También tenemos jugadores de fútbol y músicos de nivel mundial. Por alguna razón, sabemos más de los últimos que de los primeros.

En una de esas es hora de elegir entre más opciones a la hora de colgarnos a leer, ver o escuchar algo entretenido y de esa manera alcanzar una masa crítica de personas interesadas por la ciencia, para que el lugar que ocupa en la cultura sea cada vez mayor y más conectado con el resto de los elementos de la misma: cine, música, teatro, fútbol, y todos esos componentes de una típica charla de bar de la que la ciencia no suele ser parte.

-¿Consideran que hay resistencias a la divulgación científica?

-Hay dos niveles distintos de resistencia. Por el lado, humano y social. La comunicación de ciencia entendida como contagio de curiosidad es hermosa y terrible porque te deja básicamente sin respuestas absolutas. Lo que te ofrece son modelos piolas pero siempre mejorables del Universo y una sensación permanente de que hay cosas que no sabemos. Otras formas de pensamiento son más cálidas y cómodas porque tienen respuestas absolutas que ofrecen sosiego para la angustia existencial, cosa que la ciencia no hace ni a recontra palos. Aceptar una forma científica de transitar la finitud te da muchísima magia en el ejercicio de la curiosidad permanente, pero cero palmaditas en la espalda que prometan un significado último de la vida más que esa práctica del asombro y el aprendizaje continuo que, para nosotros, es hermoso e inevitable.

Por el lado social, la ciencia es la herramienta última de resistencia a la autoridad. Las cosas no son ciertas porque las diga alguien sino porque son respaldadas con evidencia y análisis, y pueden ser cuestionadas o reinterpretadas por todos.

Claramente, cualquier estructura de poder se va a nutrir en algún punto de la posibilidad de que alguien imponga su voluntad sobre la de otro, pero eso es mucho más difícil cuando más y mejores ojos observan la evidencia y el análisis y exigen la participación de personas idóneas para la toma de decisiones. Es por esto que entendemos que una sociedad con más acceso al pensamiento científico es una sociedad mejor preparada para tomar decisiones que afecten positivamente la vida de los ciudadanos.

-¿Por qué las ciencias exactas y naturales?

-La ciencia nos llevó de observar la Luna a pisar la Luna en 400 años. ¿Cómo no la vamos a adorar?

-¿Quién(es) los inspiró a hacer lo que hacen? (Si hubiera tal fuente de inspiración).

-A Juanma siempre le gustó la ciencia pero el diseño que acompañaba el material científico al que tenía acceso no estaba bueno. Al mismo tiempo, Pablo y Facu siempre fueron muy interpelados por el arte, pero la pintura no tiene suficiente ciencia como objeto, la ciencia ficción a veces renguea en la ciencia y los estereotipos dominan a la percepción masiva de cómo es un científico.

En algún lugar de todo eso, aparecieron personas que ignoraban la línea entre la una y la otra, y contaban historias que tenían a la ciencia como sujeto que observa el universo o que tomaban la ciencia como objeto del arte. Salvador Dalí, Richard Dawkins, Carl Sagan, Erwin Schrödinger y Richard Feynman (ninguno de los primos) son ejemplos increíbles de científicos haciendo arte o artistas representando ciencia, y ya más cerca, Mike Rugnetta, Michael Stevens, Kurzgesagt o Derek Muller son comunicadores profesionales de ciencia, anfibios con una excelente comprensión de los conceptos subyacentes, pero también talentosisimos en el trabajo de compartir esa información de la mejor manera posible.

De la mano de la curiosidad que para los gatos es casi instintivo, la antropología social, como ciencia social hibridada con las humanidades, recurre a la pregunta antropológica que implica el asombro como vehículo en la práctica científica. Como diría Claude Lévi-Strauss, en la tarea de investigación y divulgación científica se busca ordenar el caos de información que nos rodea (porque siempre aparece de manera caótica, desordenada, y nuestra pulsión es ordenarla y clasificarla para poder comprenderla) en materia de ciencias naturales y exactas desde ese marco teórico, que no deja de ser un universo discursivo, político, científico, y por lo tanto parte del vasto universo simbólico que el hombre ha desarrollado mientras escribe su historia transformando la naturaleza mediante la articulación de una intensa actividad cultural. El pensamiento salvaje al que aduce Lévi-Strauss es la ciencia primitiva, el origen de toda curiosidad orientada a explicar los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor y los integrantes de El Gato y La Caja rinden culto a la ciencia y al acceso a la misma como un derecho que debiera ser universal.