Frank Gehry, una superestrella del mundo de la arquitectura por sus atrevidas y caprichosas creaciones de torres inclinadas y amplias planchas de metal curvado, como el Museo Guggenheim de Bilbao en España, falleció el viernes a los 96 años.
Meaghan Lloyd, jefa de personal de Gehry, confirmó su muerte en un correo electrónico a Reuters, escribiendo que Gehry murió "esta mañana temprano en su casa de Santa Mónica después de una breve enfermedad respiratoria".
Las creaciones más memorables de Gehry parecían, a menudo, haberse derrumbado recientemente de forma artística o estar en proceso de hacerlo. Fueron alabadas como obras de genio o vilipendiadas como desaguisados autoindulgentes.
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Sus obras eran tan fantásticas que a veces ni él mismo estaba seguro de lo que había forjado, como ocurrió con el museo de Bilbao.
"Sabes, fui allí justo antes de la inauguración, lo miré y me dije: 'Dios mío, ¿qué le he hecho a esta gente?'", declaró Gehry a la revista Vanity Fair. "La verdad es que tardó un par de años en empezar a gustarme".
En 2010, un grupo de expertos reunido por Vanity Fair citó el museo de Bilbao como la obra de arquitectura más importante desde 1980.
El eminente arquitecto Philip Johnson lo llamó "el mayor edificio de nuestro tiempo" y a Gehry "el mayor arquitecto que tenemos". Aun así, Gehry se estremeció cuando le llamaron "arquitecto estrella".
MUSEOS, CAMPUS DE FACEBOOK
En marzo de 2015, el campus de Facebook en Menlo Park (California) inauguró una enorme ampliación diseñada por Gehry, que recibió instrucciones de no ser demasiado atrevido para que la instalación siguiera encajando en su entorno.
Gehry también inauguró el museo La Fondation Louis Vuitton de París en 2014.
Otros de sus edificios destacados son el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, la Dancing House de Praga, el Experience Music Project de Seattle y la torre residencial 8 Spruce de Nueva York.
Los críticos de Gehry le acusaron de despreciar la función en favor de la forma. Su Disney Center fue tachado por varios críticos de "montón de vajilla rota", "galleta de la fortuna enloquecida", "basura deconstruccionista" y "papelera vacía".
Gehry intentó encogerse de hombros ante las críticas y declaró al New Yorker en 2007: "En cierto modo dices: '¡Al menos están mirando!'".
Pero no siempre fue tan optimista. En octubre de 2014, durante su estancia en España para recoger un premio, Gehry fue preguntado por las críticas que tachaban su obra de demasiado llamativa.
Levantó el dedo corazón y dijo: "En este mundo en el que vivimos, el 98% de todo lo que se construye y diseña hoy es pura mierda. No hay sentido del diseño, ni respeto por la humanidad ni por nada. Son malditos edificios y ya está".
Gehry nació como Frank Owen Goldberg el 28 de febrero de 1929 en Toronto, hijo de judíos polacos. Ya de niño diseñaba edificios y ciudades en miniatura con trozos de madera.
"Eso es lo que recordé, años después, cuando luchaba por saber qué quería hacer en la vida", declaró a la revista New Yorker en 1977. "Me hizo pensar en la arquitectura. También me dio la idea de que un adulto podía jugar".
En 1989, Gehry ganó el Premio Pritzker, el galardón más prestigioso de su profesión. Pero su gran éxito llegó con el Museo Guggenheim de Bilbao, terminado en 1997 con un programa informático que le permitía construir con formas cada vez más excéntricas.
Gehry, que se casó dos veces y tuvo cuatro hijos, también diseñó muebles, joyas, relojes, una botella para un destilador de vodka y un sombrero para la cantante Lady Gaga.
(Redacción e información: Bill Trott; información adicional: Bhargav Acharya en Toronto. Editado en español por Juana Casas)
