“Acá se termina todo. Se termina el jugador de fútbol. Se termina el gol con los ingleses, se termina todo. Nadie más triste que yo va a pasar su cumpleaños”, lanzó Diego Maradona el jueves 29 de octubre de 1997, un día antes de su cumpleaños. En una entrevista con Mauro Viale, el mejor jugador de fútbol de la historia, anunció su retiro luego de más de 20 años como futbolista.
Cinco días antes de ese anuncio, Maradona jugó su último partido. Fue el 25 de octubre de 1997. Ese día, contra River, salió en el entretiempo. Boca ganó 2-1 en el Monumental. La sutileza marcó que el cambio en el entretiempo fue por Claudio Caniggia, pero en realidad, fue por Juan Román Riquelme que también entró cuando arrancó el segundo tiempo para reemplazar a Nelson Vivas. El último partido del Diez fue la culminación de un derrotero de amenazas, problemas judiciales y situaciones familiares que lo llevaron a tomar la decisión.
En las últimas semanas, producto de una nueva aparición de Mauricio Macri, se volvió a hablar de ese capítulo en la vida futbolística de Maradona. El ex mandatario aseguró que, cuando llegó a Boca, tenía que “construir un puente entre la vehemencia y la pasión. Por eso tuve que hacer algo durísimo, porque también era mi ídolo, que fue sacar a Maradona y ahí se construyó”. Maradona salió a su cruce y dijo que la decisión “la había tomado él” para cuidar a su padre, Don Diego. Desde hace largo tiempo, el ex mandatario suma cruces con ídolos xeneizes. Desde la pintada de cara de Carlos Bianchi hasta la pelea que terminó con Riquelme como candidato rival del angelicismo. Sin embargo, la batalla con Maradona es de antes. La relación entre ambos nunca fue buena. El 6 de febrero de 1996, la Revista El Gráfico lanzó una tapa en la cual se puede ver a Macri y Maradona “enfrentados” bajo la leyenda: “¿Se odian?”. También, allí, se especuló con la posibilidad de que Lothar Matthäus, ex capitán alemán en la Selección campeona de 1990, llegue al club.
Más allá del enfrentamiento entre ambos, el capítulo final de la carrera de Diego dentro de una cancha fue un derrotero de sucesos entre los que estuvo, por ejemplo, el ex juez Claudio Bonadio. El 24 de agosto de 1997 el conjunto Xeneize le ganó 4-2 a Argentinos Juniors. Maradona, que ya había tenido dos sanciones por doping, se hizo el control tras ese encuentro. “Siempre cae la bolilla en el 10”, repetía el capitán de Boca en ese momento. El resultado de ese examen dio positivo. . Ante esta situación, luego de que la AFA se expidiera, el abogado del Diez, Hugo Wortman Jofré presentó un escrito que terminó en el Juzgado nro 11 de Bonadio.
El propio magistrado, hincha de Boca, llamó a indagatoria a Maradona a su despacho. Después de la charla, que terminó con fotos con sus hijos y camisetas firmadas, envió una cautelar a la Asociación del Fútbol Argentina en la que autorizó a Diego a seguir jugando. La sanción “provisoria” de AFA no quedó firme y así continuó en carrera. En el dictamen, Bonadio pidió que “se haga un ADN” a la muestra del partido con Argentinos Juniors y pidió, además, que los controles antidoping de Maradona sean dos. Uno para AFA y otro para investigación judicial. Con esta resolución, solo se perdió el encuentro frente a Platense por la segunda fecha.
El problema es que, durante las semanas siguientes, Maradona denunció amenazas telefónicas para con él y para con su familia. En la previa del partido con Vélez, a mediados de septiembre, los rumores estallaron. Una radio lanzó que el ADN había dado que la muestra era de Diego Maradona y se subieron al rumor de una nueva sanción. Allí fue cuando el Diez estalló: “Eso pudo haber matado a mi viejo y yo quiero que viva. Que todo el mundo sepa que por un gol o un partido no voy a cambiar a mi viejo”. Y, además, agregó: “No puede ser que haya hecho el calentamiento previo al partido con el teléfono celular en la mano para preguntarle a mi mamá cómo estaba el viejo. Por eso salí a jugar el primer tiempo ante Vélez pensando más en mi viejo que en el partido”.
El ruido alrededor del final de Maradona en Boca se multiplicó. Aparecieron amenazas solapadas y reales. En medio de la tormenta, Diego jugó contra San Lorenzo y Colo Colo, en la Supercopa. Una pequeña lesión lo sacó de las canchas un mes y volvió para el Superclásico ante River. Más allá de haber sido suplantado en el entretiempo, Diego ese día festejó y se lo vio eufórico tras la victoria. Incluso dejó una de sus clásicas frases. En el Monumental fue al vestuario, dejó las dos muestras -una para AFA y otra para Bonadio- y se fue del estadio. El lunes, una vez más, los rumores explotaron. “Maradona positivo”, decían varias radios y medios. Incluso, en medio del escándalo, se escuchó la palabra de Otmaro Roses, titular de cátedra en la Facultad de Farmacia y Bioquímica y encargado de analizar las muestras pedidas por Bonadio, quien negó esos comentarios.
No sirvió para nada. Maradona se cansó y dio dos entrevistas. Una con Mauro Viale y otra con Fernando Niembro. En las dos dijo lo mismo: “Mi papá me ordenó que largara, me dijo que se lo había prometido y voy a cumplir. Estuvimos reunidos los dos, charlamos de todo esto y al final terminamos abrazados y llorando". Ese mismo día jueves en el que Diego dio punto final a su carrera, la Justicia dio a conocer el control del Superclásico: negativo.