El presidente de la República Argentina, licenciado Javier Gerardo Milei, viajó recientemente al Reino de España en dos ocasiones. Entre los días 17 y 19 de mayo, en donde participó en un acto político organizado por el Partido Vox, preparatorio a la campaña para las elecciones de diputados europeos que tuvieron lugar el 6 de junio del corriente año. Y por segunda vez viajó entre los días 21 y 22 de junio, convocado para recibir una medalla otorgada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, D. Isabel Díaz Ayuso (quien ha tenido recientemente un fuerte cruce de acusaciones con el gobierno central por imputaciones de fraude fiscal a su pareja), y el mismo día más tarde, recibió el "Premio Juan de Mariana 2024" otorgado por la fundación del mismo nombre, en donde fue homenajeado con un discurso del académico libertario Jesús Huerta de Soto.
Resultan sorprendentes las incongruencias de sus benefactores españoles. El Partido Vox no tiene una plataforma de corte liberal de estado mínimo, sino que el núcleo de su plataforma política se centra en una recuperación por el estado central español, de una serie de competencias que han sido dadas a los gobiernos autonómicos, y la reversión de una serie de políticas asociadas a la agenda identitaria de género. Igualmente, el Partido Popular, en este momento la primera minoría más votada tanto en las elecciones generales del año 2023, como las recientes elecciones para eurodiputados del año 2024, es un partido cuya política económica se podría llamar de centro. Es decir, un partido que defendería perfectamente la existencia de un fuerte grupo de empresas públicas y de servicios prestados por el estado. Ahora bien, el Partido Popular y el Partido Vox, no son aliados, salvo en circunstancias muy excepcionales en algunas autonomías, o en algunas alcaldías, y con el objetivo de conformar gobiernos; en el plano de las elecciones generales compiten entre sí en una agenda que podría denominarse como fuertemente contraria a las políticas de las administraciones del Partido Socialista Obrero Español, en el ejercicio del gobierno.
Y a esto debemos agregar sobre el Instituto Juan de Mariana, que no es una institución académica oficial o acreditada por las autoridades educativas, se define a sí misma como "una institución independiente dedicada a actuaciones de divulgación e investigación y centrada en la promoción de una sociedad abierta y una economía de mercado". Como ellos mismos se denominan en la búsqueda por medio del motor de búsquedas Google, y empleando la expresión inglesa, son un "think tank" por la libertad. Básicamente, son una asociación particular que intenta darle un cauce orgánico a determinado programa político ideológico, para influir en los medios de comunicación y en los representantes públicos, lo que vulgarmente se llamaría un grupo de presión. Y en este caso de una ideología política que no comparten en sus puntos centrales ni el Partido Vox, ni el Partido Popular.
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Lo único que une a estos tres movimientos, es una manifiesta hostilidad hacia la agenda política que lleva adelante el gobierno actual de España presidido por Pedro Sánchez del Partido Socialista Obrero Español, y sus aliados. Es importante entender que la situación política española es muy diferente a la argentina. España tiene un régimen parlamentario a diferencia de nuestro régimen presidencialista, en donde quien forma gobierno no necesariamente es quien gana las elecciones. En las últimas elecciones generales del año 2023, la primera minoría la tuvo el Partido Popular, pero no le alcanzó para tener votos propios en las Cortes Generales, y tampoco pudo armar una mayoría, por medio de alianzas. Al no poder hacerlo, entonces el mandato para formar gobierno le pasó a la segunda minoría, que era el Partido Socialista Obrero Español. Este partido logró alianzas con los diputados de los partidos independentistas de las autonomías vasca y catalana, cómo ser el PNV, Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. Para ello el Partido Socialista Obrero Español tuvo que hacer algunas concesiones en el caso de los votos del partido Junts per Catalunya.
Esta situación interna española, que se ha tornado particularmente grave por los resultados de las recientes elecciones autonómicas, que tuvieron lugar en la región catalana, y que no han logrado conformar una mayoría capaz de formar gobierno, lo que bloquea a las negociaciones que tienen lugar en el parlamento catalán, situación que está atada a los votos de los diputados de los partidos independentistas catalanes en las Cortes Generales, que forman parte de la coalición que embistió a Pedro Sánchez como presidente del gobierno.
Con independencia de las valoraciones teórico políticas que se puedan hacer sobre el régimen parlamentario, o sobre el sistema constitucional español, la compleja ingeniería institucional que vincula entre sí al gobierno central, los gobiernos autonómicos, y de la línea política que tiene el Partido Socialista Obrero Español -que está dividida entre una tradición más afín al presidente Felipe González y otra tradición más afín al presidente José Luis Rodríguez Zapatero-, las intervenciones públicas o privadas de un presidente extranjero en este entorno político, deben ser muy prudentes, y no guiadas exclusivamente por la valoración personal del actual gobierno del Reino de España.
Ello pone en riesgo, no solo la relación política entre dos naciones, sino aún más la relación entre la República Argentina y la Unión Europea en pleno. Desde que el Reino de España asumió su carácter europeísta, y se integró a los organismos europeos, tanto políticos como militares al adherir a la OTAN, una agresión a España es vista por los países de la Unión Europea como una agresión común a todos a los principios fundamentales que conforman el acuerdo político que ellos entablan. Y con independencia de las numerosas líneas de conflicto que hay entre la República Argentina y la Unión Europea, en respecto a la viabilidad o no de un tratado económico de amplio alcance entre la Unión Europea y el Mercosur, estas relaciones deben ser cuidada en términos de las más estrictas tradiciones diplomáticas. Además, esta conflictividad sería un efecto no deseado del intento de Argentina de formar parte como miembro asociado a la OTAN. Tema no menos que contradictorio.
La intervención activa y reiterada en la política interna de uno de esos países tomando como único principio que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, sin que importe la coherencia interna entre ellos, al punto de devenir una suerte de personaje de las tertulias y los medios de comunicación españoles, no parecen ser el modo más adecuado para cultivar una política exterior consistente y que privilegie el interés nacional.