Un electorado nuevo, los alrededor de dos millones de electores que no habían querido o podido participar de las primarias abiertas, fueron el domingo a votar masivamente por Cambiemos. Dado
que Mauricio Macri no es un dirigente que se haya caracterizado por generar olas de entusiasmo a
lo largo de su trayectoria, hay que imaginar que más bien fueron a votar contra de la continuidad
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del oficialismo. Un electorado poco politizado (puede deducirse del hecho que no le interesó
participar de las PASO), que se siente saturado por los más de 12 años de kirchnerismo. El
dilema que se discute en el entorno de Daniel Scioli es cómo posicionarse frente al nuevo
escenario del balotaje.
Desde los resultados del domingo, Macri –ganador en la derrota- quedó tocado por la varita del
éxito. Cual Gardiner, ahora todo lo que dice suena interesante y revelador. Y la propuesta de
Cambiemos, antes frívola y noventista, hoy se ve fresca y moderna, ideal para el verano que
arranca. En contrapartida, Scioli se percibe agotado, con su voz agrietada que repite un mensaje
que, de repente, plantean cansador y poco atractivo.
El resultado del domingo parece tener tantos padres o madres como interlocutores se contacte
del oficialismo. Para los kirchneristas, el problema fue Scioli, que no fue suficientemente
kirchnerista y no pudo convencer al ya mítico 54 por ciento que votó a la Presidenta en 2011. En
cambio, los más sciolistas entienden que el candidato se equivocó al elegir un discurso tan alineado con el Gobierno y desentenderse del electorado independiente, que siempre fue el plus
que tuvo Scioli en comparación con otros candidatos del oficialismo.
Desde el día posterior a la elección, el edificio ubicado enfrente de la sede porteña del Banco
Provincia es lugar de permanentes reuniones. No sólo participan los integrantes del equipo de
campaña sino también funcionarios e intendentes que se acercan para aportar sus ideas. Pensar
en un cambio drástico en el discurso de Scioli es absurdo, más todavía si se recuerda que Macri fue
quien trató de acercarse a los postulados del kirchnerismo en las semanas previas a las elecciones.
Pero sí imaginan que hay que dar señales para ampliar la base electoral. "Al electorado
kirchnerista ya lo tenemos, ninguno va a votar a Macri. Entonces hay que direccionar el mensaje
hacia quienes no lo son, poner en claro las grandes diferencias entre votar una cosa y la otra",
explicó uno de los dirigentes que participaron de esos encuentros.
En definitiva, los intendentes ganadores que conversaron con Scioli salieron convencidos de que
se están barajando cambios que pronto se pondrán en marcha. Uno, será ampliar el espectro de
voceros públicos de la candidatura de Scioli con dirigentes que obtuvieron buenos resultados en
sus distritos. Otro, será exhibir la nueva camada de intendentes que el Frente de la Victoria
consagró en el Conurbano, que dejaron casi en el recuerdo a los famosos "barones".
"Hay que mostrar que la renovación no es patrimonio del macrismo, el peronismo está cambiando toda su línea de intendentes y metiendo un montón de gente joven", explicaba uno de los jefes comunales que se reunió con Scioli. El candidato los felicitó uno por uno, y ellos prometieron trabajar para que el peronismo bonaerense deje de lado las diferencias y se alinee detrás de su candidatura
para el ballotage. Obviamente, no están pensando en quienes eligieron a Macri sino en el votante
de Sergio Massa -en definitiva, el árbitro del ballotage- que se supone peronista o, al menos, no
antiperonista, al que tendría que resultarle más natural inclinarse hacia Scioli. El objetivo es
hacerle la oferta más atractiva, llevarle dos o tres mensajes que le devuelvan brillo a la propuesta
del oficialismo. En eso trabajan a todo vapor.