Cacerola horror show

El Resumen de la Semana

03 de mayo, 2020 | 00.05

En estos días asistimos a un salto de calidad en el famoso Nado Sincronizado Independiente (NSI), un método que permite que un montón de periodistas independientes lleguen a la misma conclusión pero de forma independiente. En efecto, ya no se trata de denunciar una crisis asintomática o un apocalipsis inminente aunque siempre esquivo, como ocurría con los gobiernos de CFK, ni tampoco el peligro de los falsos médicos cubanos, como hasta hace unos días. Atrás quedaron los antiguos cacerolazos contra las cadenas nacionales o el vaporoso chavismo que nos espera a la vuelta de la esquina aunque en doce años no logró instaurarse. 

La nueva modalidad mediática propició un cacerolazo no contra un futuro lejano sino contra un presente imaginario. Fue un logro notable ya que todos sabemos, empezando por nuestros periodistas serios, que quienes excarcelan presos son los jueces y no el Ejecutivo. Todos sabemos también que la pandemia exige descomprimir áreas sobrepobladas como, justamente, las cárceles. Es más, si no se descomprimieran y el contagio carcelario fuera masivo, los mismos medios que hoy denuncian al gobierno por vaciar las cárceles lo denunciarían por su inacción. Es la famosa indignación capicúa. 

Así, quienes cacerolearon el jueves a la noche en contra de la excarcelación de presos también cacerolearon antes a favor de la independencia de esos jueces que excarcelan presos. Es un tema bien complejo.

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Una senadora bonaerense, Felicitas Beccar Varela, paciente ambulatoria de la Fundación Alfredo Casero para el tratamiento de las psiquis devastadas por el kirchnerismo y personaje involuntario de Capusotto, anunció que “los presos liberados son futuras patrullas que amenazan jueces y que los largan para tomar tu capital”. Mencionó varias veces la palabra Venezuela, lo que suele indignar a los indignados. Por su parte, el periodista apocalíptico Fernández Díaz denunció que “van a salir asesinos, asaltantes y violadores, ese es probablemente el plan” y “nos van a sacudir con impuestos a morir, ¡a morir!”, sin que sepamos cual de las dos calamidades lo atormenta más: morir en manos de un asesino violador o tener que pagar impuestos. 

Como Fernández Díaz, los mismos periodistas serios que denunciaron el futuro impuesto a la riqueza también se indignaron por los indultos presidenciales imaginarios y las hordas que vendrán a ajusticiar honestos ciudadanos. Debe ser una casualidad. 

Tal vez inspirada por las palabras de Felicitas, Cristina Pérez se preguntó si detrás de estas excarcelaciones no habría “una intención político-ideológico de aprovechar la pandemia para concretar el abolicionismo”. Al parecer, que los tribunales hayan dictado la cárcel domiciliaria a unos cuantos presos en plena pandemia significaría en realidad que el gobierno busca abolir el sistema penal. 

Otra hipótesis a analizar es que los falsos médicos cubanos sean en realidad militares de rango importados de La Habana para liderar un ejército de reclusos con el objetivo de imponer asesinatos, violaciones y aumentar el gasto público. Golpeemos nuestras cacerolas para evitarlo.

Imagen: Dispositivo para imponer ideas populistas del Instituto Patria (cortesía Fundación LED para el tratamiento de la Fundación LED)  

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Sebastián Fernández (Rinconet)