Guerra y paz son palabras fáciles de usar, que aparecen en los discursos de diplomáticos, políticos, periodistas y tertulianos con una liviandad pasmosa. Y tomar posición ante un conflicto en curso parece una cuestión tan sencilla como elegir una u otra receta, con presidencia de todos los factores que intervienen en una guerra y de las complejas negociaciones y arbitrajes que se deben llevar a cabo para obtener la paz. Y esto es más presente que nunca cuando se aborda en un contexto amplio el actual conflicto que tiene lugar en Europa oriental.
El 4 de abril de 1949 se firma en Washington el llamado Tratado de Washington, que da origen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, más conocida por su sigla OTAN o NATO en inglés, como un tratado de defensa mutua que, en su declaración inicial, sostenía que sus firmantes "...Están decididos a salvaguardar la libertad, el patrimonio común y la civilización de sus pueblos, fundados en los principios de la democracia, la libertad individual y el Estado de derecho. Buscan promover la estabilidad y el bienestar en la zona del Atlántico Norte."
Ya resulta sorprendente que alguno de los países firmantes de este acuerdo como sea el caso de la República de Francia, no estaban salvaguardando la libertad, el patrimonio común y la civilización de los pueblos en Indochina en donde estaban llevando a cabo una feroz represión contra los procesos nacionalistas que se habían gestado en la lucha contra la dominación japonesa. Esto señalaba que el vocabulario empleado en la declaración inicial tenía más un carácter retórico que una confirmación firme de valores fundados. Y este hecho de una declaración retórica ha sido confirmado con la intervención de algunas de las potencias de la OTAN en el caso de la guerra civil en Libia o más dramáticamente con la intervención de la OTAN en las guerras civiles balcánicas.
Básicamente la OTAN confirmó la visión estadounidense del orden internacional que debería existir luego de la Segunda Guerra Mundial. El 14 de mayo de 1955 la Unión Soviética y los países europeos que habían quedado bajo su control en los tratados que conformaron el orden internacional europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de Yugoslavia y Albania, "establecen una alianza, conocida como el Pacto de Varsovia, cuyo objetivo era poder solucionar de una forma pacífica sus conflictos internos, apoyar la defensa mutua y dotarse de seguridad jurídica frente a los países de Europa Occidental y, sobre todo, frente a la organización militar que los agrupaba, el Tratado del Atlántico Norte (la OTAN)." (fuente:https://historia.nationalgeographic.com.es/a/creacion-pacto-varsovia_16757). Es decir, el Pacto de Varsovia surge 6 años después del Tratado de Washington, y luego de la guerra colonial francesa en Vietnam, y el intento estadounidense de invadir a la República Popular China a fin de 1950 durante la guerra de Corea. Es decir, con independencia de los juicios de valor sobre los regímenes políticos que gobernaban esas naciones e inclusive sobre el gobierno del Partido Comunista de la Unión Soviética, el Pacto de Varsovia es reactivo a una política estadounidense que si bien preservaba la paz en el ámbito europeo y en el Atlántico norte, no la promovía en el resto del mundo.
En el mes de julio del año 2024 en la OTAN celebra la Conferencia del 75º Aniversario, en un escenario mundial completamente diferente. En esta conferencia, los países que firmaron originalmente el tratado de Washington, más los países que se fueron agregando se juntan con países de la región Asia-Pacífico, lo que ya señala una transformación de la alianza atlántica en una organización político estratégica de alcance planetario, que se ha preservado y ampliado, aunque su alianza rival, el Pacto de Varsovia ya ha desaparecido. Entre las resoluciones de esta reunión conmemorativa y al mismo tiempo resolutiva se decidió: "El 10 de julio, los aliados acordaron establecer un programa de asistencia y entrenamiento de seguridad de la OTAN para Ucrania, con el fin de coordinar el suministro de equipo militar y entrenamiento para ese país. También anunciaron un compromiso de asistencia de seguridad a largo plazo a Ucrania con un mínimo de 40.000 millones de euros durante el próximo año. “Este compromiso garantizará una mayor distribución de la carga del apoyo militar”, dijo el Sr. Stoltenberg. “También proporcionará a Ucrania el apoyo fiable que necesita para disuadir y defenderse de futuras agresiones rusas ahora y en el futuro”. El Secretario General se congratuló de que más aliados hayan firmado acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania, lo que eleva el total a 20. También destacó que los aliados han acordado establecer un Centro Conjunto de Análisis, Entrenamiento y Educación OTAN-Ucrania en Polonia."
Una lectura razonada del párrafo anterior nos señala la gravedad de la decisión. No es meramente una transferencia de armamento, lo cual ya en situación de guerra es una decisión grave que alinea en forma absoluta con uno de los contendientes. Se habla de “…coordinación del suministro de equipo militar y entrenamiento”. Y esta frase es la importante, en efecto en el tratado de la alianza atlántica el elemento fundamental es la transformación de los ejércitos nacionales, con sus tecnologías, armamentos, calibres y municiones, requisitos técnicos, sistemas y normas de comunicación, códigos de seguridad, etcétera, totalmente distintos, en protocolos comunes a un ejército mancomunado. Es decir, la integración del ejército de distintas naciones, suponer la integración de las logísticas de esos ejércitos, de los proveedores y de los equipos de sus ejércitos. Es una enorme operación que afecta las Industrias militares, los sistemas de entrenamiento y movilización. Es decir, lo que se está afirmando es la futura integración de Ucrania en la OTAN a partir de la integración de sus fuerzas armadas mediante un entrenamiento común y una logística común. Y esto es particularmente importante porque la industria militar ucraniana y las tecnologías militares ucranianas todavía son las que derivan de su pertenencia a las antiguas fuerzas armadas de la Unión Soviética.
Así la OTAN no solo ha tomado partido, sino que parece hacerlo ya no en modo informal, sino en modo formal, porque esta es la consecuencia inevitable de la integración de las fuerzas armadas entre sí.
Y esto se afirma aún más cuando se ve la hostilidad de medios periodísticos afines a la línea hegemonista estadounidense contra los dos miembros del tratado de Washington que intentan tener una política distinta en el sentido de no acelerar el conflicto sino tratar de construir vías de comunicación que cierren las enormes diferencias que hay entre las propuestas de cada contendiente, como son la República de Hungría y la República de Turquía. Y ese este último caso, una nación miembro fundadora de la OTAN que ya fue castigada hace unos años cuando adquirió armamento ruso, y que ahora como señala un influente medio conservador en cuestiones de defensa sostiene que: “Turquía sigue socavando los intereses de Estados Unidos, Israel y Occidente. El presidente Recep Tayyip Erdogan debe dejar de apoyar a Rusia, dejar de socavar la alianza de la OTAN y dejar de respaldar a Hamás. La cumbre de la OTAN que se celebrará esta semana en Washington ofrece una oportunidad ideal para que Turquía demuestre que quiere enmendar su comportamiento. Si Erdogan no actúa, el Congreso de Estados Unidos debe castigar a Ankara”.
Se trata de una declaración absolutamente transparente: o Turquía se alinea con la posición estadounidense, celebrada por el resto de los socios de la OTAN o será castigada. Y el mensaje por elevación es a cualquiera de los miembros de la alianza, y a los países que adhieran como medios extra atlánticos, como es caso del gobierno del presidente Javier Milei para la Argentina, es claro como el cristal: No hay lugar para ninguna posición que no sea la plena beligerancia contra la Federación Rusa y sus intereses.
Inclusive, cuando la declaración reciente señala las cuestiones de entrenamiento, están abriendo la puerta al clásico modo de involucramiento directo de un ejército en otro país, siempre comienza enviando instructores a la retaguardia, que enseñen a usar los equipos de radar, los equipos de radio comunicaciones, los equipos de interferencia, etcétera y luego se envían más instructores y luego se envían instructores al campo de batalla y luego se envía tropas.
¿Dará la OTAN el paso final de enviar tropas al frente? Al presente esto es imposible afirmarlo, pero todas las señales coinciden en que la Declaración de la reunión del 75º aniversario del Tratado de Washington sube un escalón en la intensidad del involucramiento atlántico en el conflicto europeo. Al tiempo que bloquea cualquier posibilidad de una nación de te plantear negociaciones o vías de comunicación que por lo menos logren un acuerdo de alto al fuego transitorio, que pare la violencia, y establezca algún tipo de mesa de negociación, que es lo más probable que hoy se pueda lograr.
Al azuzar a uno de los contendientes con un creciente apoyo y con la promesa de una admisión formal en el Tratado de Washington, la OTAN hace exactamente lo contrario a lo cual que cualquier posición proactiva en defensa de la paz pueda asumir. Y las consecuencias de ello serán dramáticas.