La bancada de Juntos por el Cambio en la cámara de Diputados funciona como un modelo a escala de las tensiones que atraviesan la alianza opositora. El debate acerca del funcionamiento del Congreso durante la pandemia volvió a encontrar posiciones encontradas, que como nunca en los meses previos quedaron expuestas. Un grupo de diputados se desmarcó para firmar, junto a otros bloques, un pedido de sesión especial, admitiendo la posibilidad de trabajar de manera remota. Otros, que se oponen taxativamente a esa opción, iniciaron un periplo por tierra desde todo el país hacia la Capital a exigir que el recinto se abra para recibirlos, intentando darle ribetes épicos a un episodio que en otras circunstancias podría dar risa.
A diferencia de episodios anteriores, donde el problema surgía entre los espacios que conforman la coalición, esta vez la fisura atraviesa las identidades previas. La pandemia cambió el juego y muchos ya lo entendieron. La distancia, habitual, entre los legisladores que responden a dirigentes con responsabilidad de gestión y los que no tienen ese ancla con la responsabilidad, se agigantó. Los contrastes entre Mauricio Macri, antagonista desde los márgenes, y Horacio Rodríguez Larreta, central y en modo cooperativo, dejan poco territorio en común entre los dos socios históricos. La falta de una referencia política clara dificulta la gestión de conflicto. El radicalismo se encuentra inmerso, a su vez, en una virulenta lucha intestina por el cargo de cabeza de ratón.
La reaparición de Emilio Monzó, después de varios meses de silencio, fue la señal que dio comienzo a la rebelión. El extitular de la cámara baja publicó la semana pasada una columna en el diario La Nación y tuvo un encuentro, virtual, con los diputados del bloque del PRO. En ambas ocasiones pidió “cerrar la grieta” y apostar por la “unidad nacional”, discurso que choca de frente con el de otro sector de la oposición que denuncia prácticas antidemocráticas y conspiraciones del gobierno. También destacó a figuras del espacio como Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Alfredo Cornejo y Martín Lousteau como “dirigentes de la democracia” que “deberían liderar la salida de la crisis junto a los dirigentes de los otros espacios políticos”. La lista no incluyó a Macri.
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Cinco días más tarde, una quincena de diputados opositores se sumó a una iniciativa de Eduardo 'Bali' Bucca, jefe del bloque de Consenso Federal, que admitía la posibilidad de sesionar de manera virtual, algo que la conducción de la bancada rechazaba de manera tajante. El gestor de la movida fue Sebastián García De Luca, exviceministro de Interior y a la sazón el hombre de mayor confianza de Monzó en el recinto, y estamparon sus firmas Federico Frigerio, Juan Aicega, Gabriel Frizza, Eduardo Cáceres, Marcelo Orrego, Felipe Álvarez, Domingo Luis Amaya, Francisco Sánchez, David Schleret, Gustavo René Hein y Martín Grande. Tres radicales del sector que responden a Enrique Nosiglia, Emiliano Yacobitti, Carla Carriza y Dolores Martínez, también participaron, aunque luego matizaron su posición.
La réplica del sector intransigente no se hizo esperar. “Algunos diputados sin avisarle a las autoridades del bloque se cortaron solos junto a Massa. Deberán explicar lo que hicieron o irse”, amenazó Waldo Wolff, uno de sus voceros, a través de su cuenta de twitter. Wolff conforma, junto a Fernando Iglesias, la guardia pretoriana de Patricia Bullrich y a través suyo ella del propio Macri. Cuando participaron de la videoconferencia con Monzó permanecieron en silencio aunque su desacuerdo con lo que escuchaban resultó evidente. Una semana antes, en un encuentro similar con Rodríguez Larreta y Vidal, Iglesias no pudo guardarse su descontento y cruzó a la exgobernadora, exigiendo mayor dureza a la hora de oponerse. Ninguno de sus compañeros pidió la palabra para respaldarlo.
Además del exprofesor de voley y del exarquero, la resistencia macrista en el bloque la completa el mendocino Luis Petri, sin antecedentes conocidos en la práctica deportiva, que cumple el rol de armador político del espacio, algo que ni Iglesias ni Wolff pueden intentar desde sus posiciones cáusticas. Petri fue uno de los diputados que se sumó a la convocatoria de Mario Negri de atravesar el país en auto para forzar una sesión presencial en el Congreso. La “travesía por la democracia” del mendocino empezó mal: según publicó en las redes sociales, compartió el auto con otros dos diputados, Omar De Marchi y Alfredo Cornejo, lo que va en contra de todas las disposiciones de aislamiento social que dictaminó el gobierno para combatir la pandemia.
La campaña #CongresoAlláVamos la lanzó el propio Negri, pidiéndole a la gente que acompañe a los diputados de Juntos por el Cambio en su “travesía” porque “Alberto, Massa y Cristina no los dejan sesionar”, algo que desmintieron diputados del bloque que el preside. “La gente no tiene que salir a acompañar a nadie, básicamente porque tiene riesgo de contagio. La oposición no tiene que intentar aprovecharse de esta situación”, lo cuestionó Yacobitti esta mañana en El Destape Radio. Por si quedaban dudas, agregó: “Yo no comparto que Alberto, Cristina y Massa se estén robando la democracia. Creo que nadie lo comparte”. Entre correligionarios, las diferencias son cada vez más grande. Hasta el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, apoyó el uso de sesiones virtuales.
La travesía por la democracia de Negri no concluyó, a pesar de todo en el Congreso, sino que siguió unas cuadras más, hasta los estudios de TN, donde el diputado cordobés dio una entrevista anoche, mientras aún sesionaba la comisión a la que patrióticamente había asistido. Su salida prematura de la reunión, sin embargo, logró destrabar el desacuerdo. Cuando fue reemplazado por el jefe del bloque del PRO, Christian Ritondo, finalmente hubo acuerdo entre todos los sectores, lo que permitirá que la semana que viene la cámara sesione y pueda aprobar leyes de manera virtual. La pelea, asordinada, entre Negri y Ritondo por el control de ese espacio es el ruido de fondo del funcionamiento parlamentario opositor. Es una historia que todavía tiene mucho capítulos por delante.