Escritora, educadora y promotora cultural, Graciela Bialet es una participante con asistencia casi completa durante los 20 años del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, a donde este año llegó para compartir una mesa como especialista en temas de lectura, mientras que en su faceta de escritora visitó escuelas con niñas y niños que la esperaron con sus libros leídos y, sobre todo, con muchas preguntas.
Bialet es autora de "Los sapos de la memoria", "El jamón del sánguche", "Cuando los grillos grillan", "Metamorfosis" y montones de libros más. Cordobesa y más urbana que "un semáforo", como se define simpáticamente, esta cordobesa de la "generación diezmada" fue maestra de nivel primario, durante una década dirigió la Biblioteca Provincial de Maestros, publicó numerosos textos pedagógicos, fue coordinadora del plan de lecturas de Córdoba y luego quedó al frente del Plan Nacional de Lecturas de la región 2, del centro.
En los más de 20 años que lleva el Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura en Resistencia, cuando no era la ciudad que es hoy, Bialet faltó solo una vez: "Hace 27 años este era un pueblo con diez cuadras asfaltadas. Yo no conocía pueblos del interior del Córdoba en estas condiciones, donde se te arremolinaban niños a pedirte monedas o niñas que se prostituían en la plaza. Pero Mempo, que sabe pensar a largo plazo, tenía la seguridad de que la lectura y la educación son el cambio posible. Y cuando ves a lo largo del tiempo te das cuenta que la cultura es lo que redime. Es la confirmación que la lectura y la cultura abren puertas".
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Este año, Bialet participó en una mesa plenaria sobre saberes en diálogo y visitó dos escuelas. Por primera vez le tocó una intercultural de la comunidad qom, en Fontana, en las afueras de Resistencia, una localidad de cien mil habitantes. Niños y niñas de primaria y jóvenes de secundaria la recibieron de brazos abiertos en una espacio de construcción bioecológica que hicieron a partir de paja, barro, aserrín. En la biblioteca que acompaña el espacio que le dedicaron, la esperaban también los libros que leyeron de ella.
"¿Cuándo te diste cuenta que querías ser escritora?", "¿Cómo te inspiras?" preguntaban tímidamente al principio, con confianza a medida que Bialet los convocaba a la charla. "La inspiración no existe, lo que existe es el trabajo", respondía ella. En ese encuentro cálido, con el calor poderoso que asoma a las dos de la tarde en el cielo despejado de la primavera que se adelanta en el Chaco, Bialet les confió un secreto: "Las historias crecen en la cabeza, crecen, crecen, y después llegan al papel". En un intercambio divertido y conmovedor porque la escritora habló de la dictadura y de sus compañeros asesinados, también les pidió conocerlos, saber de su cultura, sus abuelos. Le cantaron dos canciones en lengua qom y le contaron leyendas, como una de una mujer carnívora.
-Télam: La lectura como derecho y no como imperativo ¿cómo es ese desafío?
-Graciela Bialet: La escuela está para enseñar, la escuela no está para negociar qué se te da la gana hacer. Su meta fundacional es la enseñanza y la primera es la de leer y escribir. En ese orden. Porque leer te permite comprender mucha realidad, te permite no creer en los espejitos de colores, como dice Mempo.
Hoy, la agenda a los pibes se la pone TikTok. Una agenda hueca, vacía, sin contenido. Yo creo que hay que participar del TikTok pero poniéndole contenido. Hay que llegar a los chicos. Porque el problema es que si la agenda de contenidos éticos, históricos, de vida, no los ponen los padres o los profesores en las escuelas, los ponen los medios. Y los medios están cooptados para vender. Y para vender hay que mentir y hacerte sentir que estás insatisfecho. En cambio, la lectura te permite pensar en lo que tenés: la vida. Leer te permite pensar sobre eso y no pasar la vida gastándola en el consumo, en el chiquitaje.
-T: ¿Y qué otras activaciones se ponen en juego cuando leemos?
-G.B: Cuando uno lee amplia los repertorios, el diccionario, los repertorios temáticos, emocionales, empáticos. Te convoca a un entrenamiento mental de muchas versiones, no hay una sola versión. La lectura dinamiza la motivación y te saca del lugar de pasividad. Leer es una gimnasia intelectual. Ahora, no porque cuando veas televisión o redes seas pasivo, estás siendo activo en la recepción pero el mensaje es acotado. En cambio, en la literatura el mensaje es un arcoíris que tenés que dotar de significación y color.
-T: ¿Fue cambiando tu mirada sobre lo que es una lectora o un lector en tantos años de trabajo en el tema?
-G.B: Hay distintos tipos de lectura. La lectura no es la contracara de la escritura. Cuando uno escucha música está leyendo un paisaje musical que interpreta. La lectura es interpretar. Todo lo que se interpreta pictóricamente, visualmente, es también un modo de leer. Los modos de leer han ido acompañando la evolución humana y tecnológica. Hoy suceden cosas buenas con la tecnología, como la escritura comunicacional que antes no existía, sólo era una actividad escolarizada o universitaria. Hoy se ha convertido en un modo central y es una gran cosa. Esa escritura y esa lectura también tienen sus propios criterios: es acotada, unidireccional, es difícil poner en común si el otro no entiende tu código. Leer textos en los que se involucre un diccionario temático, de contenido, requiere de lectura de texto. Siempre lo han requerido, desde la oralidad porque la literatura nació de lo oral. Son distintos modos de lectura.
-T: ¿Y cómo interviene la imaginación?
-G.B: La lectura si o si aprieta el botón de la imaginación. Cuando leés entendés el contexto. Por eso hoy, que pensamos tanto en términos de corrección política, es necesario volver sobre la idea de que ningún texto puede ser leído por fuera del contexto de producción. Y en todo caso, leerlo y después debatirlo. Ahí está la poesía para abrir la puerta y que vos cargues desde tus emociones. La lectura te permite imaginar, no hacer lo que hacen la fakenews que recortan pedacitos y producen mensajes mentirosos. El texto te abre la puerta para que vos interpretes desde un lugar donde hay muchas cosas. Eso alienta la imaginación, no puede funcionar sin ella. El arte y la literatura son instrumentos creados para dar cuenta de esto que no podemos evitar y es nuestro pensamiento lateral, que es el pensamiento donde todo es posible. Como Da Vinci que dibujaba máquinas de volar cuando sólo le estaba permitido a los ángeles. El arte motiva al conocimiento.
Con información de Télam