(Por Marina Sepúlveda) ¿Por qué en un dibujo con ardillas y conejos Alicia Herrero incluye un avión tirando bombas, o se la toma con utensilios de cocina y juegos de loza?, todas cuestiones que se materializan en la muestra individual que bajo el título "Supersignos y la performatividad de la materia" le dedica hasta noviembre el Museo Sívori de Buenos, donde exhibe obras no exentas de humor a partir de lo gráfico como gran discurso disciplinador de cuerpos y vidas.
"Supersignos y la performatividad de la materia. Obras y Procesos de 1996-2011" se titula la muestra instalada en una de las salas del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori de la Ciudad de Buenos Aires, que aborda la obra de Herrero desde la curaduría de Teresa Riccardi, directora de la institución, y que permite asomarse a esa particular mirada sobre símbolos e imaginería moderna que propone la artista.
La muestra, que se inscribe dentro del ciclo contemporáneo de artistas mujeres llamado "Visibles en la tempestad", surge de investigaciones que Ricciardi viene realizando sobre la obra de Herrero, a la que califica como "una gran artista contemporánea conceptual".
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Herrero (Buenos Aires, 1954), premio a la trayectoria 2021 entre otros, artista visual y docente, egresada de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, exhibe instalaciones, collages, pinturas, documentos, libros de autor y videos, realizados entre 1996 y 2011 en la Sala B del museo del barrio de Palermo, hasta el 30 noviembre.
Obras como la reconstruida documentación sobre "Chat" (2001), la instalación "Set" (2002), o "Intimidades" (1997), esos dos cuadros como anodinos pintados sobre asaderas de metal que describen un sala de estar o una cocina, así como libros de autor o la instalación que remite al verde y rojo de sus conocidos repasadores de los 90 -reminiscencias de inventarios cotidianos y cuestiones de género- o los videos que registran la experiencia "Consideraciones sobre lo Público. Un Simposio en Tres Actos" (2010), permiten asomarse al universo crítico de la artista conceptual.
Se trata de una muestra que monta parte del andamiaje creativo del que hace gala Herrero a partir del proyecto "Chat" o "Chatten" (2001) desarrollado en el Museo Boijmans de Rotterdam (Países Bajos), una instalación que recupera 80 historias de inmigrantes y presos en diálogo con las fichas técnicas de los objetos del museo. Un proyecto en el cual los diagramas gráficos y temas de la artista ya están presentes en esa "complejidad de capas del proyecto" que inicia el recorrido que va de lo privado a lo público de la práctica artística y de la gráfica a lo performativo, sin perder su esencia, refiere Ricciardi a Télam.
Conformada con obras paradigmáticas, la muestra aborda temas vinculados a la economía y el género. La curadora instala el foco en el pasaje a lo público de la práctica de la artista a partir de "Consideraciones sobre lo público" (2010), "una pieza anclada en una dimensión donde Alicia se expande hacia lo performativo", afirma.
Y si bien la artista tiene muchos proyectos, la curadora rastrea como antecedente de ese paso a mimetizarse o camuflarse en "el foro público y su instancia como artista individual" a la performance de los 90, el Parakultural y algunas piezas del período, y establece como salto válido la comisión de "Chat" por parte del Museo de Rotterdam a Herrero en el explosivo 2001.
"Comienza a trabajar a partir de conversaciones que desarrolla sobre una gramática ya presente en la serie ´repasando´ (1992-93), pero casi al mismo tiempo realiza la serie ´Súper signos´, no exhibida -aclara-, un collage trabajado durante varios años con material gráfico, libros escolares, coleccionado desde 1966 y terminado en 1999", explica la curadora que sitúa el trabajo en proximidad a la obra europea documentada que inicia el recorrido.
"Lo interesante es como empiezan a aparecer determinados elementos y gramáticas", agrega Ricciardi sobre los papeles pegados en una de las paredes bajo el título de "Súper signos y supermercado". Una pieza en la que surgen como repertorio de utensillos culinarios observados en "Chat" donde "empiezan a aparecer sus vajillas, cacharros y ya no el repasador de los 90, pero que está dentro de ese mismo lenguaje de economía doméstica", define.
Es un gran collage de papel conformado por otros, con símbolos patrios, lo cotidiano, objetos varios, medios de transporte, y la figura femenina en rol hogareño. Imágenes que constituyen "pequeñas operaciones" donde la artista establece "la crítica al sistema simbólico que modela la educación, el mundo infantil, la fantasía, temas presentes en el ´Imperio / las cosas´ (2005) y obras posteriores, pero donde también aparecen las vasijas que se repiten en otras obras de la muestra ya modeladas", dice Ricciardi, que acota: "si uno conoce a Alicia se ve como ella se expande permanentemente". Y remarca esa posibilidad que abre la producción de Herrero como una "condición de apertura" interesante.
Con una personalidad cálida, expansiva y por momentos jocosa, la artista hace del humor una herramienta sutil, disruptiva, e incluso irreverente hacia esa modernidad que marcó a fuego generaciones sobre hábitos y conductas sociales, que prolonga en esa mirada posada en lo económico como gran tema. Un humor que provocan algunas de esas obras de gramática visual particular al detenerse frente a ellas y leerlas. Son trabajos que revelan reglas, objetivan, "deconstruyen" -en el decir del filósofo francés Jaques Derrida-, y desmontan discursos simbólicos, a los que cuestiona.
"Mis obras remiten a procesos de trabajo que empezaron a mediados de los 90 y que se desarrollaron en objetos, pinturas, construcciones en papel o collages, más adelante en instalaciones, vídeos, y gran parte de ese trabajo en distintos medios responde a elementos simbólicos de nuestra educación, imágenes que influyen sobre nuestras vidas creando o construyendo subjetividades, como lo que se entiende por femenina, masculina, la noción de patria, nociones que (estaban) en libros, revistas, hoy día en internet posiblemente, que era importante relevar".
Herrero toma esas "imágenes modelos" que son parte de un repertorio al que denomina "supersigno", y las trabaja con distintas materialidades. Y desde esas imágenes gráficas del "universo de las revistas dirigidas a un género determinado que van condicionando nuestra identidad", dice, aparece la rebeldía ante "ese universo armado para construir un pensamiento y una disciplina del hombre, de la mujer".
"Todo eso en mi trabajo es fundamental porque esa conmoción que me produce tantos órdenes prefijados, tantas normativas, hacen que la materialidad sea un recurso de investigación, ¿por qué? porque de algún modo también estoy atravesando el propio mundo del arte y las tradiciones que respondieron a condicionamientos de ese tipo de disciplinamientos", reflexiona. Y agrega: "Si no, no se entiende porque hubo tantos siglos de pintura religiosa cuando el arte es una expresión popular, humana".
"Mi obra es provocativa", define, cuando toma tradiciones como la del bodegón o la naturaleza muerta y los cuestiona inaugurando "sentidos que son capaces de producir nuevas preguntas sobre esos géneros del arte", como las de la serie repasando de los repasadores con guardas en rojo y verde, que puede "producir emblemas de carácter activista feminista".
La primera obra eran tres repasadores colgando a los que llamó "Para un juego más limpio", puro concepto, dice. "Podía estar hablando del juego de cocina o de la desigualdad de los géneros", afirma.
"Lo que me interesa también en el sentido duchampiano (por Marcel Duchamp) es tomar estos artefactos en su condición de ready-made, de realidad, y producir algún tipo de colapso, una disrupción", indica. Y agrega: "Todo este recorrido me llevó a piezas como "Consideraciones sobre lo público" que luego me permitieron trabajar asuntos más amplios que las cuestiones de género".
La economía como eje en su obra está presente en "Imperio / las cosas" (2005) que presentó en el Macro de Rosario con su muestra "Alice Ville" y reinstala en el Sívori. Para esta obra toma de un catálogo de Christie's la imagen de un juego de loza imperial vienesa y reflexiona "sobre el poder de los lenguajes representacionales en relación con el mercado, con el trabajo", porque la obra que consta de dos partes: un video con una imagen del juego que aparece y desaparece tiene como contracara oculta, un taller donde trabaja una ceramista.
"Lo económico aparece como asunto a trabajar en este proceso porque me preguntaba cómo tratarlo en el arte sin que sea panfletario, ilustrativo, sino preguntar lo sustancial porque finalmente las leyes de la economía son las leyes del intercambio". Y completa "si no tenemos práctica democrática clara, hacer un intercambio justo es más difícil, por eso fue todo un proceso entender, por ejemplo, cuándo hablamos de lo público cómo lo hacemos, por eso organicé los foros (para "Consideraciones sobre lo público").
"Me interesaba ver cómo nos escuchamos, debatimos ideas, si verdaderamente hay una necesidad de volver colectivo el fenómeno del conocimiento y no de que sea uno -enfatiza- el que tenga la razón y que el otro esté en oposición; como buscando el fenómeno de los acuerdos, porque la desigualdad económica está planteada por otras desigualdades del orden de lo cultural y de cómo ejercitamos las democracias -hace una leve pausa- en el mundo", concluye.
Con información de Télam