Impacto en el tango por todo lo que pasó en el velorio de Carlos Gardel en el Luna Park

El histórico cantor de tango Carlos Gardel fue repatriado desde Colombia tras su trágica muerte y luego un extenso viaje, sus restos fueron velados en el estadio Luna Park.

21 de febrero, 2025 | 16.56

Luego del fatal accidente que se cobró la vida del legendario cantor de tango Carlos Gardel, su cuerpo fue enterrado en un cementerio de Medellín. Pero a los pocos días, el gobierno de Uruguay pidió por él, mientras en Argentina su madre exigía que cumplan el deseo del Zorzal Criollo, de regresar con ella. Tras un extenso recorrido por Colombia y un cortejo en Nueva York, el artista fue escoltado por una multitud en el estadio Luna Park.

En 1935, durante la Década Infame, se conocían las denuncias de corrupción que sacudieron al gobierno del presidente Agustín P. Justo, quien parecía no estar interesado en la muerte de Carlos Gardel. Sin embargo, acordó una manipulación política para pedir por la repatriación de los restos del mejor cantor de todos los tiempos. Allí comentó el extenso y último viaje del Morocho del Abasto.

Bertha, la madre de Carlos, quería que su amado hijo descansara en su Buenos Aires querida y deseaba. “A las seis de la tarde (del 18 de diciembre) fue exhumado el cadáver de Carlos Gardel”, decía la edición del 19 de diciembre de 1935 del diario colombiano El Tiempo. Además, detallaba que “el cadáver será embalado esta noche para poderlo despachar a (el puerto de) Buenaventura, en el primer tren del ferrocarril del Cauca”, según lo reprodujo BBC Mundo.

Al salir de Medellín, el cuerpo de Gardel pasó por Amagá y La Pintada, donde fue colocado en unas berlinas que lo llevaron hasta la localidad también colombiana de Valparaíso. “Las berlinas eran unas busetas pequeñas rústicas que transportaban carga y pasajeros”, relató el gardeliano colombiano Jaime Rico Salazar y sostuvo que en Valparaíso sucedió “la parte más insólita del viaje” porque no había ruta y “los 20 baúles, tres cajas con sombreros y el ataúd de Gardel” fueron cargados a lomo de mula y caballos.

Esa gira final del Zorzal Criollo siguió con una escala en Panamá, donde cambió de embarcación, cruzó el canal y arribó a Nueva York el 7 de enero de 1936. En la ciudad estadounidense que lo vio brillar con sus películas, fue velado durante más de una semana. El 17 de enero fue nuevamente embarcado, finalmente, con destino a Buenos Aires, con escalas en Río de Janeiro y en Montevideo, donde también recibió homenajes.

Carlos Gardel volvió a la Argentina y una multitud lo despidió en el Luna Park

Finalmente, el cuerpo de Carlos Gardel llegó al puerto de Buenos Aires el 5 de febrero de 1936. “La operación se llevó a cabo lentamente, en medio de un silencio impresionante y sollozos de muchas de las mujeres que lo presenciaron”, relataban los cronistas de la época y detallaban que la caja que trasladaba el ataúd “estaba recubierta por el poncho que usaba Gardel para sus viajes”.

Allí comenzó la procesión hacia el Luna Park. En el camino, la multitud comenzó a entonar los tangos que Gardel cantó. Se estima que más de 40 mil personas caminaron bajo los rayos de sol al lado del cuerpo del ídolo para llegar al lugar donde fue velado. Así llego el final de esa especie de involuntaria gira de despedida que duró 51 días y 18.000 kilómetros.

Miles de personas se agolparon en el Luna Park para despedir a Carlos Gardel.

También había una multitud esperaba en el puerto, en la Dársena Norte, donde vieron como una pluma hacía descender del barco el ataúd ante un silencio litúrgico. Después hubo un cambio de féretro, porque José Razzano había comprado el mejor del mercado. Ya en el mítico estadio, el cajón fue colocado en medio del ring. Hubo algunos discursos y decenas de miles de personas que pasaron a saludar al ídolo por última vez. 

Según detalla Felipe Pigna en su libro sobre Gardel, el velatorio en el Luna Park fue más que impresionante: “Hay fotos de adentro donde se ve gente colgada del techo, literal, porque no entraba un alma más y toda la noche se cantó tango, fueron los mejores cantantes y bailarines, y las mejores orquestas. Todos cantaron, todas las entradas estaban bloqueadas por la cantidad de gente. Hubo desmayos e intentos de suicidios y la gente llorando”.

A la mañana siguiente, en la partida al cementerio se produjeron incidentes. Una buena parte del público intentó tomar el cajón y llevarlo a pulso hasta Chacarita. Al final la organización se impuso y fue llevado por un carruaje con seis caballos. Pero a paso de hombre por la multitud que cubría Corrientes, que todavía era angosta. El cortejo atravesó Corrientes de punta a punta. El recorrido llevó casi cuatro horas y en las esquinas y desde los balcones, la gente arrojaba flores ante el paso de los restos de su ídolo.