El año electoral empezó a mostrar la cabeza sin ninguna timidez. Javier Milei encabezará el acto lanzamiento de su fuerza política y empezará a desplegarse, con más énfasis, la estrategia acuerdista entre los distintos espacios. Los partidos parecieron perder terreno a la hora de pensar una línea unificada, por lo que no sería de extrañar una rueda de negociaciones entre dirigentes, mano a mano. Al menos así lo quiere hacer La Libertad Avanza, mientras que el PRO de Mauricio Macri tantea el terreno, busca imponerse en los distritos propios y analiza alianzas locales.
El ex presidente quiere llegar a un acuerdo con LLA, donde se pueda. Planea esperar la propuesta del gobierno en aquellos distritos clave, pero quiere imponer la suya en los territorios propios. Para el macrismo, los goberadores no van a saltar del barco ni se van a casar con una inmanejable Libertad Avanza. El oficialismo nacional apareció como imposible pero, además, los jefes provinciales no vieron conveniente romper los frentes electorales distritales.
Hasta ahora, la dirigencia que mira con buenos ojos a Milei no tomó la decisión de pasar de una estructura partidaria a otra. Un referente amarillo, línea M, lo graficó claramente: de migrar, se verían sometidos a los vaivenes emocionales del presidente, pudiendo quedar sin trabajo en cuestión de segundos y sin la posibilidad de volver a la fuerza política que traicionaron con su abandono. En esa linea, el asado en Olivos, el martes, sólo fue uno de cinco radicales amigables con el jefe de Estado.
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Al menos dos de ese grupo de radicales, Mariano Campero y Luis Picat, son cercanos a Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad fue clave para acercar voluntades de este tipo y darle a Milei la posibilidad del tercio de los votos en Diputados. La funcionaria, junto al jefe de Estado, ostenta una de las mejores imágenes positivas del gobierno.
Su figura suena como una de las grandes posibilidades electorales para Milei en la Ciudad, aunque ella todavía no esté tan convencida. Mauricio no quiere, al menos hoy, acordar en la CABA sino competir y hacer valer su poderío, además de la historia. El PRO nunca perdió una elección en ese distrito desde que es gobierno, por lo que será todo un desafío. Cerca del armado del presidente consideran que lo mejor que podría hacer el partido amarillo es pactar.
"El PRO es la UCR del 2015", dijo una fuente que leyó que el macrismo ya no tiene chances de imponerse. Más bien, puede formar parte de un armado más amplio, al que otros llegaron antes.
Milei y Bullrich van por las cabezas de la Ciudad y de Buenos Aires. Eso implicaría desplazar al macrismo de los lugares más cómodos, importantes y simbólicos de las listas. Según está lógica, el PRO debería esperar a que La Libertad Avanza primero y el PRO de Bullrich después se repartan los renglones para empezar a negociar. En la provincia, Macri quiere esperar a que el gobierno haga su propuesta para terminar de definir su posición.
La conduccion del PRO bonaernse se reunió con intendentes para empezar a plantear el escenario. "Encuentros cafeteros", chicaneó una fuente aliada del gobierno. Con o sin coalición con La Libertad Avanza, el macrismo va a competir. En la oposición son conscientes de que Axel Kicillof sostiene una muy buena imagen positiva, por lo que es una figura difícil.
Para ganarle al gobernador, necesitan unidad. Según dijo una fuente bullrichista, incluso con el radicalismo. Por supuesto, con todo el PRO. Macri también tiene esa intención, pero mucho dependerá de la oferta del gobierno. Si la decisión es dejarlo en un tercer lugar en el orden de prioridades, podría haber un problema. Sobre todo porque en el gobierno y el bullrichismo no quieren negociar con Mauricio sino directamente con los distritos.
El oficialismo pareciera estar orientado a encarar conversaciones con gobernadores para acordar y lograr que los dos queden contentos, con un legislador para cada uno. Sería una propuesta interesante para considerar, pero dejaría a los partidos políticos a un lado. Martin Lousteau y Mauricio Macri no son los interlocutores pensados para esa misión.
La falencia mayor de La Libertad Avanza para imponerse en esa discusión es la falta de nombres y de estructura, que el macrismo dice tener. Sin embargo, algunos dirigentes se destacan en el listado, ya sea para el 2025 o pensando en la Ejecutiva del 2027.
José Luis Espert, de idas y vueltas con Milei, apareció como un nombre puesto, pero empezó a generar dudas, justamente por la falta de estabilidad en la relación con el presidente. Otra de las caras es la de Diego Santilli, neomileísta. El diputado, sin embargo, es visto como un hombre de Macri, más allá de su discurso en línea con el gobierno. Tiene otra contra: fue candidato y perdió, el año pasado, con Néstor Grindetti que tuvo menos aparato y recursos. Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, también está en la lista.
El cacique se destacó y recibió halagos de Milei por su política de baja de impuestos municipales, una línea que lo emparenta con la gestión libertaria y complementa con una productiva, de gestión, que le abre las puertas al diálogo con otros actores, con la clara intención de ampliar la base electoral.
La Libertad Avanza tendrá un importante desafío el año que viene. Se probará a sí misma si puede cosechar votos sin Milei en la boleta. En 2023 no funcionó, pero ahora es gobierno. Tiene una ventaja, ya que solo renovará dos bancas, así que no perderá lugares.
A ese reto habrá que sumarle la boleta única en papel, donde lo que valen son las cabezas de lista, y el oficialismo carece de grandes nombres. Sin el violeta ni el león, no estará sencilla la empresa, pero se confía en que el proyecto hará lo suficiente para imponerse ante la poca cantidad de figuras.
Mauricio, por el contrario, se ve fuerte en el interior, con militancia, unidades básicas y estructuras, cosa que LLA no tiene. Patricia no coincide con esta lectura y, para ella, el partido desaparecerá sin pena ni gloria en caso de ir a elecciones en forma aislada.
La ministra jugó con poco en 2023 y ganó una interna imposible. Esa actitud arrolladora todavía está dentro suyo y, aunque intenta contener los impulsos, se le hace difícil. Tanto el oficialismo como el macrismo quieren dejar a un lado las peleas públicas de casta. Macri pudo meterse en personaje, pero a la ministra de Milei a veces le cuesta.
Mauricio tomó la decisión de no discutir y, en caso de necesitar hacerlo, solo enfrentarse a aquellos que estén a su misma altura. Quedan fuera de esta chance las manos de obra de Santiago Caputo, como Agustín Romo. Un "chico", "tuitero", que "llegó a dónde está porque no tienen gente". Con Karina no habló. Con el asesor presidencial lo intentó después de acordar con Milei. Cero éxito.
Caputo no quiere saber nada con las propuestas de Macri. Para él, un acuerdo significaría la intervención de Mauricio, que propone sumar estructura vieja. Ahora, la intención del ex presidente se acotó a proponer un nombre para conducir la Cámara de Diputados (cuya palabra final será del gobierno) y alianzas electorales dónde se pueda.