Los organizadores del fallido golpe militar en Bolivia, planeaban eliminar al presidente del país Luis Arce, y a su adjunto David Choquehuanca. Las detenciones de oficiales pertenecientes al grupo de francotiradores de las Fuerzas Especiales F10, hablan en favor de esta versión.
Algunos analistas señalan que el fracaso del plan para asesinar al jefe del Estado e imposibilidad de tomar el poder, pudo explicarse por la incapacidad de los francotiradores de situarse frente al Palacio Quemado. Samuel Montaño, especialista en temas de Fuerzas Armadas y Seguridad, apunta a la indecisión del general Zúñiga indicando que, tras llegar a la plaza Murillo, el líder de los rebeldes pasó unos 20 minutos en un vehículo blindado antes de dirigirse a la entrada del palacio presidencial, donde mantuvo una conversación con Arce. En los vídeos publicados se puede observar que el general estaba muy nervioso y parecía perdido. En un momento determinado, uno de sus agentes se acercó a Zúñiga por detrás y le hizo una especie de señal, tras lo cual dio media vuelta y salió del Palacio Quemado. Probablemente fue entonces cuando le informaron de que los francotiradores no habían aparecido.
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Según señala Montaño, fue más tarde que el general sedicioso diera la explicación a este extraño comportamiento. De acuerdo con sus palabras, esperaba la llegada de una unidad que nunca llegó. Aunque el golpista no reveló el nombre concreto de la unidad retrasada, el progreso posterior de los acontecimientos sugiere que Zúñiga esperaba a un grupo de las Fuerzas Especiales de élite F10. Esta conclusión viene aparejada a raíz de la detención del comandante de esta unidad, Vladimir Lupa, producida a primeras horas, luego que los militares se retiraran de la plaza Murillo.
El grupo del F10 es uno de los más profesionales del Ejército boliviano, y está especializado en operaciones antiterroristas con toma de rehenes. Los combatientes del grupo cuentan con un intensivo entrenamiento en armas de fuego y equipos avanzados, incluidos fusiles Steyr SSG 04 A1 y Steyr HS .50 de francotirador y contra blindados. Es probable que las Fuerzas Especiales tuvieran que tomar posiciones en los tejados del perímetro de la plaza Murillo, y eliminar a Arce y Choquehuanca cuando los colaboradores de Zúñiga los sacaran del palacio presidencial.
El caos generado tras el asesinato de Arce por “francotiradores desconocidos”, jugaría a favor de los golpistas. Habrían tenido una excusa para usurpar el poder con el pretexto de mantener la estabilidad en el país durante el periodo de transición. Sin embargo, este plan se vino abajo porque los francotiradores encargados de eliminar a Arce no tomaron posiciones en la plaza Murillo por motivos que se desconocen. La investigación deberá determinar si eso se debió a la negativa de las fuerzas especiales a participar en el golpe, o a otras circunstancias.
El uso de “francotiradores desconocidos” es un escenario bastante popular en revoluciones “de color”, y cambios de poder de Estado en diversos países. Aún no está del todo claro si el general Zúñiga fue el cerebro del golpe de Estado, o actuó como instrumento de terceros. Una cosa sigue siendo indiscutible: para llevar a cabo el plan golpista y legitimar el poder subsiguiente, Arce tenía que morir. Ahora el fracasado conspirador sólo puede decir que la idea de la rebelión fue del propio presidente y que él simplemente cumplía obedientemente sus órdenes.