Personajes que se suicidan, otros que son atropellados, uno que muere por los efectos del veneno, todas las víctimas quedan inmersas en una trama oscura que oculta el pasado de Lewis Carroll, el célebre autor de la novela Alicia en el País de las Maravillas. El relato ficcional Los Crímenes de Alicia (Editorial Planeta), escrito en primera persona y con una prosa atrapante, muestra una historia escabrosa que permite reflexionar acerca de los vínculos humanos y la capacidad del mal.
El autor Guillermo Martínez, con un cuidado que le llevó tres años, consiguió construir una novela envolvente desde las primera páginas y que lleva al lector a la necesidad irremediable de avanzar para poder conocer los misterios que ocultó la familia de Carroll. “Me interesa la literatura como una cantera de las vicisitudes posibles de la naturaleza humana. Creo que la naturaleza humana aborrece el vacío”, afirmó Martínez en una entrevista con El Destape.
El libro nace a partir de una historia real: una investigadora encuentra que en los libros autobiográficos de Lewis Carroll faltan páginas, una de ellas sobre una pelea que tuvo el escritor con la madre de Alice Liddell –la inspiradora de Alicia en el país de las maravillas- que terminó con la prohibición de poder visitar a la niña. El descubrimiento desata una ola de especulaciones de pedofilia contra el autor y lleva a que parte de la Hermandad Lewis Carroll repudie la publicación.
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Con maestría, Martínez toma la historia real y crea un escenario donde los crímenes azotan a la Hermandad Carroll.
- En la novela, un hombre menciona que, al ser adolescente, recibió desprecio, burla y piedad de parte de las mujeres que lo cotejaban. ¿El género intriga le permite alcanzar el fondo de la naturaleza humana?
- A mí me interesa la literatura como una cantera de las vicisitudes posibles de la naturaleza humana. Creo que ésta aborrece el vacío, entonces me interesa intentar demostrar la explicación íntima que tiene para un personaje de esta clase.
- ¿Qué tiene de real la novela?
- Parte de un hecho documentado, que es que Lewis Carroll escribió su biografía íntima en 13 cuadernos que quedaron en manos de sus familiares. Luego desaparecieron cuatro de esos cuadernos y de los nueve que quedaron sus sobrinas nietas arrancaron páginas. En particular, hay una hoja que forma el enigma: la discusión que tuvo Carroll con la madre de Alice Liddell, la niña que inspiró Alicia en el país de las maravillas, y que le impidió volver a verla. En 1994 apareció un trozo de papel, en el museo de Carroll, donde las sobrinas nietas resumían el contenido de las páginas arrancadas.
- Carroll además se prestaba para el juego de intriga de su novela, ¿qué opinión tiene del autor?
- Tenía una gran imaginación para los acertijos, juegos de la infancia, ese era su mundo. Tuvo una vida como matemático, una vida como fotógrafo, una vida como asiduo concurrente de los teatros, que en esa época eran lugares de moralidad dudosa. A la vez era un snob, muy conservador en lo político, admirador de la realeza. También su vida estuvo tironeada por los deberes religiosos. Salió de una familia aparentemente muy feliz y pasó a un colegio de pupilos en Inglaterra , que era un lugar horroroso para alguien como él: bajo en la estatura y enclenque. Creo que tenía todas estas contradicciones que nosotros intentamos plasmar en la novela.
- La novela ocurre en sitios donde usted estudió, ¿hay algo de autobiográfico en ella?
- Sólo la mirada de una persona que estuvo allí. En su momento, tuve que poner a la venta un auto con los mismos problemas que narró en la novela. La nostalgia por las canchas de tenis, cuando se levantan las redes y queda un rectángulo donde, en otro momento, hubo una cancha.
- ¿Cuánto tardó en escribir la novela?
- Unos tres años. Diría que dos de escritura y uno de correcciones con mejoras en la redacción de algunos pasajes. Tuve problemas, porque no acostumbré a escribir novelas de esta extensión, ésta es la más larga. Quería escribirla desde que me encargaron hacer un prólogo para un libro de Carroll, que se titula Lógica sin pena. En ese momento me encontré con la historia de la faltante de páginas y visualicé la novela, una situación similar a Los Papeles de Aspern, de Henry James. La escribí en secreto, sin contar el tema a nadie, por temor a que otro la escribiera.
- ¿Qué autores lo inspiraron en la novela?
- Hay tres autores fundamentales que me acompañan en relecturas y lecturas: Borges, Henry James y Gombrowicz. También hay una escritora, que es Patricia Highsmith, que me interesa en el momento en que una persona que puede parecer civilizada, amable, culta y conforma la posibilidad de un asesinato.
- ¿Por qué eligió un formato de intriga?
- Lo que me gusta de la novela de intriga es que el lector tiene la responsabilidad de pensar por debajo de lo que se le dice. Éste es el pacto implícito que tenemos. Si el lector no sospecha, no imagina por fuera de los dobleces de los personajes, no existiría la intriga. Se da por sentado que aquello que se muestra no es exactamente así, le queda al lector la tarea de develar. Los personajes de intriga llevan una maldad, una extrañeza que no necesariamente están a la vista.