Radiografía de una destrucción anunciada: el sistema científico argentino sufrió recortes de hasta el 80% y más de 5.000 despidos

Dos años de políticas de ciencia y tecnología en siete gráficos; si todo marcha como está previsto, en  2026 se acentuará la sangría del sistema científico, advierten los especialistas. La situación es alarmante

30 de diciembre, 2025 | 11.50

Todos los “signos vitales” muestran descensos dramáticos de hasta un 80%. Si fuera un paciente humano, diríamos que está agónico, su condición es crítica y corre riesgo de vida. En realidad, se trata de una radiografía del sistema nacional de ciencia y tecnología elaborada por el grupo Economía, Política, Ciencia (EPC) del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti) y de una metáfora dolorosamente apropiada. El equipo, que viene “tomándole el pulso” a las políticas del área desde que asumió este gobierno, traza en siete gráficos más que elocuentes el balance de dos años de estrategias dirigidas no solo a desfinanciar, sino también a vaciar y desnaturalizar los organismos, y derogar normativas conquistadas a lo largo de décadas para fortalecer una ciencia nacional al servicio del desarrollo nacional.

En el siguiente, se advierte el derrumbe estrepitoso del financiamiento público de la ciencia, que se redujo un 43,8%, pasando del 0,3% del PBI en 2023 a un mínimo histórico de 0,164% este año, menos incluso que en 2002.

Ningún organismo o institución de ciencia del país se salvó del ajuste. En dos años el Conicet perdió el 31,4% de su presupuesto, el INTA el 36,2%, CNEA el 44,0%, el INTI el 47,1%, el ex MINCyT, ahora degradado a Secretaría, cayó un 79,6% y la Agencia I+D+i perdió un 82,2%

Todos los sueldos del sector se desplomaron. Los empleados del Conicet perdieron un 38,0% en términos reales. Los sueldos de docentes e investigadores en universidades nacionales descendieron un 31,4% .

Algo similar ocurrió con el monto destinado a becas y servicios (cayó un 20,3%), el gasto en insumos se redujo un 51,2% y el correspondiente a bienes de uso y equipamiento, un 64,7%. Las transferencias descendieron un 81,7% respecto de 2023.

En materia de empleos, la destrucción suma 5192 puestos de trabajo; con fuertes caídas en el Conicet (entre otras cosas, por reducción de becas), el INTI y el INTA. La Agencia I+D+i y la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología perdieron el 40% de su personal.

Por último, se transformó la estructura de institutos, se dejaron directorios sin nombrar, se vendieron o regalaron terrenos y edificios que les pertenecían, y se derogaron o suspendieron instrumentos que habían sido acordados por todo el arco político. La Agencia de Promoción, que era el corazón que bombeaba financiación a grupos de investigación de todo el país mediante un proceso de evaluación transparente y jerarquizado, fue prácticamente desguazada

Según los especialistas, el horizonte que se anticipa para el año próximo es alarmante.

“Como es lógico, lo único que podemos saber ahora no es lo que va a pasar en 2026, sino lo que fija el presupuesto que se aprobó con respecto a cómo está terminando 2025 –explica el físico Jorge Aliaga, ex decano de Exactas/UBA, ex Subsecretario de Evaluación Institucional del MinCyT, y actualmente Secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional de la Unahur y miembro del Directorio del Conicet en representación de las universidades–. Mi impresión es que, más o menos, va a ser igual de pésimo que 2025. Si se aprueba la nueva Ley de Empleo no se sabe si van a tener que recortar más porque van a ingresar menos fondos al Estado. Es decir, que ni siquiera está claro si van a poder ejecutar este presupuesto que presentaron y aprobaron. Pero si todo ocurriese más o menos como está previsto, los salarios seguirían perdiendo el 35% y prácticamente no habría un peso para hacer investigación. Este año pagaron los ‘proyectos de alto impacto’, devengaron 15.000 millones de pesos en transferencias en la Secretaría y más o menos 5000 en la Agencia, sacando becas que son otros 7000 millones. Eso de todos modos es muy poco dinero, porque lo que se necesitaría son unos 100.000/120.000 millones… para estar mal. Es decir, para estar mal como en 2023, no para estar óptimo ni mucho menos. En principio, no hay mucho margen para ir peor que cero, que es lo que están poniendo en financiamiento. Creo que nos estamos comiendo las rutas, los hospitales, la docencia universitaria… Y bueno, eso dura una cierta cantidad de años mientras se va deteriorando, como una casa”.

Para Nicolás Lavagnino, que dirige el grupo EPC, detrás del maquillaje de los números que presenta el gobierno se oculta un derrumbe sin precedente. “Para el año que viene, el gobierno anticipa una pauta inflacionaria del 10%, además de un dólar muy bajo y un crecimiento sobreestimado –destaca–. Pero en el presupuesto la inflación no debe calcularse de punta a punta, diciembre a diciembre, sino a partir del promedio anual, que es como si armaras una bolsa con todas las inflaciones del año, enero contra enero, febrero contra febrero, etcétera. Puede parecer un tecnicismo, pero en procesos de desinflación la inflación promedio es mucho más alta que la inflación punta a punta. Por ejemplo, este año la inflación punta a punta es de 31%, pero la inflación promedio está rondando en 42%. Para el año que viene es de 10% de punta a punta, pero incluso aunque quedara en ese número, para gastar lo mismo necesitarías un 17% más. Es decir que las partidas presupuestarias, para que no caigan, deberían incrementarse nominalmente en un 17% y eso no ocurre. Nosotros estimamos que el sistema científico va a tener una caída de entre 7 y 8 puntos reales. Y lo mismo con los salarios”.

De acuerdo con este investigador, prácticamente todos los organismos nodales del sistema, como el Conicet, el INTA, la CNEA o el INTI, tendrán un descenso en torno de esa cifra, que se sumaría a entre 35 y 50 puntos porcentuales de caída real. “La agencia continúa como un organismo residual, con fondos muy bajos, que ya sabemos que van a estar aplicados a escalado y desarrollo tecnológico tipo startup, o sea muy lejos de lo que son las funcionalidades que tenía como gran proveedor de fondos para la investigación básica y aplicada –subraya Lavagnino–. Se consolidará 85 puntos por debajo de los montos del presupuesto real que tenía en 2023. Y la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología (el ex ministerio), hoy encabezada por Darío Genua, tiene una peculiaridad de que por segundo año consecutivo incluye dentro del presupuesto de la ‘función ciencia’ partidas que tienen que ver con gobierno digital, país digital, etcétera, que son más bien de otra función, dentro de una finalidad vinculada no con ciencia y tecnología, sino con administración gubernamental. Es decir, que tiene fondos espurios incorporados dentro de la función CyT. Depurado de esos montos, el organismo sigue estando en el nivel paupérrimo más de 80 puntos por debajo de 2023”.

Con respecto a la proyección de cargos, con más caída del salario real, anticipa un achicamiento y desprendimiento de recursos altamente formados. En particular, en el sector nuclear, y en otros muy amenazados por reformas estructurales.

Con esta realidad presupuestaria, vamos a un país donde el talento, la formación y la ciencia no tienen destino –dice Beatriz Gentile, rectora de la Universidad del Comahue–. Creo que forma parte de la ideología libertaria, que no tiene una narrativa de futuro. Todo proceso que lleve tiempo para los libertarios es un costo. Descreen de la ciencia, de la innovación, de la investigación, porque en realidad piensan que el conocimiento, la ciencia, la investigación vienen a transformar la realidad. Y ellos lo que quieren es adaptarse a la realidad. Mi preocupación no es tanto la Argentina de 2026, sino la de 2030 la de 2040, un país que, con 5 o 6 años sin inversión en ciencia, sin universidades, va a volver a ser primarizado, con mayorías analfabetas, no porque no sepan leer y escribir, sino porque carecerán de pensamiento crítico, como en el siglo XIX. Esa Argentina que tanto Sarmiento como los liberales reformistas y todas las generaciones de científicos e intelectuales de la tradición universitaria local vinieron a discutir. En un atraso enorme, los talentos se irán yendo del país, irán desapareciendo”.

Para el decano de Exactas/UBA, el matemático Guillermo Durán, lo que hicieron en estos dos años con el sistema de ciencia y tecnología, y con las universidades, “es un desastre. La ‘función ciencia y tecnología’ está en la mitad de lo que estaba en 2023 y en 1/3 de lo que debería estar si cumplieran con la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología que acaban de derogar. Los ingresos a Conicet demorados y reducidos. Además se ‘comieron’ un par de años de convocatorias. En la última, que tenían que ingresar 850 si manteníamos lo que estaba haciendo el gobierno anterior, determinaron que sean 400. Lo que hicieron en la agencia, donde paralizaron totalmente los proyectos… La Argentina va a ser uno de los pocos países del mundo que no va a tener subsidios para ciencia a partir de 2026. Solo mantuvieron esa línea con empresas que puede no estar mal, pero que por supuesto no puede ser la única. La decisión de no cumplir con la Ley de Financiamiento Universitario… Pasado mañana, deberían aumentar un 50% para estar igual que en diciembre de 2023. Algo parecido con los gastos de funcionamiento. Es lo que determinó la ley que fue avalada cuatro veces en el Congreso de la Nación y que ahora tenemos una cautelar a favor que obliga al gobierno a implementarla. Lo vengo diciendo en muchos medios: si el gobierno no cumple con lo que determina la ley y la Constitución, tendremos que ir a medidas mucho más fuertes, más drásticas que lo que han sido hasta ahora. No descarto la posibilidad de que no haya inicio de cuatrimestre en el año que viene si el Gobierno decide no cumplir con la ley”.

“La situación es alarmante –concluye la física Adriana Serquís, ex presidenta de la CNEA y diputada nacional por la provincial de Río Negro–. No solo porque estas políticas están destruyendo los proyectos en marcha, sino porque están dejando un vacío para el futuro. El sistema científico-tecnológico suele ser bastante resiliente. Algunas políticas no se desmoronan de un día para el otro, pero ya van dejando señales claras del desmantelamiento; en particular, en el sector nuclear. Varios de los proyectos estratégicos no solo fueron interrumpidos, sino que sus equipos de trabajo se desarticularon y eso exigirá muchísimos años para reconstruirlo. Algunos grupos de investigación siguen funcionando con ahorros, con insumos, equipos que ya tenían y ahora están llegando a su final. Otros están teniendo problemas de mantenimiento, igual que las rutas. Esta fuga de cerebros por el recorte de ingresos a carrera del Conicet y el achicamiento de organismos todavía no se ve como realmente es. Algunos se toman licencias por un tiempito hasta la renuncia definitiva, que ocurre cada vez más. El incumplimiento de las leyes, de consensos logrados hace años, nos deja en una situación de vulnerabilidad: los agregados de valor se seguirán haciendo en otros países, dejándonos en una posición todavía más dependiente. Y lo que estos números fríos no muestran es la pasión y el esfuerzo con el cual se está tratando de sostener estos trabajos de investigación, las vidas que están siendo obligadas a cambiar de rumbo y abandonar proyectos en los cuales se había invertido no solo conocimiento y dinero de todas las argentinas y argentinos, sino también las esperanzas de un futuro major”.

El informe completo de EPC puede consultarse en https://grupo-epc.com/informes/informe-de-situacion-dos-anos-de-politicas-de-cyt-2023-2025/.