En la actualidad, el mundo sufre un desfasaje entre la disponibilidad de recursos financieros a baja tasa de interés y el crecimiento económico que la acompaña, caracterizado por una fuerte debilidad.
En el lustro 2009-2014, que siguió al crack financiero de 2008, las economías desarrolladas languidecen en escenarios defrágilrecuperación mientras las tasas de crecimiento del PIB de las emergentes se han desacelerado. Esta situación ocurre a pesar de políticas monetarias expansivas que han derrumbado las tasas de interés en las principales plazas financieras del mundo.
El programa de "facilidades cuantitativas" seguido por la Reserva Federal (FED), dotó de liquidez al sistema financiero impidiendo su cesación de pagos y apuesta a superar la crisis manteniendo una tasa de interés negativa respecto del nivel de inflación de los EEUU, como medio de licuar lentamente el abultado endeudamiento de empresas y familias norteamericanas. La recuperación de la demanda está acotada entonces al volumen de deuda susceptible de ser diluido año tras año.
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El Banco Central Europeo (BCE), con más cautela, indujo operaciones de mercado abierto con títulos de deuda soberana a tasas muy reducidas, para reestructurar la deuda pública de los países de la Europa mediterránea y del Este, a fin de preservar la solvencia de los bancos alemanes, austríacos y suizos, fuertemente comprometidos con esas carteras. Estas reestructuraciones vienen acompañadas de programas de ajuste muy dolorosos, que limitan el crecimiento europeo.
Por último, la economía japonesa,durante años ha sostenido tasas de interés muy bajasy durante el primer semestre de este año la actividad económica ha decrecido.
Estos datos de la realidad han demostrado que las políticas monetarias pos-crisis implementadas por el primer mundo protegen a los bancos pero no recuperan la demanda efectiva. Es así como ingentes masas de recursos líquidos sobrevuelanimplacables el orbe en busca de opciones más rentables.
Afortunadamente, a diferencia de lo ocurrido enlas décadas de 1970 y 1990, no aparecen en las economías menos desarrolladasdirigentes políticosproclives a iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento "aprovechando la oportunidad de recursos financieros baratos", tal como recomiendan analistas vernáculos.
La prudencia frente al mercado financiero internacional atraviesa a los países emergentes, en parte por el recuerdo de las duras experiencias del pasado infligidas por "crisis de deuda" recurrentes, y también por el cambio cuantitativo operado en la demanda mundial de productos.
El tamaño de las economías de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) representan un 30% de la demanda global, guarismo que hace 25 años, al fin de la guerra fría, no alcanzaba el 10%. Este peso específico les permite erigirse como un bloque alternativo al conformado por los países centrales, a la hora de discutir el rumbo planetario, en foros como la reciente cumbre del G-20, celebrada en Brisbane, Australia.
Al existir capacidad de demanda en estos países, orientada especialmente hacia productos masivos, dada la reciente incorporación de ciudadanos al rol de consumidores, se garantiza un flujo de divisas genuino hacia las naciones emergentes que le resta relevancia a la necesidad de tomar deuda para financiar la expansión de sus economías. Este factor ha incidido decisivamente el posicionamiento de las economías de menor tamaño frente a las "oportunidades financieras".
Es real que la ausencia de políticas de recuperación de la demanda efectiva en EEUU, Europa y Japón, ha limitado el crecimiento económico del resto del mundo, pero no es menos cierto que esa traba no se remueve para las economías de menor porte tomando deuda en forma masiva, más allá de aquelladestinada a zanjar algunas necesidades puntuales.
Este cuadro de tendencia al estancamiento de la economía mundial fue motivo de controversia en la ya citada cumbre del G-20 en Australia. Para los decisores de las naciones desarrolladas, la salida de la crisis se sustenta en sus políticas de equilibrio macroeconómico pro-mercado, impulsando una nueva era de acumulación de capital a expensas de la fuerza laboral y, a más largo plazo, del descenso estructural del precio de los insumos difundidos mundiales, como alimentos, energía y minerales.
Un recorrido alternativo al anteriorsería impulsar la destrucción del capital financiero, esto es, reestructurar deuda con quita tal como lo hiciera Argentina, y expandir la demanda con políticas fiscales potentes lo que aumentaría aún más el precio de los commodities. Nada de ello está en sus planes.
En cambio, los BRICS y la Argentina, pujan por instalar un esquema de demanda intra-emergentes, que expanda el intercambio y los medios para financiarlo, por fuera de las restricciones impuestas por el mundo desarrollado.
En este conflicto de intereses sobre cómo impulsar el desarrollo de la economía mundial, a partir de visiones con eje en la rentabilidad del capital,para algunos, en la sustentabilidad y equidad del sistema, para otros, se ha inscripto el respaldo brindado en el foro a la posición de nuestro país frente a la agresión financiera de los "fondos buitres".