Las inconsistencias del plan económico de la dupla Javier Milei-Luis Caputo son tan evidentes que las advierten hasta los economistas del establishment, que quieren que le vaya bien al gobierno liberal-libertario. En esta semana, un par de iniciativas confirman ese temor porque son incompatibles para conseguir un sendero de estabilidad y crecimiento:
- La reducción de las retenciones al complejo agroexportador cuando la recaudación impositiva muestra resultados malísimos: Los ingresos tributarios alcanzaron los 15,6 billones de pesos, lo que implicó una caída de 8,4% real interanual, acumulando cuatro meses consecutivos de pérdida real. A lo que se agrega una reforma que reduce impuestos a sectores de mayor capacidad contributiva.
- La colocación de un título de deuda en dólares en el mercado local a una tasa efectiva de, por lo menos, el 9,0%, según adelantó Caputo. Es un costo de endeudamiento insustentable y solo muestra desesperación por conseguir divisas para cancelar el próximo vencimiento de capital e intereses. Consolida de este modo un círculo vicioso porque con este tipo de emisión no bajará el riesgo país, porque se trata de la colocación de un deudor con elevada posibilidad de caer en default.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Milei apuesta a que los proyectos de ley de reformas presentados en el Congreso para ser tratados en sesiones extraordinarias modifiquen el escenario de estrés económico y financiero. Pero esto no sucederá. No lo dicen economistas críticos de su programa económico, sino que lo señaló Domingo Felipe Cavallo, quien muestra bastante ansiedad para que Milei no fracase, como varios otros vinculados al poder económico.
En su blog, Cavallo escribió: “Salvo el Presupuesto 2026, las reformas estructurales sobre las que se tratará de conseguir consenso en el Congreso Nacional durante los próximos cuatro meses: reforma laboral y reforma impositiva, son ingredientes importantes para apuntalar un proceso sostenido de crecimiento económico, como lo es el ya aprobado régimen de incentivos para grandes inversiones (RIGI), pero no influirán significativamente sobre el nivel de actividad económica y la tasa de inflación en el corto plazo”.
Esta es la clave de la fragilidad del plan de Milei: proyecta una economía de mediano y largo plazo, concentrada y excluyente, sin ocuparse de las inconsistencias de corto plazo, que pueden frustrar la reconfiguración socioeconómica regresiva a la que aspira el establishment empresarial y financiero.
Recuperar a Gramsci para entender la fragilidad de Milei
Esta tensión entre el corto y el largo plazo, o entre la coyuntura y los limitantes estructurales, es abordada en el último informe de coyuntura de Cifra-CTA, elaborado por Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti. Con lucidez analítica indican: “Como plantea Antonio Gramsci en “Cuadernos de la cárcel”, tomo 2 (Biblioteca Era/Universidad Autónoma de Puebla, México), el error en que se cae en los análisis de coyuntura ‘consiste en no saber encontrar la justa relación entre lo que es orgánico y lo que es ocasional: se llega así a exponer como inmediatamente operantes causas que por el contrario son operantes mediatamente, o a afirmar que las causas inmediatas son las únicas causas eficientes…’. Vale la pena recuperar esta reflexión para no soslayar los elementos orgánicos o estructurales en la caracterización de la coyuntura, toda vez que independientemente de los vaivenes de la coyuntura lo que se tiende a imponer en la economía argentina –con mayor o menor intensidad según las etapas– es el factor estructural: la irresuelta crisis de deuda que le pone límites estrechos a la recuperación de la actividad y a la propia sostenibilidad del régimen económico que instauró el gobierno de Milei”.
La víctima inmediata es la industria y sus trabajadores
La Confederación de Sindicatos Industriales, conformada por 36 organizaciones gremiales que totalizan 895.444 trabajadores afiliados, presentó el último reporte sectorial. Los resultados son de una coyuntura dramática, peores por la continuidad y profundidad que la registrada en la pandemia. El informe sobre el estado de situación de los sectores industrial, de la construcción y minería es contundente.
Existe una fuerte destrucción de empleo y empresas: los datos generales muestran un panorama crítico, con 138.573 empleos registrados menos en el sector privado. De ese total, 42.406 casos corresponden a la industria y si se suman minería y construcción, la pérdida asciende a 111.747 puestos, es decir, el 80% del total de los casos. Entre las empresas, hubo 1.974 casos de cierre en el sector industrial y 1.790 casos en el sector de la construcción. La minería tuvo un leve repunte de 17 casos, que no se reflejan en una mejora de puestos.
La actividad industrial continúa cayendo: 7,5 de cada 10 sindicatos informan que, en el último trimestre, la situación general empeoró. La desmejora, en el caso de las ventas y la producción, alcanza aproximadamente al 60% de los casos. Respecto al uso de capacidad instalada, la encuesta releva que, en el último trimestre, empeoró en el 50% de los casos y se mantuvo en los mismos niveles en la otra mitad.
La inversión y las exportaciones no mejoran: al igual que el mes anterior, solo el 12,5% de los encuestados sostuvo que mejoró la inversión. En el caso de las exportaciones, nadie indicó una mejora en este último relevamiento y, peor aún, el 62,5% sostuvo que cayeron las exportaciones respecto al trimestre anterior (duplicando el dato de agosto 2025).
Se profundizan las señales de ajuste laboral: en el último trimestre, se incrementaron los adelantos de vacaciones (54,1%), los retiros voluntarios (50,0%) y las jubilaciones anticipadas (41,7%) y se mantuvieron elevadas la reducción de horas extras (45,8%) y suspensiones (45,9%).
Los acuerdos paritarios se dividen entre los que pierden contra la inflación (1 de cada 3) y los que logran empatar contra la inflación (60%). Muy pocos superan la pauta inflacionaria (4%). Casi todos reconocen dificultades para negociar, fundamentalmente por la falta de previsibilidad, la demora en la homologación de acuerdos y la resistencia empresarial. El periodo de negociación paritaria se encuentra particularmente fraccionado: mensual, bimestral, trimestral y cuatrimestral se reparten casi el total de los casos.
Respecto a la percepción económica, el 86,4% de los sindicatos prevé un empeoramiento en el próximo trimestre y ninguno espera mejoras. El dato es similar al del mes de agosto, y superior al de junio, de 70,4%. ¿Las causas? Pérdida del poder adquisitivo (37,5%), el acuerdo con el FMI (25%), la apertura importadora (25%;), que duplicó el valor en relación a agosto, y la caída de exportaciones (8,3%) aparecen como las principales razones que afectarían la actividad hacia adelante.
El laberinto estructural: la deuda externa y la falta de dólares
Mientras la coyuntura del plan de Milei arrasa con un entramado socioproductivo estratégico para el desarrollo económico, aparece cada vez con más nitidez la debilidad estructural del programa liberal-libertario. Esto queda en evidencia en la desesperación de Caputo para conseguir dólares para los próximos vencimientos de deuda, mientras no acumula reservas internacionales en el Banco Central por miedo a un salto inflacionario por la mayor presión sobre la paridad cambiaria.
El reporte de Cifra-CTA ofrece un detallado panorama de esta situación crítica. Explica que el gobierno de Milei tiende a agravar la crisis de deuda incubada por Macri en el marco de su intento frustrado de impulsar un ciclo de valorización financiera. Con la llegada de los prestamistas de “última instancia”, primero el FMI y luego el Tesoro de Estados Unidos, la deuda externa pública aumentó en casi 21.000 millones de dólares en un solo trimestre.
Indica que de este modo el stock de deuda externa pública alcanza el récord de 197.500 millones de dólares con dos agravantes decisivos: casi la mitad está en manos de organismos internacionales de crédito y es una deuda de muy corto plazo. En el próximo año y medio vencen 47.826 millones de dólares en concepto de capital e interés de la deuda externa pública. Si se suman los compromisos de la deuda externa privada, los vencimientos totales de la deuda externa superan los 57.000 millones de dólares en los próximos 18 meses. El informe de Manzanelli y Amoretti advierte que la gravedad de la situación se aprecia al considerar que:
- El superávit comercial fue de apenas 6.800 millones de dólares en los primeros diez meses del año.
- El déficit de servicios fue de 9.600 millones de dólares en ese período.
- La formación de activos externos acumuló 32.500 millones desde que se flexibilizó el control cambiario (es decir, en apenas seis meses y medio).
- Las reservas netas, descontados los desembolsos del FMI y bajo su metodología, se ubican en -15.300 millones de dólares al 30 de noviembre de 2025 y con tendencia declinante.
Para concluir que a pesar de los importantes salvatajes que mitigaron el impacto de las turbulencias cambiarias en el ritmo inflacionario y en la economía real, la economía ingresó en una fase de estancamiento a partir de febrero de 2025. Aun contemplando las revisiones del Indec, el nivel de actividad aumentó solo 0,2% entre febrero y septiembre de 2025.
Un experimento al borde
El experimento liberal-libertario se sostiene, por ahora, en una combinación delicada: endeudamiento externo de corto plazo, salvatajes del FMI y del Tesoro de Estados Unidos, destrucción del entramado productivo y deterioro acelerado de las condiciones de vida de la mayoría. Es un equilibrio inestable que no resuelve ninguno de los nudos estructurales de la economía y, al mismo tiempo, erosiona la base material sobre la que podría apoyarse cualquier recuperación futura.
En ese marco, las reformas que Milei presenta como un salto al “largo plazo” —régimen para grandes inversiones, baja de impuestos a sectores de alta rentabilidad, flexibilización laboral— operan como piezas de un proyecto de reconfiguración regresiva de la economía. No están pensadas para robustecer el mercado interno ni la capacidad exportadora industrial, sino para asegurar rentas a sectores muy específicos en un contexto de estancamiento y deuda crecientes.
La lectura gramsciana sirve también para este punto: un bloque de poder que sólo puede ofrecer ajuste, endeudamiento caro y destrucción de empleo como horizonte pierde capacidad de construir hegemonía duradera. Puede disciplinar por un tiempo a fuerza de recesión, represión simbólica y blindaje mediático, pero no puede garantizar estabilidad cuando la deuda, la fuga de capitales y la caída de la producción señalan en dirección contraria.
Por eso, la fragilidad del plan Milei-Caputo no es sólo social y productiva; es también política. Un programa que se apoya en la recesión, la pérdida de derechos laborales, el retroceso salarial y un endeudamiento externo explosivo para sostenerse termina chocando con sus propios límites.
