A las cosas

27 de abril, 2024 | 23.55

CFK sabe leer el clima de época. Y también su momento dentro de la época. Cuando algunos esperaban un poco de sangre en la interna sorprendió insistiendo en reprimir silbidos, pero especialmente llamando a ocuparse de las cosas. Mandó a la militancia a estudiar, pero no desde el Olimpo, sino para ser capaces de explicarle los problemas a la sociedad, para dar el debate público y para que el sentido común no lo construya el adversario. Un llamado a abandonar el consignismo.

También le dijo a su militancia que eso de “la izquierda” y “la derecha” no va más, que son categorías de otras latitudes, y que lo importante es hacer que las cosas funcionen. Difícil no estar de acuerdo. Tendrá que tener cuidado de que no la llamen “neodesarrollista”, aunque quedó a salvo del mote cuando consideró que impulsar los hidrocarburos, la minería y el agro significa tener un modelo “extractivista”, una de cal y una de arena. Habrá que seguir explicando la importancia de impulsar sectores exportadores para que no “se te de vuelta la balanza” y tu modelo vuele por los aires, como suele suceder en países donde la estructura productiva conduce a la restricción externa.

Buena parte de la alocución de la ex presidenta fue dedicada a caracterizar a la actual administración, a la que consideró como “anarco colonial”, no anarco capitalista. La razón del nuevo colonialismo no residiría sólo en  el revival de las relaciones carnales con el viejo imperialismo estadounidense, sino precisamente en el citado “extractivismo”, por la propuesta de un modelo basado en exportar materias primas como “en tiempos del Virreinato”, como ya sucede, es decir productos sin mayor valor agregado, lo que a priori generaría pocos puestos de trabajo y por lo tanto sería insuficiente para toda la población

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Una brevísima acotación es que no es así como funciona. El objetivo es exportar más en base a lo que se tiene. Mayores exportaciones significan mayor disponibilidad de divisas, una condición necesaria para estabilizar la macroeconomía y recuperar la moneda, a su vez condiciones necesarias para desarrollar el resto de los sectores internos. No es blanco o negro, es blanco y negro. ¿O alguien cree que se pueden aumentar rápidamente las exportaciones por la vía de productos de alto valor agregado? Se trata de un punto que los gobiernos kirchneristas nunca tuvieron del todo claro y que suele estar presente en algunas autocríticas más o menos abiertas.

La propia CFK lo graficó involuntariamente cuando explicó que en su último documento de trabajo no se había ocupado de un punto central, el energético. Aunque no llegó aquí desde el déficit externo, sino desde la crítica al fiscalismo interno. Cristina criticó a Milei por vanagloriarse del superávit del primer trimestre. Explicó que, efectivamente, tal superávit fue ficticio porque se basó en frenar la obra pública. Destacó que están suspendidas 2308 obras de las que 119 corresponden a universidades nacionales. Y se basó también en no pagar las cuentas, que en algún momento habrá que pagar y que el ministro Luis Caputo pretende resolver, por ejemplo, mediante la colocación compulsiva de bonos a Cammesa. Al parecer la gran habilidad “macroeconómica” del ministro es colocar bonos, como ya lo hizo con la deuda de los importadores vía Bopreal. Pero mejor no derivar. Lo que señaló Cristina es que el superajuste sólo significará infligirle a la sociedad un sufrimiento innecesario. De todas maneras la vice de Alberto Fernández destacó que el kirchnerismo tuvo superávit fiscal durante 6 años, entre 2003 y 2008, y que se perdió a partir de la crisis de las hipotecas subprime, pero en particular a partir 2011, cuando “se dio vuelta la balanza energética”. Quizá hubiese estado bueno, en los años previos, ser un poco más “extractivistas”, pero fue necesario que transcurra una década para recuperar YPF y, con ella, la soberanía energética que hoy se expresa en los picos de producción de Vaca Muerta, por lo que CFK pidió se le dé las gracias, las que merece, porque YPF efectivamente se recuperó. Algo que seguramente hoy también agradecen los directores del mileísmo en la compañía todavía bajo control estatal.

Cristina volvió a criticar la meta de superávit fiscal como fin en sí mismo. Aclaró que no se trata de que ella y la fuerza que representa estén en desacuerdo con el instrumento, ya que el propio kirchnerismo tuvo 6 años de superávit, pero insistió en que sólo tres países del mundo tienen hoy superávit fiscal y detalló que tener superávit no es garantía de bienestar. Recordó que sobre el final de la convertibilidad se había alcanzado el déficit cero, pero ello no evitó ni la crisis de 2001 ni la altísima desocupación del 25 por ciento con la que Néstor Kirchner inició su gobierno. El punto clave fue destacar el sacrificio inútil, ya que se puede tener déficit cero, todo privatizado como en 2001, pero que ello puede convivir con depresión económica y alto desempleo y desembocar en una gran crisis.

La ex presidenta consideró que las privatizaciones tampoco son virtuosas per se, aunque aclaró que lo contrario tampoco y recordó que el kirchnerismo no fue estatista y que solo recuperó empresas privatizadas en los ’90 cuando no había alternativa. Además de YPF recordó los casos de Aerolíneas Argentinas, cuyo control se retomó en un momento en que el Estado ya pagaba los sueldos y el combustible, y de Agua y Energía, cuyo servicio se había vuelto ineficiente. Finalmente, también destacó la demorada salida del escandaloso régimen de AFJP cuando el Estado ya pagaba el 60 por ciento de las pensiones. El mensaje aquí fue “ni privatistas ni estatistas”.

A modo de ejemplificar el consejo que le dio a la militancia de ponerse a estudiar los temas para dar el debate, Cristina dedicó buena parte de su exposición a explicar la composición del precio de las tarifas y realizó una fuerte crítica al “modelo inglés” de privatización del sector energético que discriminó entre producción, transporte y distribución. La crítica fue muy interesante, en particular al destacar la herencia de altos costos que dejó la expansión de los renovables durante el macrismo, pero no debe olvidarse que en los cuatro años de la última gestión de gobierno el área energética fue ocupada por funcionarios que le respondían directamente a la vice y no indujeron mayores cambios, salvo volver a pisar tarifas.

Finalmente CFK sostuvo que aunque al presidente no le guste escucharlo, la principal limitación del nuevo modelo es que no existe un plan de estabilización e insitió en la analogía con los años ’90 en materia de recesión y desempleo, anque aclaró que por entonces había mayorías parlamentarias, un presidente con partido y había un equipo de gobierno, algo muy distinto a la ausencia de capacidades de gestión del presente. Para terminar agregó que cuando recordó que cada militante debía buscar en su mochila el bastón de mariscal, no era para “dárselo en la cabeza al compañero”, sino para salir a disputar poder explicando y convenciendo