Por Fernando Cibeira
Especial para El Destape
Mauricio Macri seguía al pie de la letra la estrategia electoral diagramada por su gurú Jaime Durán Barba y lo cierto es que no le daba malos resultados. Pero la propuesta lanzada por Ernesto Sanz de competir en una interna lo obligó a cambiar el esquema y decir que en realidad sí le interesaba aliarse a otras fuerzas aunque vinieran de la "vieja política". El ofrecimiento era demasiado generoso para rechazarlo. Luego pasó lo que pasó. El radicalismo no lo aprobó, Carrió prendió el ventilador, y ahora Macri volvió a su presunción inicial: que los acuerdos que consiga serán con dirigentes de forma individual porque resultará imposible hacerlos con partidos. "Convergencia" en vez de "alianza", según el vocabulario PRO.
Durán Barba ya había utilizado el mensaje en Brasil con Marina Silva, en la campaña de 2010. El de la "tercera vía", que nada tiene que ver con la que Bill Clinton y Tony Blair buscaban promocionar allá por comienzos de siglo, la de un capitalismo con "cara social". Aquí, más sencillito, significa que no es peronista ni radical. Lo mismo que en su momento fueron la Ucedé o el Frepaso, curiosamente, dos experiencias que se iniciaron en la Capital Federal y se extinguieron luego de unir su destino a uno de los dos partidos tradicionales. A Macri le fascina mostrarse como alguien nuevo y diferente en política.
Aunque con su deshilachado equipo de ex futbolistas, árbitros, directores técnicos, golfistas, pilotos, humoristas y demás su estructura pueda parecer poco consistente, lo cierto es que Macri es el único candidato que ha venido experimentado un crecimiento sostenido durante el último año. Juega en eso su alto nivel de conocimiento y la buena imagen de su gestión en la ciudad de Buenos Aires. Pero los encargados de su armado son conscientes de que su trabajo va muy atrasado. En la mayoría de los distritos no tienen candidato, por no hablar del agujero negro de la provincia de Buenos Aires.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Lo comentaba días atrás un gobernador del oficialismo de una provincia del norte. "A mí me preocupa Massa, porque él llama a dirigentes nuestros para ofrecerles el oro y el moro, y sé que algunos lo están pensando. En cambio, Macri no hace ese trabajo. Yo hablé una vez con él y me dijo que no le interesaba, que no quería hacer un partido con los mismos dirigentes que ya están", comentaba.
En el macrismo piensan en algunos dirigentes de manera individual. Córdoba es un caso especial porque ahí Macri mide muy bien como candidato a presidente. Una alianza que incluyera al radical Oscar Aguad, al senador Luis Juez y al ex árbitro Héctor Baldassi parecería ganadora, y se presenta muy factible. Con Ernesto Sanz confían en que van a poder llegar a algún tipo de acuerdo. Está Graciela Ocaña y también Francisco de Narváez, a quien Macri detesta pero, si no hay nada mejor, podría ser opción.
Lo que sí estaría resuelto es que las elecciones en la ciudad serán separadas de las nacionales. El hecho de haber instaurado el voto electrónico parece haber inclinado la balanza. Para unificar las elecciones hace falta una ley y el cambio de sistema le agregó una complicación más. "Un juez podría decir que ahora no se pueden juntar porque se vota de dos manera diferentes", explicaban en la jefatura de gabinete. En un par de semanas, Macri anunciaría que las primarias son en abril y las generales en junio. Había argumentos en favor y en contra de hacerlas separadas o unificarlas. Macri habría preferido dejar las cosas como están y esperar que un triunfo en la Capital apuntale sus aspiraciones nacionales. Se sabe que su candidato favorito para sucederlo es Horacio Rodríguez Larreta y para despejarle el camino le propondría a Gabriela Michetti que vuelva a ser su compañera de fórmula como la primera vez en la ciudad, allá en 2007. "Es lo que más le cierra: una fórmula pura del PRO. La tercera vía", decía uno de sus asesores.