La UNESCO advirtió sobre los peligros de la neurotecnología y la inteligencia artificial. ¿Hay alternativas?

Nuevos avances sobre la Inteligencia Artificial encienden el debate sobre el uso de la tecnología y la humanidad. La Unesco ya encendió las alarmas.

21 de julio, 2023 | 00.05

La semana pasada, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) realizó una serie de advertencias sobre los peligros del uso conjunto y sin controles de las neurotecnologías y la inteligencia artificial (IA). Las declaraciones se dieron en el marco de la Conferencia Internacional sobre la Ética de la Neurotecnología, celebrada en París.

Las advertencias sobre el uso de las nuevas tecnologías, en un mundo que transita desde hace años un proceso de transformación estructural del sistema económico global, esconden los procesos sociales detrás de la tecnología. Por un lado, que ésta es producto del trabajo humano y su desarrollo histórico; y por otro, que mientras algunos se presentan como agoreros de la catástrofes que podría desatar su desarrollo, promueven el mismo para ser quienes se apropien de la riqueza socialmente producida a partir de su uso.

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Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, dijo que "nos encaminamos hacia un mundo en el que los algoritmos nos permitirán descodificar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales que subyacen a sus intenciones, emociones y decisiones", lo que sería “potencialmente perjudicial" y además en conjunto con la IA se realizaría con un “gran alcance”.

En un intento por precisar qué significan estas advertencias, Carolina Gainza, subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile explicó que "cosas que antes parecía que eran ciencia ficción, como mapear pensamientos, acceder a nuestros recuerdos o manejar dispositivos con nuestra mente, están cerca de ocurrir".

Los hechos recientes demuestran que lograr este desarrollo tecnológico no es algo tan lejano. Este martes, Neuralink, la empresa del magnate Elon Musk, tuiteó una foto en la que estaba probando la instalación de implantes cerebrales en una “persona artificial”, como paso previo a las pruebas a los ensayos clínicos de implantes cerebrales para los cuales recibió permiso de las autoridades estadounidenses en mayo. Musk no sólo fue fundador de la reconocida empresa OpenAI (de la cual luego se retiró), sino que la semana pasada presentó su nueva empresa de inteligencia artificial, xAI.

Por otro lado, un conjunto de investigadores de instituciones científicas chinas probaron en mayo una tecnología que permitió conectar el cerebro de un mono a una computadora y que éste mueva un brazo mecánico. La tecnología probada (BCI) “puede convertir señales eléctricas en comandos para ayudar a los pacientes con afecciones que causan disfunción motora" a interactuar con "su entorno", mejorando así "su calidad de vida". Explicaron además que existen tres tipos principales de BCI, la invasiva, la no invasiva y la intervencionista.

La carrera por el desarrollo tecnológico en un mundo digitalizado y virtualizado

Desde la crisis financiera del 2008, el sistema económico encontró como salida para generar un nuevo ciclo de ganancias al alza la inversión en el sector tecnológico y militar, además de una transformación de la estrategia imperante en los fondos de inversión, configurando así el comienzo de una nueva fase del capitalismo, financiera y digital.

En el sector de las neurotecnologías, un indicador de ello es que, según datos de la UNESCO, las patentes superaron las 1.500 en el año 2020, mientras que en 2010 apenas superaban las 400.

Este movimiento estructural de la economía global trajo consigo además la configuración de un nuevo escenario de los polos de poder enfrentados en el conflicto global por el nuevo orden económico, al que hacemos alusión como el G2 que se manifiesta en la disputa entre Estados Unidos y China, pero que comprende un complejo entramado de redes corporativas encabezadas por una nueva aristocracia financiera y tecnológica.

En este marco es que se inscribe el desarrollo tecnológico actual, y que podemos observar en algunos indicadores. En particular, el sector de la IA, se ha disparado en los últimos años. En 2017, las siete compañías con más patentes de inteligencia artificial acumulaban 14.531 patentes activas, mientras que en 2021 el número había aumentado un 241% (hasta las 49.645 patentes). Las 7 empresas observadas en 2021 son Tencent (China), Baidú (China), IBM (EEUU), Samsung (Corea del Sur), Ping An (China), Microsoft (EEUU) y Alphabet (EEUU), lo que muestra la presencia preponderante de empresas chinas y estadounidenses.

En virtud de este desarrollo y en el marco de la alta popularidad de Chat GPT, en marzo de este año, más de 1.000 expertos en IA firmaban una carta advirtiendo los potenciales peligros del desarrollo de la misma, entre ellos Elon Musk, Steve Wozniak, cofundador de Apple y Sam Altman, director de OpenAI, empresa desarrolladora del mencionado modelo de lenguaje que rompió récords históricos de mayor cantidad de usuarios en menor tiempo. Otra voz que se sumó a las advertencias fue la del intelectual del Foro de Davos, Yuval Harari, quien advirtió que la IA permitiría “crear regímenes mucho más totalitarios que cualquier otro que hayamos visto en la historia de la humanidad”.

Los hechos recientes, a plena vista y sin ningún esfuerzo por ser ocultados, muestran que las mismas voces que cumplen el rol de agoreras “preocupadas” por la humanidad, son las que invierten miles de millones de dólares en su desarrollo, pero con la particular característica de tener la ambición de apropiársela cada uno para sí mismo.

Frente a la apropiación privada de las ganancias, la tecnología al servicio de la humanidad

El desarrollo tecnológico, producto del conocimiento generado por la humanidad en su relación con la naturaleza y los medios de trabajo, ha permitido alcanzar logros que, en muchos casos, generan condiciones para una vida de mejor calidad y, fundamentalmente, digna. La Ingeniería Genética, la Robótica, la Neurotecnología y la Inteligencia Artificial son parte de ese desarrollo.

El problema entonces, no es el instrumento en sí, sino su apropiación privada y el fin para el que se lo use. Sin ir más lejos, el desarrollo tecnológico contemporáneo ha permitido, en términos sociales, generales, liberar tiempo de trabajo ya que la procesos como la digitalización, la automatización o la robotización han permitido producir cada vez más con menos horas de trabajo (como sumatoria de las horas de trabajo de cada trabajador y trabajadora). Sin embargo, no sólo que las jornadas laborales en general no disminuyen, sino que el salario ha perdido poder adquisitivo a lo largo del mundo, salvo casos excepcionales.

La disputa por la apropiación del desarrollo tecnológico y la riqueza que éste posibilita generar se da dentro de una reducida élite, que en primera persona advierte de sus peligros y además utiliza voceros de una superestructura internacional. Sin embargo, su desarrollo, se da por la cooperación en el proceso de trabajo de un cuerpo social, el trabajo de miles de millones de seres humanos, que, hoy, no podemos decidir el fin último de ese producto.

Tal como afirma Lucas Aguilera, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), debemos poder "apropiarnos del tiempo que se libera y de los productos de nuestro propio trabajo, que abren también la posibilidad de terminar con los grandes males que aquejan a la humanidad".

En otras palabras, la tecnología al servicio de la humanidad no será nunca un problema. Lo que sí es un problema, al que nos enfrentamos las grandes mayorías del mundo, es torcer el rumbo de su desarrollo para que éste sirva a la conquista de una vida digna para todos y todas.

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Paula Giménez

Psicóloga, magister en Seguridad de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).