Roberto Navarro en El Destape Radio: La culpa es de Macri, no de Kicillof

02 de noviembre, 2020 | 11.27

Roberto Navarro volvió a El Destape Radio con un elocuente editorial sobre la situación social, la reciente toma y desalojo en Guernica, la pandemia por el coronavirus y la dura herencia que dejó la administración de Mauricio Macri. 

Aquí, el editorial completo de Roberto Navarro en El Destape Radio

Estamos viviendo en Argentina una situación de tal gravedad social como cuesta encontrar en nuestra historia. Antes de la pandemia, el gobierno nacional asumió y tuvo que dar una tarjeta de alimentos, como en la guerra, y medicamentos gratis, porque la situación alimentaria y sanitaria al final del gobierno de Macri era desesperante. 

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Luego, la pandemia, nos volvió a pegar duro. La actual crisis cambiaria, golpea encima de los moretones. El Gobierno atiende esta situación asediado por una derecha que no solo busca un golpe que lo vuelva a entronizar en el poder. Si no que también hace daño todo el tiempo: todos los días. 

¿Cuántas muertes nos hubiéramos ahorrado si los medios no hubiesen atizado la rebeldía a la cuarentena todo el tiempo? ¿Cuánto mejor informados y concientizados si no hubieran demonizado incluso a los infectólogos? 

Hay que terminar con la hipocrecía y decir de una vez por todas que los medios tradicionales ya no pueden ser el ágora del debate público. Los funcionarios no tienen que legitimar más esos espacios con su presencia y tienen que decirle a la población por qué no van.

Los medios actúan como grupos de tareas que difunden el odio y el mal. Son, y digámoslo claro y de una vez, un grupo de mafioso que armó causas para meter presos a dirigentes populares, que persiguieron hasta la muerte a algunos, como Héctor Timerman,  que instalaron un gobierno que nos robó, nos endeudó y nos dejó en patas frente a la pandemia. Esa es la situación que atravesamos. Y para salir de ahí harán falta coraje e inteligencia. Las dos cosas. 

Ahora al gobierno lo corren por derecha y por izquierda. 

En medio de la pandemia, la violencia se esparce enfurecida en varios países del mundo: el hambre, el desamparo y los que sacan provecho de esos pesares. 

Me dolió mucho ver la imagen de Guernica. Me recordó mi niñez en la villa La Paloma, en Talar: los tiros todas las noches, el miedo, los cartuchos tirados al otro día. Esos, los de Talar, eran de plomo. Pero sé, porque seguí muy de cerca, lo que hizo Axel en la toma, lo bien que laburó.

Un equipo interdisciplinario se alojó en el predio: les dio atención sanitaria, trató casos de violencia doméstica, les dieron documentos a los indocumentados, les compraron materiales de construcción, remedios. Para que vuelvan a sus casas ahora en mejor estado. 

Actualizaron programas preexistentes para darles dinero para pagar alquileres. Hicieron listados para reubicarlos en otros terrenos con servicios y no como ahí que no tenían ni agua ni baños. Incluso luego del desalojo volvieron al barrio. Volvió el Cuervo Larroque que hizo un trabajo extraordinario. 

Axel y su equipo hicieron lo que nadie hizo nunca en una toma. Pero llegó la orden judicial. La orden del gobernador fue "superioridad numérica para no reprimir". Hasta que comenzaron a tirarles piedras y otras cosas. La Policía Bonaerense, si le tiran piedras, dispara. Pero el gobernador se aseguró que las balas fueran de goma. 

El recurso humano policial es malo. Aún con un buen gobierno. Pero yo no recuerdo otra toma y desalojo sin muertos ni heridos. Y si no hubo muertos ni heridos no fue gracias a Dios, como escuché por ahí: fue gracias al gobernador.

De 37 detenidos, solo 8 eran de la toma. El resto eran militantes de movimientos de izquierda. Las topadoras eran de la intendenta del partido de Presidente Perón, no de la provincia. Ella comenzó el problema y se metió cuando ya había terminado con sus topadoras a darle más drama a un espectáculo ya dramático.  

Cuando las cámaras se fueron quedó el Cuervo Larroque ayudando a quienes habían quedado.

Estamos en una situación social dramática: si no se toman decisiones, si no se trabaja, puede haber tomas, puede haber saqueos, puede haber, y esto es lo grave, estallido. Y trabajar es darle a la gente lo que necesita. Y eso hizo Axel Kicillof. 

Evitar el estallido y el caos que puede venir en una crisis en medio de la pandemia también es evitar que algunos grupos, a pesar de la ayuda, decidan incendiar todo. Porque la responsabilidad de quien gobierna es evitar que entremos en un caos que luego se vuelva ingobernable. Y en ese casos serán los más pobres los que sufran. 

En el contexto de la pandemia, el déficit habitacional es un problema que resulta tan grave y urgente como el hambre. Hay que invertir nuestros esfuerzos en acabar con la injusticia de que un pibe no tenga un pedazo de tierra en la que vivir, que sus padres terminen tomando tierra para poner cuatro maderas y cagar afuera. Dar la batalla en todos los frentes para terminar con esta injusticia 

La derecha impone como un mantra a la propiedad privada.

¿La propiedad privada de quien?

En Argentina cada vez hay más personas que no tienen nada. Nada. Argentina, aun en esta situación desesperante, sigue estando entre el 25% de países más ricos.

Argentina no es un país pobre; es un país injusto

Y está en nuestras manos hacerlo justo

Sólo desconcentrando lo que Macri concentró el pueblo recupera su nivel de vida. Argentina es el octavo territorio más grande del mundo y solo viven 45 millones de personas. No puede ser que un pibe nazca sin suelo que pisar. Sin un pedacito de tierra donde vivir. Pero no es culpando a uno de los nuestros, a uno de los mejores, que lo vamos a arreglar. La escasez va a durar, la pobreza tardará mucho en bajar si no se distribuye. Pero no lo lograremos de manera violenta. Ahí ellos ganan.

El camino lo marcó Cristina en su carta: ya están todos lo suficientemente asustados como para sentarse a negociar. A nadie le conviene que el conurbano se convierta en el Far West.

Hay que buscar un pacto social. Pero desde un lugar de firmeza. El riesgo a un estallido de dimensiones trágicas está en una devaluación descontrolada. Pese a la baja de retenciones que se comunicó a mediados de septiembre, la liquidación de divisas de octubre fue un 27% por menor los niveles de un año atrás. En simultáneo, el mismo complejo sojero incrementó en casi un 400% la importación de porotos de soja desde Paraguay. 

Esto demuestra que lo que es débil no es la moneda; es el Gobierno: es el poder político frente al poder económico. Es la debilidad del Estado.

Lo que plantea Cristina no es la debilidad del dólar, es la debilidad del Estado. Lo que está en juego es la sobre vivencia del estado nacional tal como lo conocimos.

Y es el conocimiento de la situación lo que está generando ese reagrupamiento de la oposición que vimos en los últimos días.

Y este es el gran tema que viene: la situación es tan grave que hay dirigentes como Pichetto o Saenz que ya dijeron que están dispuestos a negociar. También lo dijo Lavagna, que representa a muchos empresarios. Y es claro que lo quiere Larreta. 

Lo que viene es un intento de acuerdo social, que hoy tiene como enemigos a Clarín, a Macri y a la embajada. 

Para decirlo más fácil: a Clarín y la embajada parece quedarles solo Macri para llevarnos hacia el abismo. 

Se debe discutir el dólar, se debe discutir el precio de los alimentos, se debe discutir el derecho a la tierra. 

En el fondo todo es discutir si se vuelve  un equilibrio de poder que permita que sea el Estado el que dirima todos los asuntos, que sea el Estado el factor preponderante en el poder argentino. 

Al borde del abismo, la política parece estar pegando un volantazo antes de caer.
La idea salvadora, la propuesta, otra vez, es de Cristina.