En 2025, el mundo de los navegadores web parece haber entrado en una nueva etapa marcada por una obsesión compartida: integrar inteligencia artificial en cada rincón de la experiencia de navegación. Lo que hace apenas un par de años eran funciones experimentales o asistentes opcionales, hoy se consolidó como un eje central del diseño. El cambio fue tan rápido que, actualmente, resulta llamativo encontrar un navegador moderno que ofrezca una experiencia completamente libre de IA.
Esta tendencia redefine qué se entiende por “navegador actual”. Para una parte importante de la industria, un producto competitivo ya no solo sirve para abrir páginas web, sino también para asistir, anticipar acciones y ejecutar tareas complejas. Sin embargo, este avance no entusiasma a todos por igual: usuarios que priorizan la privacidad, el control de sus datos o simplemente prefieren una experiencia más simple ven cómo sus opciones se reducen año a año.
Navegadores con IA: la nueva norma
Los lanzamientos más relevantes del último tiempo giran en torno a capacidades “agénticas”. Ejemplos claros son ChatGPT Atlas, de OpenAI, y Comet, de Perplexity, navegadores diseñados desde cero con la IA como motor principal. Estas plataformas no solo buscan información, sino que pueden reservar turnos, comparar precios o resumir investigaciones de manera automática.
A la par, navegadores ya consolidados profundizaron esta integración. Microsoft Edge impulsa Copilot, Opera apuesta por Aria y Arc reorganizó su interfaz con funciones Max que priorizan la interacción conversacional. Incluso Brave, históricamente asociado a la privacidad, incorporó su propio asistente de IA bajo un modelo que promete anonimato. En la misma línea, Mozilla anunció que Firefox avanzará hacia un enfoque centrado en IA, una decisión que generó ruido entre sus usuarios más tradicionales.
¿Existen navegadores sin inteligencia artificial?
Frente a este panorama, las alternativas que resisten la integración nativa de IA son pocas y muy específicas. Proyectos como LibreWolf (derivado de Firefox) o Ungoogled Chromium eliminan telemetría y funciones de recolección de datos, ofreciendo una navegación “pura”, aunque a costa de mayor complejidad técnica.
Vivaldi también se desmarca: sus desarrolladores aseguraron que no integrarán modelos de lenguaje en funciones clave hasta que la tecnología sea más confiable, citando riesgos de privacidad, derechos de autor y errores de los LLM. Por otro lado, Tor Browser y Mullvad Browser representan el estándar más alto de anonimato, evitando cualquier tipo de IA porque su funcionamiento requiere procesar datos, algo incompatible con su filosofía.
Si bien algunos navegadores permiten desactivar manualmente estas funciones, la realidad es que la experiencia clásica de navegar la web sin asistentes inteligentes parece estar en retirada. Aun así, siempre habrá opciones de nicho para quienes quieran interactuar con internet a su manera, aunque cada vez requieran un poco más de esfuerzo.
