"Lo bueno para el Gobierno es que se va a transparentar la situación, si hay alguna provincia o municipio que decide no hacer nada pese a los parámetros, después se tendrá que hacer responsable si la situación se descontrola", explicaba el jueves a la noche un funcionario del Gobierno, enfrascado en la redacción del decreto conocido hoy que estableció restricciones a la circulación en base a unas coordenadas determinadas por Salud. En la Casa Rosada dicen estar cansados de pagar el costo "capicúa": primero los critican porque establecen medidas de cuidado y después los critican de nuevo porque suben los contagios que se dan por la gente que no respetó las recomendaciones, en buena medida alentadas desde la oposición. De ahí surgió la idea de establecer dos líneas de cálculo -casos en las últimas dos semanas y contagios cada 100 mil habitantes- a partir de los que se instruye adoptar restricciones. "El compromiso de las autoridades locales es fundamental porque el descontrol después lo pagamos todos", completaba el funcionario.
Así como habían criticado la cuarentena y la vacuna Sputnik, la oposición de Juntos por el Cambio (rebautizada como Juntos por el Comunicado por el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta) se apresuró a salir a criticar las medidas varias horas antes de que salieran publicadas. "Restringe libertades individuales", dijeron, efectivamente, en un comunicado, en el que también aseguraron que no existía un plan de vacunación, cuando Argentina es de los contadísimos países de Latinoamérica que comenzó a vacunar. Los dirigentes cambiemitas insistieron en que la mejor política contra la pandemia era la prevención y el testeo, cosas que desde el Estado se vienen promoviendo, sin que por eso se detenga la abrupta suba de casos de los últimos días. No explicaron cómo seguir frente a esto. "Dejen de tribunear y colaboren", les pidió Zabaleta.
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A tono, algunos gobernadores no oficialistas salieron a marcar públicamente sus diferencias con estas restricciones. El jueves fue un día de idas y vueltas en torno a qué tenía que decir el decreto. La restricción debía ser nocturna porque era lo que menos afectaba la actividad económica y era el ámbito en el que se contagiaban los jóvenes en reuniones sociales, el principal factor de propagación del virus en este momento. No se quería declarar el toque de queda porque implicaría una militarización de las calles que el Gobierno buscó evitar aún en los peores meses. De ahí surgió la idea de Salud de marcar los dos parámetros. De acuerdo a los números que a diario sube a las redes el senador correntino Martín Barrionuevo, apenas un puñado de provincias no estaría en semáforo rojo en alguno de los dos: Catamarca, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Luis y Tucumán.
El gobernador de Jujuy, el radical Gerardo Morales, anticipó que no restringirá horarios ni actividades. De acuerdo a los números de Barrionuevo, Jujuy tiene un índice de 1,95 si se comparan los últimos 14 días con los 14 días anteriores. La recomendación es restringir si supera el 1,2. El número de Jujuy es el segundo más alto del país, incluso superando a CABA que está tercero. La situación hace recordar a lo que sucedió en 2020, cuando Morales fue el primer gobernador en permitir actividades físicas al aire libre, abrió bares y restaurantes y buscó apurar el inicio de clases presenciales. Dos meses después tuvo que volver a fase 1 y pedir ayuda nacional para conseguir terapistas y respiradores. Pero 2021 es año electoral y, según Morales, Jujuy muestra un "contexto favorable".
"Hay una necesidad de restringir y esto va para largo, no creemos que sean sólo unos pocos días. Todo lo que se pueda cerrar sirve. Ya hay siete provincias que adoptaron medidas sin esperar lo que diga el Gobierno y eso lo hacen porque saben que es la única solución. Santa Fe, Córdoba y Mendoza, que ahora ponen peros, saben que es así porque ya hicieron. No es un capricho. ¿Cuándo la cosa se complica a quién le vienen a pedir ayuda? Ahora va a quedar claro quiénes son los irresponsables", argumentaban en Gobierno.