(Por Martín Olavarría) El reconocido jazzista cubano Arturo Sandoval se presentó anoche con su banda el Teatro Ópera y repasó su extenso repertorio con raíces latinas en un show en el que la espontaneidad y carisma del músico se impusieron en numerosas interacciones con el público.
El experimentado trompetista, pianista y compositor llenó de jazz el recinto teatral porteño y alternó las destacadas performances musicales con varias anécdotas de su trayectoria, chistes, reflexiones, experiencias cotidianas, como su gusto por el café con el helado de dulce de leche.
El show, que se extendió por dos horas y media, comenzó con la banda conformada por Mark Walker (batería), Daniel Feldman (percusión), Michael Tucker (saxo), Maximilian Gerl (bajo), Maxwell Haymer (piano) y William Brahm (guitarra), quienes antecedieron al número principal y prepararon el ambiente para recibir al aclamado Sandoval.
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No bien subió al escenario, la presencia afable de Sandoval y su figura eclipsaron todo lo demás y su estrella iluminó el resto de la noche a fuerza de música y muchas ganas de contarle sus consideraciones a la concurrencia, deseosa de escucharlo y celebrar su música y sus aproximaciones siempre humorísticas y llenas de historia.
De esa manera, el cubano repasó los orígenes de la música que iba presentando en una verdadera clase magistral de la temática.
"Creada por Dizzy Gillespie y Charlie Parker, la idea principal y primordial de la big band vino de la cabeza de Dizzy, que era un genio, extremadamente adelantado a su época, que cuando salió con este tipo de música, era el pleno apogeo del swing, y la gente no podía procesar lo que tocaba, era mucha información", dijo al introducir una de las extensas piezas interpretadas.
Parte estelar de la presentación también radicó en la destreza de los músicos que acompañaron a Sandoval, con destacadas actuaciones del saxofonista Michael Tucker y el guitarrista William Brahm, que estuvieron a la altura del espectáculo y fueron muy reconocidos por el entusiasta público del Teatro Ópera.
"A la gente le encanta hoy en día las groserías, estamos jodidos. Pero yo sé que ustedes son de muy buena calidad y nosotros la pasamos bien en el escenario, sobre todo si la gente la pasa bien", fue uno de los dardos que Sandoval le destinó al reggaetón y el trap, géneros cuyos intérpretes recientemente desmereció en su condición de artistas.
En ese sentido, agregó: "Nos preocupa más la calidad que la cantidad. Sé que son un público conocedor de lo que están es escuchando y que aprecian lo que hacen. Y estoy orgullosísimo de compartir el escenario con estos grandes músicos".
"Un amigo una vez me preguntó hace muchos años qué me gustaría hacer musicalmente que no hubiera hecho. Mi padre no escuchaba mucha música pero si escuchaba tango era otra cosa. Era fanático del Polaco Goyeneche", introdujo Sandoval previo a poner su voz para interpretar "El día que me quieras" de Carlos Gardel y dedicársela a su progenitor.
La destreza y energía de Sandoval no se limitó a su trompeta y canto, sino que también se impuso en teclados, piano y percusión, labores que alternó en numerosas ocasiones a lo largo del show, con un destacado pasaje en el que comenzó a emular los sonidos de varios instrumentos únicamente con su voz durante más de tres minutos.
Además, hubo también tiempo para sonidos más tropicales, como cuando Sandoval cantó y tocó "El manisero" de Moisés Simon, "que escribió esta canción para dedicársela a los vendedores de maní tostado cubanos", reseñó.
"Un día sin reír es un día completamente desperdiciado. Como todos los seres humanos, tenemos momentos en que nos sentimos abajo. No me gusta usar la palabra "deprimido". Los cobardes se deprimen, los desocupados, los vagos, los que no tienen aspiraciones en la vida se deprimen, los valientes no", reflexionó Sandoval para presentar "Smile", la famosa e hiperversionada composición de Charles Chaplin.
Sobre lo que le inspiraba esa canción, el cubano dijo que "cuando uno quiere lograr algo, se levanta y camina. hay muchas motivaciones y muchas cosas para hacer antes que deprimirse. Pero cuando alguien se sienta extremadamente deprimido y escucha esta canción, les garantizo que le vuelve el alma al cuerpo".
Fundador del grupo Irakere, una de las más grandes expresiones del jazz cubano que compartió entre otros con el saxofonista Paquito D'Rivera, Sandoval y su compañero de banda abandonaron el conjunto y la isla para exiliarse en Estados Unidos, fragmento de su vida que quedó retratado en la película "Por amor o patria" (2000), en la que Andy García lo interpretó.
En Estados Unidos y como protegido del legendario Dizzy Gillespie, el músico, hoy de 72 años, puso en contacto la tradición del jazz norteamericano con su pulso caribeño y plasmó una trayectoria en la que logró 10 Grammys, media docena de premios Billboard y un Emmy por la música del filme sobre su vida.
Además del jazz latino, Sandoval también es un reconocido pianista y compositor de música clásica y su obra visita además otros géneros como el pop y el bolero.
El jazzista editó un disco de duetos en 2018, "Ultimate Duets" que lo reunió en diferentes dúos con Stevie Wonder, Al Jarreau, Plácido Domingo, Prince Royce, Alejandro Sanz, Pharell Williams, Ariana Grande y Josh Groban, entre otros.
Con información de Télam