Son fanáticos del World of Warcraft y crearon un videojuego bien argento: gana el que le hace el mejor mate a Dios

En “Cebador” se gana si se prepara un buen mate. Sus creadores, dos amigos que se conocieron online a partir de un conocido juego de Internet, lograron en poco tiempo más de 16 mil seguidores en Instagram. 

10 de octubre, 2024 | 00.05

A Diego Azario y Nano Bevacqua los unió su pasión por el famoso World of Warcraft hace más de 10 años. No podían imaginarse entonces, cuando se conocieron a través de las pantallas, que tiempo después se asociarían para crear el videojuego que llevó el mate a los celulares en 2024. "Cebador" es su primera incursión creativa, lo idearon para que sea accesible a cualquiera, sin complicaciones. Su objetivo era que se pueda jugar mientras se viaja en colectivo.

En “Cebador” se gana si se prepara un buen mate. Así de sencilla e identificable es la consigna que propone.  “El diseño de videojuegos en el país está en ascenso. Hay juegos sobre Malvinas, San Martín y Güemes, entre otros ejes nacionales”, contextualiza Diego. “En cambio, todavía no había sobre el mate”, complementa Nano.

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“Cebador” generó entusiasmo apenas se anunció hace dos meses. “Ya tenemos 16 mil seguidores en Instagram que no paran de mandarnos mensajes”, se sorprende Diego, quien reconoce que no tenía demasiadas expectativas cuando dieron el paso de subirlo a las redes, más allá de un par de “me gusta” y algún comentario. Nano cayó en la cuenta de la repercusión que generaron cuando el 27 de julio pasado fueron a un encuentro de desarrolladores independientes de videojuegos. Pese a que en el evento no presentaban “Cebador”, muchos asistentes los esperaban para felicitarlos y saber más del emprendimiento.

En charla con El Destape, los dos coinciden en celebrar que el juego, todavía en fase de testeo, recibió 5 mil solicitudes para probarlo y brindar su opinión. Diego y Nano están a la espera de la confirmación de si son elegidos para presentar “Cebador” en la 22° Exposición de Videojuegos Argentina (EVA), que se realiza entre el 23 y 26 de octubre en el Centro Cultural Kirchner.

El mate en el cielo

Como con todo juego, Nano y Diego buscan divertir. “La idea es muy simple, de lo que se trata es de que hay que cebar un buen mate para entrar al cielo. Para hacerlo ameno, se nos ocurrió que el personaje es alguien que sale de tomar un café de especialidad, al que no le gusta el mate, y lo atropella un colectivo. Llega al cielo, pero Dios lo frena y le dice que si no aprende a cebar buenos mates no puede pasar”, detalla Nano.

Diego va más allá y explica: “Apelamos al estereotipo del pibe que sólo toma latte macchiato, para hacerlo más divertido. Para que sea mayor el contraste con la prueba a pasar”. Así es que ya en el “cebatorio” hay que definir si se elige el mate amargo o dulce, con o sin yuyitos y todo tipo de variantes en la preparación.

Amistad online

Diego y Nano son amigos desde hace 12 años. No fue mate en mano que se conocieron. Cada uno desde su casa, compartían grupo y charlaban horas sin conocerse las caras a través de World of Warcraft. “Es un juego colaborativo, que fomenta la socialización”, explica Nano, quien detalla que el paso de la relación online a presencial fue también a partir del juego. “Me enteré que venía a Buenos Aires uno de los de la empresa Bizzard, del World of Warcraft. Para nosotros era la llegada de un rock star. Esa fue la ocasión para decidir ir a verlo y, de paso, conocernos personalmente”, puntualiza.

Diego aceptó el convite a escuchar a quien ideaba lo que a él lo encandilaba. Su fanatismo por el juego lo motivaba a producir podcast con las distintas alternativas que vivenciaba con wold of warcraft para compartirlas con otros.

“Desde ahí somos amigos, teníamos 19 o 20 años. En todo este tiempo compartimos lo que le fue pasando a cada uno: mudanzas, separaciones, asuntos familiares”, completa Diego.

“La vida estudiantil nos dejaba varias horas al día libres para jugar. Era mucho el tiempo que estábamos conectados. Necesariamente te vas conociendo con quien compartís una pasión tan grande”, dice Nano.

Nano vivía en la ciudad de Buenos Aires, a la que llegó para estudiar cine en la escuela de Eliseo Subiela. “Soy del sur, de El Bolsón. La adolescencia la pasé en Esquel”, remarca. Diego también es del sur, pero del conurbano. De la industrial Llavallol.

De repente, empezaron a compartir no sólo los videojuegos sino también los de mesa y de rol. “Nos encanta y nos une la creatividad que se pone en el juego”, marca Diego.

Videojuegos y arte

Los socios de “Cebador” ubican a los videojuegos en el campo del arte. Diego cuenta que hizo teatro durante muchos años, toca el bajo y la guitarra, también se hizo tiempo para escribir. "Siempre me encantó todo lo que tiene que ver con la expresión. Y desarrollar este juego para mí fue la posibilidad de poner en valor todas mis competencias”, subraya. Nano apunta que “la interacción que permite el videojuego lo pone en un plano distinto a todo, superior”.

Tanto interés por el tema, los llevó a preguntarse si podían dar el paso a desarrollar un contenido propio. “Era como que los juegos estaban, ni se te pasaba por la cabeza que uno podía hacerlos, eran muy lejanos”, se sincera Diego.

Nano contextualiza que “hay un movimiento en crecimiento en Argentina, todavía unos pasos atrás de Brasil, pero que viene en alza. Ahora se puede estudiar, lo que nos permitió hacer cursos en la Universidad Tecnológica Nacional.

Así fue que hace un año decidieron hacer el intento. “Lo tomamos como un hobby”, sostienen a dúo. “Por suerte vivimos de otros trabajos con cierta tranquilidad. Nano hace cine y tiene su agencia de marketing digital y yo soy consultor de sistemas”, especifica Diego.

Puestos a decidir un camino problematizaron que en este momento de la industria del videojuego está bueno buscar temas vinculados a la identidad argentina. Así fue que constataron que el mate aparece en algunos casos, pero nunca como eje. Y empezaron su diseño. “Eso no quiere decir entonces que el siguiente proyecto sea de hacer asado o algo así. Lo del mate está bueno para ahora. Pero lo central para nosotros es el juego, su estética, su narrativa, su arte, más allá de las temáticas”, profundiza Nano.

Por lo pronto, no se quieren distraer. “Me preocupo mucho en no dispersarnos. No tirar nuevas ideas a la mesa hasta que esta no esté terminada”, enfatiza Nano.

Su iniciativa es parte de un movimiento. “Para el EVA del año pasado se presentaron 88 proyectos. Para este año hay más de 200”, grafica Diego. Nano espera la muestra para ver a la gente jugar en vivo y observar sus reacciones para luego darle el toque final a “Cebador”.

No quieren proyectar mucho más allá. Aclaran que el diseño lo hacen por placer y por inquietudes artísticas propias. Pero reconocen que la repercusión que están teniendo los invita a plantearse si es posible conciliar placer con trabajo y convertir el desarrollo de videojuegos en su medio de vida. Por lo pronto, desarrollan y proyectan mientras comparten un mate. Y juegan.