Todo lo que se vivió en el campamento argentino luego de la derrota frente a Arabia Saudita significó una tremenda presión para estos jugadores y cuerpo técnico, porque de no conseguir un buen resultado frente a México podía ser una temprana y dolorosa eliminación en primera ronda.
Sin dudas hoy se superó uno de los desafíos más importantes y difíciles que tuvo que afrontar la Selección Argentina en los últimos tiempos y esto se vio reflejado en las imágenes televisivas en las que el “payaso” Aimar, con tantas batallas encima y un profundo dolor familiar, se desplomó en el banco de suplentes tapándose la cara sin poder contener las lágrimas. Y en ese mismo momento casi 50 millones de argentinos y argentinas fuimos Aimar.
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O el mismo Lionel Scaloni, que se encarga cada vez que habla con la prensa de “bajarle el precio” a los estados de ánimo y a las presiones, recalcando siempre que esto no es más que un juego, en el segundo gol argentino tampoco pudo aguantar e intentó como pudo contener el llanto. Pero de a poco sus ojos lo delataron porque se inundaron de lágrimas. Vamos Lionel…¿Esto es nada más que un juego?
La Selección Argentina en estos días sentía esa molesta brisa que la golpeaba en su rostro porque se paró sin pensarlo ni desearlo en el filo del acantilado. Un paso en falso y todo se termina. Por eso cobran sentido las lágrimas de desahogo y emoción de muchos jugadores. “Después del segundo gol casi me largo a llorar pensando que si perdíamos nos íbamos a casa”, dijo en un rapto de sinceridad brutal el “Dibu” Martínez.
Tres cambios en defensa con respecto al equipo que perdió frente a Arabia Saudita: Montiel, Lisandro Martínez y Marcos Acuña, en lugar de Molina, el “Cuti” Romero y Nicolás Tagliafico. Dos en mitad de cancha: Guido Rodríguez por Leandro Paredes y Alexis MacAllister en lugar de Alejandro “Papu” Gómez.
Desde lo futbolístico, 30 minutos del primer tiempo en los que el equipo no logró generar circuitos de juego, triangulaciones ni llegadas con peligro al arco mexicano. Con movimientos lentos de la pelota, no sufrió en su propia valla pero tampoco preocupó demasiado a Ochoa, el buen arquero que tiene la Selección que dirige el “Tata” Martino. En esos minutos las dudas sobre el funcionamiento del equipo se trasladaron a los grupos de whatsapp en el que iban y venían las más variadas dudas, aseveraciones, estrategias, posibles cambios y preguntas imposibles de responder. No me diga que a usted no le sucedió porque no se lo voy a creer.
Esta selección que logró una construir una hermosa conexión con la gente, empieza a mostrar otra cara en los últimos 15 minutos, de a poco comienza a imponer las condiciones en el partido aún sin que el dominio territorial y del balón se plasme en situaciones claras de gol. En el segundo tiempo llegó el gol de Lionel Messi desde afuera del área, uno de los más gritados de los últimos tiempos, para descomprimir la situación ya que los minutos pasaban, Argentina dominaba pero no llegaba demasiado al arco rival.
Lio llenó su empeine izquierdo con la pelota y se infló la red. Salió a gritarlo frente a los miles de hinchas que estaban detrás del arco y que estiraban sus brazos como queriendo sumarse a ese racimo de jugadores festejando el gol. Luego, miró hacia arriba, levantó sus manos, las apuntó al cielo y estoy seguro que para sus adentros dijo: ¿Andás por ahí Diego?...Es para vos…
Y uno de los nuevos iba a decir presente. Enzo Fernández se metió en la lista de 26 a fuerza de grandes actuaciones en el Benfica, en un salto al fútbol europeo que no necesitó tiempo alguno de adaptación. Es de esos jugadores que “se pone la camiseta y juega”
Recibir la pelota, encarar, amagar y pegarle al segundo palo para convertir un gol, es una sucesión de movimientos que muchos jugadores y jugadoras de fútbol pueden realizar: algunos en un entrenamiento y otros en un partido con su club. Hacerlo en un mundial, con un puñados de minutos en la Selección es para pocos y elegidos. Bienvenido Enzo a ese selecto grupo de grandes jugadores que hace simples las cosas difíciles. No podemos dejar de mencionar puntos altos en los rendimientos de Nicolás Otamendi y Lisandro Martínez. Bancando la parada siempre desde el fondo, nunca te dejan tirado. Aunque algunos rivales no puedan decir lo mismo.
Argentina logró un resultado que nos hizo olvidar por un rato de la calculadora o de hacer cuentas en el aire de cara al tercer partido por fase de grupos frente a Polonia. Es momento de respirar hondo porque nos alejaron del incómodo acantilado y disfrutar de esta alegría. Por ustedes y por nosotros, los millones de argentinos y argentinas que creemos en estos jugadores.
Y que difícil se hace contener la emoción, cuando después del pitazo final y de toda la descarga, los vimos en el vestuario revoleando las camisetas entonando uno de los himnos más hermosos que se hayan escrito para acompañarlos. Ese que en una de sus estrofas dice:
En la Argentina nací
Tierra de Diego y Lionel
De los pibes de Malvinas
Que jamás olvidaré