Activistas indígenas entregaron el martes un árbol de jatoba a la embajada de Noruega en Brasilia, buscando el estatus de "refugiado" para el ejemplar en una protesta simbólica contra la destrucción de la selva amazónica de Brasil.
El acto coincidió con la presencia del presidente Jair Bolsonaro en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en un discurso en el que defendió lo que describió como la lucha de su gobierno contra la deforestación de la selva tropical.
La protesta fue organizada por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), que reúne a varios movimientos indígenas.
La jatoba, también conocida como cereza brasileña debido a su madera dura de color burdeos, crece en el Amazonas y otros biomas de América del Sur. La savia del árbol es utilizada con fines medicinales por los pueblos indígenas.
La líder de APIB, Sonia Guajajara, pidió ayuda para salvar el árbol y la selva amazónica, diciendo que Noruega es el único país que ha prohibido la deforestación.
"Hoy la Amazonía se ha convertido en una zona de guerra; el 90% de la deforestación es ilegal", sostuvo la activista, quien pidió un boicot a los productos que contribuyen a la deforestación en Brasil.
Bolsonaro, quien ha presionado para abrir más selva amazónica a la minería y la agricultura, ha sido criticado por una mayor deforestación bajo su gobierno.
En la ONU, el mandatario de extrema derecha se jactó de que las leyes ambientales de Brasil son un modelo para el mundo y prometió acabar con la deforestación ilegal, aunque los grupos ambientalistas recibieron su discurso con escepticismo.
Los empleados de la embajada de Noruega en Brasilia abrieron las puertas al camión de los manifestantes y plantaron el árbol de jatoba en sus terrenos.
Con información de Reuters