Brigitte Bardot no solo fue un ícono absoluto del cine francés, sino que también vivió una historia personal marcada por la distancia y las tensiones con su único hijo, Nicolas-Jacques Charrier. Esta relación, lejos de la fama y los flashes, quedó siempre en un segundo plano, pero Bardot decidió abrirse y contar cómo fue ese vínculo a lo largo de los años.
Nicolás, fruto de su relación con el actor Jacques Charrier, tiene 65 años y creció bajo la tutela de la familia paterna luego de la separación de sus padres. Este detalle fue clave para entender por qué la conexión entre madre e hijo nunca fue sencilla ni cercana.
En sus memorias, Bardot confesó: "El instinto maternal se aprende, con el tiempo y una vida tranquila. Yo tuve una vida muy complicada. Y ese desgarro me ha perseguido toda la vida. Durante su infancia, mis relaciones con Nicolas, mi hijo, fueron lamentables. Para él y para mí". Estas palabras reflejan la crudeza y honestidad con la que ella enfrentó ese capítulo de su vida.
La frialdad entre ambos fue tal que Bardot no estuvo invitada al casamiento de Nicolás-Jacques con la modelo Anne-Line Bjerkan. De esa unión nacieron sus nietas, Theo y Anna, y con ellas llegó la alegría de convertirse en bisabuela. Sin embargo, la distancia sigue siendo una constante: “Soy bisabuela de tres niños noruegos que no hablan francés y a quienes veo rara vez”, admitió en 2024.
A pesar de las dificultades, Bardot nunca ocultó el cariño profundo que siente por su hijo. "Lo quiero de una manera especial. Y él también me quiere", reconoció, subrayando que Nicolás heredó muchos rasgos de su personalidad. Con el paso del tiempo, la actriz logró cierta reconciliación emocional, aunque la distancia física persiste.
En sus últimas declaraciones, con un dejo de melancolía, Bardot expresó: “Él vive en Noruega, con su familia. Viene a verme una vez por año. Creo que terminó por comprender a esta madre rara que fui”.
Las parejas de Brigitte Bardot
Su vida sentimental fue un capítulo intenso y decisivo que marcó su alejamiento de la fama. Su primer gran amor fue Roger Vadim, con quien se casó en 1952. Juntos crearon el mito con la película "Y Dios creó a la mujer", que catapultó a Bardot a la fama mundial. Sin embargo, ella definió ese matrimonio como "asfixiante" y terminaron divorciándose en 1957, aunque mantuvieron una relación cordial.
Durante el rodaje de esa misma película, Bardot tuvo un romance intermitente con Jean-Louis Trintignant. Además, se la relacionó con destacados músicos como Gilbert Bécaud y Sacha Distel, reforzando la imagen de una mujer libre en una época muy conservadora.
En 1959, intentó llevar una vida más tradicional con el actor Jacques Charrier, con quien tuvo a su único hijo, Nicolas. Sin embargo, la maternidad fue para ella un desafío y se sintió atrapada entre la fama y un rol para el que no estaba preparada. En 1962 se divorciaron y Charrier obtuvo la custodia del niño, lo que provocó una relación distante entre madre e hijo durante años.
La década del 60 también dejó otro nombre clave: Gunter Sachs, millonario alemán y símbolo de la jet-set europea. Bardot se casó con él en 1966 en una boda que fue un espectáculo mediático y reflejó el glamour de la época. Pero ese matrimonio duró solo tres años, aunque su imagen quedó grabada en el imaginario colectivo como la esencia del lujo europeo de posguerra.
Con el tiempo y su retiro de la vida pública, Bardot mantuvo relaciones menos expuestas pero igualmente significativas. Vivió varios años con el escultor Miroslav Brozek, para quien posó como musa. Finalmente, en 1992 se casó con Bernard d’Ormale, su último marido y compañero más duradero, con quien encontró una relación alejada del brillo y más enfocada en su vida privada y su activismo animalista.
