Un nuevo estudio científico de la Universidad de Miami, Estados Unidos, demostró que las mujeres pueden identificar con mayor precisión los signos sutiles de enfermedad en los rostros de otras personas en comparación con los hombres. Aunque la diferencia fue pequeña, resultó estadísticamente significativa y se mantuvo constante durante todo el experimento, según publica la revista Evolution and Human Behavior.
Las investigadoras Tiffany Leung y Elizabeth Simpson, del Departamento de Psicología, explicaron que esta mayor sensibilidad femenina ante señales faciales de enfermedad podría tener importantes consecuencias para el cuidado, la prevención y la vida en comunidad. El estudio analizó expresiones faciales reales, como mirada caída, labios pálidos o signos de debilidad, en personas que realmente no se sentían bien.
Para ello, 280 estudiantes universitarios, divididos en partes iguales entre mujeres y hombres, evaluaron 24 fotografías de rostros sin fondo ni contexto. Cada imagen fue calificada en seis aspectos distintos usando una escala de nueve puntos, y se creó una variable latente llamada “lasitud” para sintetizar la sensibilidad hacia la enfermedad. Los resultados mostraron que las mujeres acertaron con mayor frecuencia en detectar a quienes estaban enfermos.
Las autoras buscaron comprobar si los rostros de personas enfermas eran percibidos como tales y si existían diferencias según el sexo del evaluador. La diferencia en sensibilidad se mantuvo en todas las categorías y fue estadísticamente relevante: “La diferencia fue pequeña, pero aun así estadísticamente significativa y consistente a lo largo del estudio”, afirmaron.
Las hipótesis evolutivas
El trabajo también exploró dos hipótesis evolutivas para explicar este fenómeno. La “hipótesis del principal cuidador” vincula la mayor sensibilidad femenina con su rol histórico en el cuidado de niños y enfermos. En tanto, la “hipótesis de evitación de contaminantes” sugiere que presiones biológicas y reproductivas impulsaron a las mujeres a detectar señales de enfermedad para evitar contagios.
Un aspecto clave del estudio fue el uso de imágenes reales de personas en estado de salud y enfermedad, lo que garantizó que la sensibilidad detectada reflejara una percepción afinada en situaciones cotidianas y no respuestas a simulaciones o trucos.
Sin embargo, las investigadoras reconocieron que la muestra se limitó a jóvenes universitarios, por lo que no se puede generalizar sin reservas a otras edades o contextos sociales. Además, solo se evaluaron señales visuales, dejando de lado aspectos corporales, gestuales o vocales que también influyen en la percepción del malestar.
Finalmente, el estudio concluyó que, aunque la diferencia entre mujeres y hombres fue pequeña, esta fue estadísticamente significativa y consistente. Las autoras sugirieron continuar con investigaciones que indaguen factores sensoriales, biológicos y sociales para entender mejor por qué las mujeres captan antes las señales claras de enfermedad en un rostro.
