Hacia una cultura inclusiva

03 de abril, 2015 | 12.42
Opinión
Por Matías Barroetaveña

La gestión actual del gobierno porteño no aprovecha la vasta y diversa oferta cultural de la ciudad de Buenos Aires. La cultura está concentrada en pocos barrios y, como consecuencia, existe un consumo cultural desigual. Por lo tanto, la desconcentración cultural y la igualdad de acceso a la cultura deberán ser temas centrales en la próxima gestión de la ciudad.

Si bien la oferta cultural de la ciudad es variada, la concentración de salas de cine, teatro y museos, galerías de arte y librerías en el centro (zona este de la ciudad) tiene como resultado una oferta cultural inequitativa. Aunque el Ministerio de Cultura cuenta con diversos programas para el fomento de la producción artística independiente (Bamúsica, Proteatro y Prodanza), el impulso a una distribución geográfica equitativa de la oferta cultural es secundario. Esto se observa analizando el presupuesto de los centros culturales barriales, cuyo presupuesto disminuyó en 2014 respecto al de 2013, contrariamente al destinado a megaeventos y festivales. Por eso es necesaria una reconfiguración geográfica de la oferta cultural en la ciudad y una distribución del presupuesto de cultura que no desfavorezca a los centros culturales de los barrios. Es necesario impulsar una desconcentración de la oferta cultural para que todos los ciudadanos puedan tener un acceso igualitario a la cultura.

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Un dato importante es que al comparar el número de asistentes a museos se puede observar que mientras los espacios culturales nacionales en la ciudad de Buenos Aires aumentaron su cantidad de asistentes, la asistencia a los museos dependientes de Cultura de la ciudad disminuyó. Mientras que los museos de la ciudad tuvieron una reducción del 28,59% en sus asistentes, los museos nacionales ubicados en esta jurisdicción tuvieron un aumento más que considerable: de 237.518 asistentes en 2002 aumentaron a 2.216.247 en 2012. Es indudable que la calidad y diversidad de oferta cultural que ofrecen los espacios dependientes de la nación, invitan a que cada día más ciudadanos opten por ellos.

Es necesario seguir pensando en la pregunta por el consumo cultural y poner el eje en el derecho al acceso a la cultura. En este sentido, es importante impulsar la visibilización de centros culturales, de formas artísticas alternativas (como la de los músicos callejeros, por ejemplo) y de las diversas culturas presentes en los barrios para que los grandes festivales y megaeventos (organizados o auspiciados por empresas privadas o por el mismo gobierno porteño) no sean los únicos representantes de la cultura de la ciudad. Es preciso desarrollar una oferta cultural sin fines comerciales, que busque la democratización cultural y la participación ciudadana.