Tensión en Ucrania: Cruje el viejo orden internacional

La decisión rusa de reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk y la inmediata reacción de las potencias occidentales vienen cocinándose a fuego constante desde hace más de 30 años. ¿Qué posición asume China y cómo queda el mundo forjado de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial?

24 de febrero, 2022 | 00.05

El pantano de Ucrania y las causas de larga data que desembocaron en el conflicto actual recuerdan a esas escenas en las que alguien cae en una ciénaga sin alternativa más que la muerte: si la persona queda inmóvil se hunde irremediablemente y si se intentaba salir, el hundimiento se aceleraba y la asfixia llegaba con mayor rapidez.

La audaz jugada de Moscú al reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk y la inmediata reacción de Occidente vienen cocinándose a fuego constante desde hace más de 30 años, incluso antes de que la Unión Soviética se desintegrara en 15 repúblicas: dos de ellas Rusia y Ucrania. 

Desde entonces las cuestiones económicas, las vinculadas a los recursos naturales, pero sobre todo las geoestratégicas comenzaron a horadar el camino. Para Estados Unidos había llegado la hora de someter a su debilitado rival ruso; de expandirse globalmente y de perpetuar su unilateralismo. Para Rusia, se trataba de asumir su pérdida territorial y de poder; remontar su debacle y, sobre todo, evitar el acoso y planes de sumisión por parte del imperio norteamericano.

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El territorio de Ucrania fue desde entonces el tablero de esa disputa geoestratégica. Vale la pena destacar dos o tres hitos. 

Primero, las promesas incumplidas. En 1990, Mijail Gorbachov, el aún presidente soviético firmó con Europa (Carta de París) un acuerdo de seguridad que incluía el desarme y la no expansión de la OTAN. Rusia disolvió el Pacto de Varsovia (la contracara de la OTAN) pero EEUU -que también había firmado varios documentos comprometiéndose a lo mismo-, incumplió los pactos y empezó a avasallar. En 1995, la OTAN dejó de ser defensiva y atacó por primera vez en la ex Yugoslavia. En 1996 se realizaron las primeras maniobras conjuntas entre Ucrania y la OTAN. Desde entonces el avance militar hacia las fronteras de Rusia no cesaron.

Segundo hito, la captura de Ucrania como punto geoestratégico fundamental. En 2014, cuando faltaban tres meses para las elecciones ucranianas (que hubiera sido un recambio democrático de gobierno), Washington alentó y financió las movilizaciones y disturbios conocidos como Euromaidán, que derrocaron al presidente Viktor Yanukovich, cercano aliado de Moscú. Sin esconderse, la secretaria de Asuntos Europeos de EEUU (hoy subsecretaria del Departamento de Estado), Victoria Nuland, fue una de las activistas que fogoneaba la insurrección en la Plaza Maidán. Desde entonces -préstamos del FMI y asesores militares mediante- Ucrania se volvió muy sumisa a Washington, excepto las regiones de Donetsk y Lugansk que desde aquel 2014 se autoproclamaron independientes y desconocieron las sucesivas autoridades de Kiev.

Tercero: la nueva escalada de tensiones. En la perspectiva del Kremlin, las falsas acusaciones de Estados Unidos sobre una supuesta invasión de Rusia a Ucrania eran los prolegómenos que le proporcionaría un causus belli para actuar. Esta supuesta invasión permitió, incluso, una nutrida afluencia de armas y asesores occidentales a Ucrania y otras repúblicas como las Bálticas, fronterizas con Rusia. 

Hay varias hipótesis sobre las razones de esta última avanzada norteamericana. Una tiene que ver con el frente interno: el país atraviesa la peor inflación en 40 años; una grave parálisis parlamentaria y un ocaso hegemónico que no detiene su caída. Otra, de orden estratégico, busca contener a Rusia para –indirectamente- contener a China, el real rival de EEUU en este momento. La profundización de la alianza entre Beijing y Moscú (en el uso de sus monedas en detrimento del dólar, en alianzas militares, en transferencia tecnológica, etc) es kriptonita para Washington.

Pero cuanto más amenaza EEUU – y esto ya lo había advertido hace varias décadas atrás el estratega Zbigniew Brzezinski-, más firme se vuelve el pacto entre Vladimir Putin y Xi Jinping. El pasado 4 de febrero, en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno, ambos líderes acordaron trabajar juntos para un crecimiento económico sostenido, pero también para “defenderse conjuntamente de los riesgos y desafíos modernos”. Hablaron del “importante papel estabilizador” de ambas naciones en la arena internacional para mejorar la democratización y las relaciones entre los países.

La palabra de China

¿Cuál es la reacción de China ante la osada decisión de Putin de reconocer a las autoproclamadas repúblicas ex ucranianas? Gustavo Girado, uno del sinólogo más respetado en la Argentina, no cree que China haya sido sorprendida con el anuncio.

“La declaración conjunta del 4 de febrero de 2022 fue, prácticamente, un nuevo reparto del poder geopolítico global y una especie de declaración de formas y maneras en que China y Rusia están viendo ahora el funcionamiento del mundo, con las advertencias del caso y asumiendo una posición. En aquel momento, estaban vigentes los acuerdos de Minsk y no se visualizaba que Rusia iba a atender las declaraciones de independencia de Donetsk y Lugansk”, explica el especialista.

Para Girado, “la acción de Putin se concretó porque, justamente, cuenta con un respaldo político para tomar determinadas decisiones, porque sabe que tiene dónde recostarse. No creo que China haya sido sorprendida por esta decisión de Rusia, sino que Rusia tomó esta decisión porque cuenta con que China no va a colocarse contra sus intereses.”

Ante el nuevo escenario, la Cancillería china difundió una declaración que mantiene su política exterior tradicional: "China pide una vez más a todas las partes que actúen con moderación, reconozcan la importancia de aplicar el principio de seguridad indivisible, suavicen la situación y resuelvan las diferencias mediante el diálogo y la negociación".

“La forma en que el canciller Wang Yi se refirió a estos acontecimientos no marca un cambio sino una intensidad diferente”, opina Girado. “China en todo caso no reacciona con tanta velocidad como estamos acostumbrados. Necesita saber cuál va a ser la respuesta de Occidente para poder tomar una decisión definitiva”. 

El viejo orden internacional nacido después de la Segunda Guerra Mundial sigue resquebrajándose. ¿Algo nuevo estará naciendo?

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Telma Luzzani

Tiene una trayectoria de más de 30 años como periodista y analista de política internacional. Trabajó en numerosos medios gráficos (Página 12, Tiempo Argentino y Clarín) y medios audiovisuales. Fue conductora de Voces del Mundo en Sputniknews y co conductora en el multipremiado programa de VISION 7 INTERNACIONAL emitido por la TV Pública. Tiene varios libros escritos. Los más conocidos son: “Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría” (2019); "Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica" (Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2012); Venezuela y la revolución (2008), entre otros.