La jueza mendocina Rosana Alicia Moretti dio lugar a la demanda de daños y perjuicios realizada por una mujer que fue escrachada por la ex mujer de su pareja en el lugar de trabajo y sentenció que la misma deberá pagarle 60 mil pesos como forma de indemnización.
En las argumentaciones de su fallo, la magistrada reconoció que la esposa intentó “dejarla mal y perjudicarla en su trabajo”, pero consideró que “existen varios indicios de que los improperios no se condicen con la realidad”. Y agregó que “la conducta fue deliberada, ya que se apersonó en el lugar de trabajo de la actora muchos días después de haberse enterado de la situación”. También consideró que no existió voluntad de engañar, ya que cuando comenzó la relación la trabajadora era divorciada y el hombre “había estado muchos años separado físicamente de la demandada”.
Tras el escándalo aparecieron dos causas judiciales. Una penal, en la que la esposa engañada fue sobreseída luego de retractarse, y otra civil, que avanzó hasta llegar a una sentencia sin precedentes en Mendoza. La jueza Moretti determinó que existió “un impacto espiritual” resarcible y condenó a la demandada a pagar 60 mil pesos más intereses.
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La historia inició en el 2013, cuando comenzaron a salir, el hombre le dijo a su nueva pareja que estaba separado de su esposa, que en ese momento vivía en España. La relación no era oculta e iba por el buen camino: incluso el novio le presentó a su hija y nuera y le ofreció alquilarle una cochera de su propiedad ubicada cerca del banco.
Un mes más tarde comenzaron los problemas cuando su ex pareja volvió de España y se enteró de la relación de su ex marido.
Un día la empleada bancaria recibió 14 llamadas y mensajes de texto de un celular que desconocía, donde le pedían que se comunicara con otro teléfono. Como no lo hizo, a los pocos días apareció por la sucursal la esposa enojada para amenazarla. Pero eso no fue todo, ya que volvió al banco y pidió hablar con los jefes de la empleada.
Cuando declararon ante la jueza, los responsables del banco apoyaron a la demandada, a quien definieron como “excelente trabajadora”. Además comentaron que la demandante les dijo que “era una cualquiera porque se había acostado con el marido” y que la tuvieron que calmar para evitar un escándalo mayor ante otros clientes.
“La señora quería hacernos saber la clase de persona que tenemos trabajando en el banco”, relató el gerente de la sucursal, que además contó que la mujer quería la filmación de las cámaras de seguridad del banco para demostrar que la empleada le entregaba el número de teléfono a los clientes para seducirlos.