Hacía varios años que no se vivía una situación así. Luego de un largo y extenuante año electoral, los analistas coinciden en que se llega a la última semana de campaña sin una definición precisa acerca de si será necesaria o no una segunda vuelta para resolver la elección presidencial. Lo extraño también es que en la disputa haya tres candidatos pulseando y la pelea no se polarizara entre dos. La coincidencia en los sondeos es que el Frente para la Victoria ratificará el próximo domingo que continúa siendo individualmente la principal fuerza política del país, tal como lo viene haciendo desde el inicio del proceso político que arrancó en 2003.
Hay datos de todo tipo, están los que son para publicar y los que no. Como podía imaginarse luego de una campaña conservadora que en buena medida se centró en evitar cometer algún error garrafal, los candidatos casi no variaron su intención de voto respecto a lo obtenido en las primarias de más de dos meses atrás. Daniel Scioli mantuvo su caudal mientras que Mauricio Macri registra una leve tendencia a la baja sobre la cosecha total de Cambiemos y Sergio Massa muestra un ligero repunte comparado con las PASO. Lo principal: Scioli no está claramente por encima del 40 por ciento, lo que llevaría a un inevitable ballotage.
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El dato clave está en la provincia de Buenos Aires, donde los sciolistas entienden que deben mejorar su cosecha respecto a las primarias para asegurar el triunfo del domingo. Los números que manejan los intendentes es que allí también Macri se estancó y Massa sube, en algunos municipios disputando el segundo puesto que no obtuvo en agosto. Lo del ex intendente de Tigre no tiene nada de mágico.
Perdido por perdido luego de una mediocre primaria, optó por jugársela con un discurso populista de derecha, lejos de aquella "ancha avenida del medio" que había prometido transitar pero que ahora notaba muy congestionada. El ejército en los barrios pobres, derribo a los narcotraficantes, 82% a los jubilados, el fin de las retenciones y del impuesto a las ganancias. No importa demasiado las leyes ni el cómo, sólo decir lo que una parte de la sociedad está con deseos de escuchar y apuntar hacia ahí. Ante la pasmosa indefinición que muestra Macri, a Massa le alcanzó para hacerse notar.
Hay intendentes del Frente para la Victoria del primer cordón que creen que Scioli tiene que endurecer un poco el discurso en esta última semana para ir en busca de ese dos o tres por ciento que consiguió Massa en las últimas semanas. "Son votantes peronistas, los tenemos que arrimar para este lado", graficaba uno de ellos. Papeles en mano, aseguraba que en su distrito ganaba, pero sin ese plus adicional por encima de lo cosechado en las PASO para aportar al triunfo de Scioli en primera vuelta.
"Ese electorado está ahí. Hay que hablar más de seguridad, presentar alguna propuesta concreta. Nada demasiado elaborado, pero algo que le permita a esa gente que está entre uno y otro candidato decidirse por nosotros. Es el dos por ciento que nos puede hacer ganar en primera vuelta", añadía el intendente. "Interpelarlos", es el término que utilizan.
Pero en el entorno de Scioli no tienen la misma visión. La teoría que prevalece es que al momento de definir el voto, quienes todavía no lo hicieron, se jugarán por quien mejor garantice la gobernabilidad de un país tan complicado como Argentina. Por eso Scioli se comportó en los últimos días prácticamente como un jefe de Estado en funciones. Visitó a los presidentes vecinos de Uruguay y Brasil y empezó a designar ministros, de a uno por día. No varió su mensaje: continuar lo hecho por el kirchnerismo, pero al estilo Scioli.
Difícil a esta altura que alguien cambie sus cartas, el sentimiento que prevalece es el temor a una metedura de pata. Falta cada vez menos para saber quién hizo la mejor lectura de la realidad.