Todos quedaron impactados. Después de la derrota sufrida por el líder laborista Ed Miliband, quien había asumido un discurso moderado, pero vendido como un "giro a la izquierda" después del ensayo de la Tercera Vía Tony Blair, las encuestas pronostican que el próximo jefe del partido podría estar mucho más volcado a la izquierda.
Una encuesta reciente despertó las alarmas: el veterano Jeremy Corbyn suma hoy el 43% de las intenciones de voto entre el electorado laborista que próximamente tendrá que decidir quién asume las riendas del partido que históricamente defendió a los trabajadores ingleses.
A pesar de que esta reacción del electorado laborista parece estar a contramano del resto de la sociedad inglesa que hace menos de tres meses otorgó un nuevo período legislativo al partido Conservador, lo cierto es que aparecen signos que pueden alumbrar un giro a la izquierda, aunque todavía subterráneo.
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En primer lugar, en esas mismas elecciones, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que además de independentista asume buena parte de la agenda tradicional de la izquierda, salió fortalecido al ganar todas las bancas correspondientes a Escocia.
En este sistema electoral tiene mucho peso el voto territorial: con el 4,5% del total de votos en Gran Bretaña, el PNE logró 56 bancas, mientras que el ultraderechista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que sacó el 12%, apenas sumó una banca. La razón es que mientras el SNP tiene concentrados a sus votantes, el UKIP los tiene repartidos en toda la isla.
Pero además del ascenso de la izquierda independentista en Escocia, algunas encuestas muestran que la sociedad británica tiende a estar de acuerdo con medidas cada vez más progresistas, como por ejemplo, la renacionalización del sistema de ferrocarriles, que supo ser un orgullo nacional.
La encuestadora YuGov publicó esta semana en el diario "Independent" un sondeo que muestra un contundente apoyo del 60% a una eventual re nacionalización de los trenes. Al mismo tiempo, un 56% estaría de acuerdo con aumentar los impuestos sobre los más ricos, un 59% estaría a favor de un control de alquileres, y un 60% se opone a un hipotético ataque a Siria.
Todas estas posiciones están lejanas no sólo a las políticas gubernamentales de David Cameron, sino también de la línea que en los últimos tiempos asumió el partido Laborista. Y, al menos hasta la próxima elección interna de éste, se trataban de posturas ideológicas marginales dentro de la política británica.
La novedad está en que, hasta ahora, el corrimiento hacia las posturas de izquierda se había expandido en los países del sur de Europa, como Grecia o España, donde los efectos de la prolongación de la crisis económica se hicieron sentir con mayor fuerza.
Sin embargo, hace un año, la ONG Trussell Trust informó que durante el 2014, unas 913.000 personas fueron a los bancos de alimentos, donde se entregan raciones de comida seca y enlatada para tres días de alimentación. Un tercio de esa cantidad se explica por la repitió la visita al menos una vez. Siempre según la ONG, un año antes apenas habían tenido 300.000 visitas.
En ese lapso el gobierno de David Cameron hizo los mayores recortes a los subsidios y beneficios sociales en la historia del país, con el objetivo de bajar el déficit fiscal.