Una crisis subestimada: el Indec no reflejó este año los problemas reales de la economía

La diferencia entre lo que constata la población y las cifras socioeconómicas que ofrece el INDEC es cada vez más notoria y alcanza a casi todos los rubros.

29 de diciembre, 2025 | 17.01

La comparación entre lo que informa el INDEC y lo que realmente pasa dentro de los hogares es cada vez más frecuente. La desactualización de la metodología y la política de no cambiarla para mostrar números menos negativos fue una constante este año. Recién hay una promesa de mejorar la estadísticas el año que viene. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), cuestiona la medición de la pobreza, del salario de los trabajadores no registrados, del Índice de Precios al Consumidor (IPC), de las estadísticas de turismo y del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE).

Para el año próximo se prevé, desde enero, cambiar la forma de medir la inflación, los salarios y la pobreza. Según lo informado oficialmente, estas revisiones buscan reflejar con mayor precisión los hábitos de consumo más actuales de los hogares, otorgando un mayor peso relativo a los servicios dentro de las canastas y estructuras de ponderación utilizadas. “La corrección, de todas formas, no resuelve el problema actual, ya que las modificaciones se aplican hacia adelante, sin corregir los indicadores hacia atrás”, detalló el CEPA.

No solo será un problema de empalme, como sucedió con los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández, sino con cambios en los ponderadores que se incluyen en las mediciones, además de tomar como datos ciertas encuestas.

Salarios

Al analizar la evolución del salario del empleo no registrado publicada mensualmente por el INDEC, se observa que, entre la asunción de Milei y mayo de 2025 (último dato disponible para salarios no registrados), este segmento salarial creció 27,2% en términos reales, desvinculándose de manera significativa del resto de los grupos de trabajadores. Sucede incluso en la comparación del salario registrado del INDEC en relación al salario de registrado publicado por SIPA.

“Este indicador surge de las respuestas de los hogares relevados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). A partir del cuarto trimestre de 2023, el INDEC introdujo cambios metodológicos -que comenzaron a aplicarse a partir del cuarto trimestre de 2024- orientados a medir mejor la calidad del empleo y los ingresos”, explicó el CEPA. En particular, con las preguntas introducidas en la EPH, ahora se captan con mayor precisión los ingresos no laborales con fuentes de ingreso que antes podían subestimarse o directamente no registrarse como la Tarjeta Alimentar, las pensiones no contributivas y el programa Progresar.

“Sin embargo, el organismo no informó en qué medida estas modificaciones afectan la comparabilidad con las series históricas. El dato, que presenta un rezago de cinco meses, mostraba una correlación estrecha con el SMVM. Pero ese linkeo se rompió a partir de principios de 2024”, sostuvo el informe. Esta mejora en la medición de los ingresos no laborales y consecuentemente de los salarios no registrados impacta de lleno no sólo en la medición del salario del empleo no registrado, sino también en la medición de la incidencia de la pobreza, ya que es el insumo principal de estimación de ingresos de los deciles utilizados a tal fin.

Inflación

El problema con el indicador de IPC refiere a la canasta de consumo, para nada representativa del consumo de los argentinos. Este problema metodológico lleva a preguntarnos si efectivamente la inflación es representativa de los aumentos que registraron los rubros de mayor peso en el gasto actual de los argentinos y argentinas, y si, eventualmente, el INDEC podría corregir esta cuestión.

Los cambios se vieron profundizados a partir de los fuertes incrementos tarifarios registrados desde la asunción del actual gobierno. En este marco, el Instituto conocía también las implicancias estadísticas de postergar la actualización metodológica, en particular considerando que este tipo de correcciones no se aplican de manera retroactiva.

“No resulta posible interpretar la demora en la actualización de la canasta y de los ponderadores como una mera omisión técnica. Por el contrario, la evidencia sugiere que se trató de una decisión deliberada, con efectos directos sobre la medición de la inflación en el período analizado”, criticó el CEPA.

Para medir la inflación, el INDEC primero construye una “canasta” de gastos, a partir de una “Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares” (ENGHo), en la que se determina qué bienes y servicios consumen los hogares en promedio y qué porcentaje del total del gasto se destina a cada bien y servicio. A ese porcentaje se lo denomina ponderador.

Según la ENGHO 2004/05, los hogares destinaban mayor proporción de gasto a la telefonía fija que a la telefonía móvil. Hoy en día la situación es exactamente la contraria. En el mismo sentido, el gasto asociado al servicio de Internet domiciliario era menor en el año 2004/05. Para corregir estas distorsiones que podrían reflejar una estructura de gastos más antigua, se reponderó la participación de los servicios de telefonía fija, móvil e Internet domiciliaria.

El documento sostiene que la mera actualización de las ponderaciones no alcanzan para hacer una medición correcta de la inflación. El INDEC realizó una nueva medición de la ENGHo para el periodo 2017/2018, la cual exhibió cambios sustantivos en la canasta de consumo. Entre otras modificaciones que vale la pena destacar, se registra: un crecimiento del porcentaje de gasto que los hogares destinan a los servicios como agua, electricidad y gas desde 9,4% a 14,5%; un incremento en “Transporte” de 11% a 14,3%, en “Comunicaciones” de 2,8% a 5,2% y una reducción de la ponderación de los alimentos de 27% a 22,7%.

Pobreza

La medición de la incidencia de la pobreza presenta dos grandes cuestionamientos: por un lado, la captación de ingresos, afectada, como se explicó en el apartado de salario del empleo de trabajadores no registrados, por el cambio sensible en la percepción de la EPH al respecto y, aunque la metodología difiere, el problema de los ponderadores que en buena medida se describió en el apartado previo.

“A grandes rasgos, la medición de pobreza por ingreso consiste en establecer una canasta de alimentos de una cantidad de calorías que, se supone, son las calorías necesarias de un adulto para sobrevivir con el sesgo de los patrones de consumo, así como la relación entre gasto alimentario y resto de los gastos. Esta canasta se valoriza y constituye la línea de indigencia o Canasta Básica Alimentaria (CBA)”, advierte el informe.

Posteriormente, la CBA se cruza con ingresos de un sector particular de la sociedad (cercano a la línea de indigencia) y se establece qué cantidad de casos quedan por debajo o por encima de la línea, es decir, es o no indigente. Ahora bien, la pobreza no se hace de manera “directa” como la indigencia, sino indirecta: a partir de la CBA se determina la CBT, es decir, la línea de pobreza o Canasta Básica Total.

La vinculación de la canasta básica alimentaria con la canasta total se realiza estimando cuántos pesos de gastos no alimentarios gasta por cada peso de alimentos un determinado segmento de la sociedad. “Desde 2016, la medición introdujo la actualización de la línea de indigencia y de pobreza con base en la composición de la CBA resultante de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 1996/97. Dicha composición fue validada, en términos de la estructura alimentaria, con el patrón de consumo que surge de la ENGHo 2004/05. Es decir, la CBA proviene de la Encuesta de Gastos de Hogares (ENGHo) 1996/97 y la inversa del coeficiente de Engel (CdE) deriva de la Encuesta de Gasto de Hogares 2004/5.

“De la encuesta 2004/5, surge que el 38,4% del gasto se destinaba a alimentos, mientras que el 61,6% restante se utilizaba para los rubros no alimentarios. Mensualmente, el INDEC releva el precio de cada uno de los componentes de esa canasta de alimentos determinada en 2004/5. Así, se determina todos los meses la CBA”, explicó el informe. La cuestión entonces gira en torno a si resulta o no representativo de los consumos de los hogares argentinos destinar el 45% de los gastos a alimentos y sólo 55% a gastos no alimentarios.