Brasil enfrenta un año decisivo. ¿Bolsonaro o Lula? Ambos candidatos están enfocados en quién ganará la elección presidencial del próximo 2 de octubre y en este marco debe leerse el viaje de Jair Messías Bolsonaro a Rusia, porque para tener chances de ser reelegido, el actual presidente de Brasil deberá lograr al menos dos cosas: mejorar sustancialmente la situación socio-económica y reparar su imagen pública.
Un par de datos oficiales para entender la realidad brasileña, ambos difundidos por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE). A nivel económico la agencia gubernamental asegura que Brasil está en recesión técnica y amenazada por altas tasas de inflación y desempleo. A nivel social los datos son más pavorosos: luego de dos años de pandemia el analfabetismo casi se duplicó. En la franja de 6 y 7 años, en 2019, había 25% de chicos que no sabían ni leer ni escribir. Ahora la cifra es de 41%. El flagelo golpea más a la niñez negra y de sectores humildes. Los chicos pobres analfabetos, por ejemplo, pasaron de ser 33% (2019) a 51%, mientras que en los estratos ricos pasaron de ser 11% a 16%.
En cuanto a la imagen pública de Bolsonaro, a pesar de las críticas mediáticas, de las presiones de EEUU y de la tensa situación en la frontera entre Rusia y Ucrania, sus asesores le aconsejaron realizar el viaje a Moscú. Según ellos, una foto con Vladimir Putin en el Kremlin puede ayudar a erradicar la idea de que es “un presidente aislado”. Luego de la exitosa gira por París, Berlín y Madrid de su contrincante, Lula da Silva, y del próximo viaje a México en el que el líder del Partido de los Trabajadores será seguramente recibido por el presidente Andrés Manuel López Obrador con todos los honores, Bolsonaro quiere mostrarse como un político con conexiones internacionales.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Durante el encuentro en el Kremlin, Bolsonaro hizo concesiones y Putin obtuvo lo que necesitaba: las declaraciones públicas del presidente de la mayor potencia sudamericana, afin a Washington, negando la imagen de provocador belicoso que Occidente y sus medios vienen construyendo hora a hora, desde hace meses, sobre el mandatario ruso. “Putin es una persona que busca la paz en cualquier conflicto”, aseguró Bolsonaro.
A cambio, el brasileño se lleva dulces promesas para una vieja y nunca cumplida aspiración de su país. “Rusia apoyará la candidatura de Brasil para figurar entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU en el contexto de la eventual ampliación de este organismo concediendo plazas adicionales para los países en desarrollo de África, América y Asia", dijo el canciller ruso Serguei Lavrov.
Otro punto fundamental de este viaje fueron las negociaciones vinculadas a las tecnologías militares y espaciales.
Desde que asumió el gobierno cívico-militar de Bolsonaro en 2019 se produjo un giro copernicano en la historia política de Brasil. Usando sus propias palabras, él se propuso “refundar Brasil” y, entre otras cosas, arrasó con la tradición diplomática de Itamaraty (globalmente famosa por su alta profesionalidad), destruyó lazos con sus vecinos, cuestionó entidades de integración como Mercosur o BRICS, aplicó fórmulas neoliberales extremas e instaló en Brasil un gabinete con un alto número de militares. El poder, en las sombras, de las Fuerzas Armadas, sigue siendo muy relevante.
La pregunta es: ¿cuánto de este gobierno militarizado puede modificarse en caso de un triunfo de Lula? ¿Cuáles son los programas y planes que estos sectores están hoy cerrando previendo un cambio de gestión el 1º de enero de 2023? ¿Tienen los acuerdos militares con Rusia alguna vinculación?
En este viaje acompañaron a Bolsonaro su ministro de Defensa, el general Walter Braga Netto, y su canciller, Carlos França, quienes se reunieron con sus pares rusos Serguéi Shoigú y Lavrov para hablar entre otros temas de la cooperación técnico-militar. Por el momento sólo ha trascendido la declaración del canciller França: "A nosotros nos interesa aplicar la experiencia rusa en las tecnologías militares. Estamos muy interesados en comenzar el intercambio de tecnologías para que podamos aprovechar la experiencia rusa para fomentar nuestra capacidad de defensa".
Finalmente, en esta gira, Bolsonaro no ha descuidado a sus seguidores y hace una escala en Budapest, para reunirse, este jueves, con el primer ministro húngaro, el ultraderechista Viktor Orban. Con él, el presidente de Brasil comparte valores como el racismo, la homofobia y la demonización (incluso persecución) de quienes piensan diferente. Orban disputará un cuarto mandato el próximo 3 de abril y para Bolsonaro un encuentro con él representa un excelente mensaje destinado a su núcleo duro electoral, nada menos que el 25% de los votantes brasileños.
Cerrar sesión