Los salarios de la vergüenza y del hambre del fútbol de hoy

En un fútbol que se resquebraja por donde más duele arremete un capitalismo desbocado que ha disparado los contrastes y las desigualdades. De los 105 millones de dólares de Cristiano Ronaldo a los 40.000 pesos mensuales de Diego Aguirre, delantero de Cipolletti, hay un abismo de desolación, una épica del desamparo. Es la miseria moral que nos asiste. 

20 de junio, 2021 | 00.05

“Para hacerse rico hay que levantarse temprano, trabajar hasta muy 
            tarde, y encontrar petróleo. Sin petróleo, no te levantes de la cama.”
                                            Rockefeller, New York Journal , 1927

Nuestro verdadero equipaje son las emociones, las ideas, lo que sabemos, lo que hemos leído, soñado, deseado, nuestras pasiones, nuestros sentimientos, y también los placeres que nos hemos otorgado. Somos el tiempo que nos queda. Chispazos, sabores, texturas, sonidos, y la “mezcla” como parte esencial de nuestra cultura latina. Descubrir el poder curativo del contacto, piel con piel; la vida en la calle, pasear con las manos entrelazadas, codo con codo, el baile, el abrazo, las ágoras, las plazas. Vivir en un constante repertorio de cercanías. “Buscamos la felicidad pero sin saber donde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”, decía Voltaire. No siempre comprendemos cuanta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.

De los 105 millones de dólares de ingresos al año de Cristiano Ronaldo a los 40.000 pesos al mes del futbolista neuquino de Cipolleti, Diego Aguirre, hay un abismo de desolación, una épica del desamparo. “Mi felicidad es esto: el fútbol. Es mi sueño. Un sueño caro. Un sueño de 40.000 pesos al mes. Un sueño que no me permite tener otro trabajo”. Hace un año este cronista entrevistaba al jugador en plena pandemia, con el fútbol suspendido y un sueldo de 25.000 pesos al mes. Hoy Aguirre ha recuperado los entrenamientos y se manifiesta más optimista: “Nos hemos colgado de la punta del campeonato y estamos ilusionados. Renové contrato y he mejorado un poco mi salario”, nos expresa desde la distancia. Qué grandeza encierra este fútbol humilde, vagabundo, “cartonero”. Este fútbol construido en los abismos de las espaldas del mundo, que se ha quedado a oscuras, sin luz propia,  ante un “hermano” mayor, tan “cool”, tan “vip”, tan “premium”: mega, hiper, supra. Un fútbol “like” que nos abrasa desde la nueva modernidad.

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El informe anual de la revista Forbes acaba de publicar los ingresos más importantes de las estrellas del fútbol internacional. El primer lugar lo ocupa Cristiano Ronaldo, con 105 millones dólares; seguido de Messi con 103 millones; y Neymar con 95 millones. La suma de las tres fortunas del tridente millonario abonarían los sueldos de los 3.800 jugadores de las cinco Ligas Nacionales del fútbol argentino y sobraría dinero. La publicación desvela la fortuna personal del portugués, valorada en 1.400 millones de dólares. Es el tiempo que nos toca vivir.

La extravagancia obscena de la riqueza desmedida en este deporte se pone en evidencia con la valoración del City Football Group, dueño del Manchester City de Guardiola, estimada en 4.500 millones de dólares por la agencia de análisis Deloitte. El grupo perteneciente al Abu Dhabi United Group for Development and Investment, holding inversor de los Emiratos Árabes Unidos, conforma un conglomerado opaco sostenido en las nuevas figuras de los clubs-Estados: espacios teatrales de inexistente actividad social y de muy poca integración con el entorno urbano. La agencia menciona el gran olfato financiero del magnate californiano Egon Durban por la compra -hace unos años- de un importante paquete de acciones del grupo, estimado en 500 millones de dólares. Hoy ha multiplicado por dos la inversión. Imágenes de una cultura de masas distorsionada por espejos deformantes, por inversores multimillonarios ociosos, necesitados de distracción, de nuevos “business”, como la actual “pelotita neoliberal”. 

Los lugares distópicos con notas de realismo mágico se repiten. Del exclusivo “club” de las diez transferencias que traspasaron la cifra simbólica de los 100 millones de euros solo queda un páramo de extravagancia y de fracaso. Una burbuja programada que explotó desde la insolencia de una riqueza desmedida donde quedaron atrapados unos fichajes que al día de hoy cotizan muy por debajo de su precio de compra. Tan sólo Mbappé resiste la borrachera al borde del acantilado. Dembélé, Coutinho, Griezmann, Hazard, Joao Félix, Gareth Bale, Pogba, Cristiano Ronaldo y Neymar completan el “club private” del descalabro de este fútbol sostenido en la arrogancia financiera. Cosas de ricos. Cosas de jeques, fondos de inversión, bolsa, magnates, fondos soberanos, intermediarios, ex políticos, paraísos fiscales, multinacionales, todos juntos, aquí y ahora, hincando el diente a una presa herida, como mastines negros hambrientos de un capitalismo desbocado. Para cuando la curación del mundo.

En un fútbol que se resquebraja por donde más duele, las desigualdades se han acrecentado como nunca en la historia de este deporte. Silvere Ganvoula, delantero congoleño de 24 años del Raja de Casablanca de Marruecos, declaraba al portal Pro Football Preference que antes de saltar al fútbol marroquí jugaba prácticamente gratis en la selección de fútbol del Congo, equipo con un palmarés en la Copa Africana de Naciones. Hay otros mundos que no se nombran, del que no se habla, donde el silencio se alimenta de expectativas suspendidas, arrasadas. “El sueldo medio de un futbolista de primera división en El Salvador ronda los 1.500 dólares por mes. Alguna figura esporádica puede llegar a los 4.000 dólares. En segunda división el salario medio es de 250 dólares, una miseria. Todos los equipos tienen problemas de pago”, manifiesta un importante ex jugador argentino residente hasta hace muy poco en el país. Al otro lado del mundo, en el fútbol de “oración” más opaco y extravagante del planeta, “los países con mejores salarios son Qatar, Arabia Saudí y Emiratos. El salario de un jugador medio saudí, en un equipo de mitad de tabla, ronda los 4.000 dólares por mes. La otra cara de la moneda es Irán. El que menos paga de la zona. Un jugador iraní, de un equipo medio, ronda los 1.500 dólares mensuales. El país vive de forma muy intensa todo lo futbolístico, pero su mercado tiene muchas limitaciones”, afirma un afamado ex jugador argentino conocedor de la realidad persa y saudí, con mucho años de trabajo en Oriente Medio que prefiere mantener el anonimato. 

“En el fútbol colombiano reina una amplia clase media que va de los 2.000 a 6.000 dólares por mes. En segunda división los salarios no superan los 800 dólares. Tan solo un trío de jugadores pueden alcanzar los 60.000 dólares-mes”, matiza Cristhian Solano, periodista deportivo de RCN Radio Colombia. “En Perú las infraestructuras deportivas son muy precarias. Todo se hace con mucho esfuerzo, con mucha voluntad. La mayor parte del fútbol federado vive en condiciones muy precarias. El fútbol infantil y juvenil sobreviven como pueden. Un jugador de primera división ronda los 2.500 euros. Alguna figura importante puede alcanzar los 12.0000 dólares al mes”, reconoce un ex jugador argentino, actualmente activo en el fútbol peruano. En Brasil oscila una horquilla de 200.000 a 300.000 dólares de ingreso al año de un futbolista medio de primera división. Los equipos “paulistas” pagan mejor que los del sur del país. Las figuras destacadas superan el millón de dólares.

Todas las fuentes consultadas coinciden en que el jugador argentino vive obsesionado con el salto al fútbol internacional. La “paranoia” viene acompañada por el tipo de cambio y los salarios en dólares. “Establecer ganancias en el fútbol argentino y realizar comparativas con el mercado exterior resulta complicado por la inestabilidad del cambio de divisa. En Boca se pasó de contratos dolarizados a contratos en dólares pasados a pesos, con topes en el tipo de cambio. También existen parámetros de ajustes como la cuota social: si aumenta, aumentan los ingresos. El contrato medio del equipo titular promedia los 650.000 dólares al año. Un solo jugador supera el millón de dólares”, manifiesta un ex jugador de la entidad muy relacionado con la actividad institucional. Argentinos Juniors copió la modalidad europea de salarios fijos con objetivos. El fijo ronda los 400.000 pesos por mes y los objetivos se pueden duplicar en un máximo de 800.000 pesos.  El presupuesto del fútbol profesional de Atlanta es de 3 millones de pesos por mes, más uno de logística. La entidad recibió 2 millones de pesos mensuales por derechos televisivos, y 750.000 más por “sponsorización”. El sueldo medio del plantel está en unos 100.000 pesos mensuales.

Los derechos televisivos se han transformado en la “vacuna vip” del fútbol argentino. El año pasado Boca recibió de la televisión 74.348.451 pesos; River 73.336.908 ; Independiente 52.094.493; Racing 40.461.742; San Lorenzo 36.415.568 y Vélez 31.357.850. Del puesto 14 al 26,  los equipos recibieron entre 10 y 11 millones de pesos. 

Es difícil mirarse hoy en el “espejito, espejito” de Blancanieves, sin trampas, sin filtros, con todas nuestras fragilidades a cuestas. El fútbol con toda su caprichosa exuberancia y su inapreciable complejidad, con toda su resistencia numantina a la penetración intelectual, alberga en su seno una lógica simple y profunda: el arte de emocionar desde la pobreza o la riqueza más absoluta. Es el graznido de un hechizo. 

Diego Aguirre seguirá construyendo su sueño desde su querido Cipoletti. Siendo el novelista de su fútbol, que no da de comer, da solo para merendar. Un fútbol humilde, de potreros cansados, de caños de pan duro, con su ego al pie, controlado. El mejor lugar para refugiarse de una pasión que le consume las entrañas. Hace tiempo que se estampó con tinta china un tatuaje en el cerebro: “De la pobreza viene mi alegría”. Lo sabe. Quiere vivir así, con la sabiduría de vivir con poco. Aunque sea el fin de la inocencia.
  

(*) José Luis Lanao, periodista y ex jugador de Vélez, Unión, clubes de España, y campeón Mundial Tokio 1979. Ex columnista del grupo multimedia español Vocento y Cadena radial COPE.