Clases presenciales: la Corte Suprema, el “Mal de Pavón” y el coronavirus

27 de mayo, 2021 | 16.34

La realidad superó a la “ficción” y quedó claro que la pandemia está en su punto más crítico. La única evidencia que sobrevive es la necesidad de priorizar medidas de cuidado excepcionales, en lugar de amparar la “libertad de infección”, como lo advertimos en el reciente conflicto por la presencialidad en las aulas.

El Gobierno dispuso, de manera temporal, la modalidad no presencial de las clases en los distintos niveles educativos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó esa posibilidad, pronunciándose por la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires para decidir sobre la modalidad educativa.

El fallo de la Corte -en sus argumentos- se despega del grave contexto de pandemia, soslaya la existencia de nuevas cepas de contagio y se abstrae de la cifra de mortalidad en el país y en el mundo, a raíz de la propagación del Covid-19. Pareciera que semejante trauma sanitario -para el Alto Tribunal-, no fue suficiente ni relevante para sostener la preeminencia del derecho a la salud y a la vida, por sobre los demás derechos.

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Apelar al federalismo, como lo hizo la Corte para ratificar la posición de la centralidad y consolidar, en nombre del país federal, la postura de la Ciudad, no es nada nuevo. Se trata de cierto maniqueísmo que puede adjudicarse al denominado “Mal de Pavón”, una tergiversación de palabras y de hechos de la vida constitucional argentina. Como se sabe, en la Batalla de Pavón, ocurrida en 1861, las fuerzas de la Confederación inicialmente derrotaban al Gral. Mitre que, consciente de ello, retorna en huida con su ejército a Buenos Aires. Mientras eso sucedía, lo mismo hacía el Gral. Urquiza quien, próximo a vencer, retiró sus tropas a Rosario. Fue una “no batalla” la de Pavón y, a raíz de esos sucesos, terminamos abrazando la idea federal, en la medida en que las decisiones del país se tomarán desde la centralidad porteña. Todo lo porteño deviene federal, después de Pavón.

Y eso mismo reflejó el máximo tribuna cuando, en nombre del federalismo y de las autonomías provinciales, justificó la decisión del Gobierno de la CABA.

En suma, el argumento en favor del respeto de las competencias locales (que por cierto avalamos en todos sus términos) se utilizó para que, en medio de una pandemia, Horacio Rodríguez Larreta pudiera llevar adelante su posición de rechazar la lógica intermitencia entre virtualidad y presencialidad educativa, dirigida a disminuir los contagios y fallecidos provocados por el virus.

Para la reconstrucción argentina es necesario superar la confusión fundadora de ser federales en los papeles y unitarios en los hechos. Para la integración nacional a la que aspiramos, es prioritario derribar el “Mal de Pavón” por el que nos llamamos federales y declamamos sus valores multiculturales, en la medida en que no se afecten los viejos y concentrados intereses del país unitario.