"Tenemos que preparar todo para la peste", el mensaje premonitorio de Rómulo Macció

08 de septiembre, 2022 | 14.50

(Por Mercedes Ezquiaga) Cerca de 40 obras del artista Rómulo Macció (1931-2016), realizadas entre 1957 y 2015, forman parte de la nueva exposición desplegada en galería Ruth Benzacar, "Pinturas y obra gráfica", que proponen acercarse al universo de este pintor fundamental de la escena argentina, ligado a las formas y una sensualidad en el uso del color, con curaduría de Laura Batkis.

La muestra -un conjunto impactante, con reminiscencias de museo- supone el ingreso formal de la obra de este gran pintor argentino, integrante de la Nueva Figuración, a la galería de Villa Crespo, que ahora representa a dos de los hijos del artista, es decir, la mitad de su obra, mientras que la otra mitad (de otros dos hijos) sigue en manos de la galería Vasari, tal como cuenta a Télam la galerista Orly Benzacar.

"Macció es un pintor de raza, está en las raíces de la historia argentina. Así que fuimos con Laura Batkis a hacer juntas un relevamiento del acervo, que es inmenso, porque él era muy prolífico, y nos encontramos además con una carpeta que reúne el conjunto de toda la obra sobre papel y cartón que aquí mostramos enmarcada, que es absolutamente, inédita. Nunca se mostró", revela la galerista durante una recorrida por la exposición, horas antes de su inauguración formal.

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Ese conjunto de obra gráfica inédita, de los años 60, está integrado por dibujos y témperas con escenas apocalípticas, referencias a una peste y rostros que, en algunos casos, se basan en obras muy famosas de la historia del arte.

Son 36 obras en total, en soportes y tamaños de todos los períodos de Macció, y revelan algunas de las obsesiones que lo acompañaron durante toda su trayectoria: rostros y cabezas fragmentadas, labios y ojos, algunos "bichos", y referencias al surrealismo, pero también la paleta de colores -rojos, azules, violetas y amarillos: su pintura se impone por sus dimensiones y "por su irremediable belleza"-en palabras del crítico Hugo Parpagnoli-, apartada por sobre todo de la idea tradicional del concepto.

"Macció pintó con la misma pasión toda su vida, desde los 17 años hasta el día en que murió a los 85 años, pero por algún motivo se lo centraliza siempre en la Nueva Figuración -que integró junto a Luis Felipe Noé, Ernesto Deira y Jorge De la Vega- pero eso fueron solo cuatro años de su carrera, por eso no quisimos centralizar ahí la muestra", explica Benzacar, aunque sí aquella referencia (a este episodio ineludible de la historia del arte argentina) está presente pero sólo a través de tres pequeñas obras.

Hay algo visual -elementos, figuras, colores- que encadena con armonía el itinerario por las paredes de la sala. Hay una coherencia en su búsqueda artística: "Macció es pintor de pintores. Es el típico artista que trabaja con la pulsión y la necesidad de pintar. No hay nada conceptualizado ahí y él lo dice en varias oportunidades. La pintura lo trasciende a él, esa necesidad de pintar que lo acompañó toda la vida y que lo define", analiza la galerista.

"Tenemos que preparar todo para la peste", escribió Macció en un pequeño dibujo hecho con grafito y tinta, en los 60, ubicado en el ingreso a la exposición, junto a una hilera de tumbas, ubicadas debajo de dibujos de los símbolos de todas las ideologías religiosas y partidarias, a lo que agregó además una reproducción del famoso "El grito" de Munch. Una tónica sugerente, en blanco y negro, justo en el comienzo del recorrido.

"Es como si hubiera hablado del mundo de hoy. Me pareció que se podía hacer una reinterpretación de esa idea de una peste, que aparece mucho en los años 60, la peste como desgarro existencial", cuenta ahora a Télam la curadora Laura Batkis.

Bautizados en su mayoría "Sin título", los trabajos de Macció llevan nombres como "Niveles", "Bichos" o "Vértigo". No hay una travesía cronológica, ya que el montaje salta de una fecha a otra, y luego retoma otra vez alguna década, que puede ser la de los años 50 o 60, para llegar incluso a una inmensa pintura que realizó un año antes de morir.

"Lo importante en Macció es la pintura -enfatiza la historiadora de arte-. Lo más importante en su búsqueda era la expresión a través de la pintura. Ese es su tema, básicamente. Y siempre está esa cosa del color, de la seducción visual", añade Batkis y asegura que como Macció comenzó de joven a pintar junto a un grupo ligado al Surrealismo, "esa estética se ve mucho a lo largo de toda la muestra".

Los colores planos -según la curadora- denotan su paso por la publicidad, mientras que se reiteran en los bichos del período de sus inicios en Boa, el grupo surrealista ligado a la revista dirigida por el poeta Julio Llinás.

La sensualidad del color, con acordes de una paleta fría y azulada, la podemos encontrar en los trabajos que realizara como parte de los Siete pintores abstractos. Son pares de gamas cromáticas que, como el amarillo y el rojo, reaparecen en varios momentos de su trayectoria.

"Es un referente para todos los artistas argentinos -agrega Batkis-. Y más que nada es el referente de la pintura, el pintor de pintores", repetirá Batkis sobre un artista libre, que explora todas las posibilidades de la pintura, difícil de clasificar por su carácter prolífico y ecléctico.

Según un texto del crítico Roberto Amigo, "el drama de la existencia humana es el tema que vertebra e identifica de manera singular la obra de Macció. Rostros y cuerpos deformados, fragmentados o geminados constituyen la iconografía de lo humano dentro de la realidad autónoma de la pintura, sin alusiones a otros referentes".

En palabras del propio artista, "el arte y la pintura no progresan sino que están en el tiempo como una eternidad incrustada una dentro de la otra", dijo alguna vez este pintor autodidacta, que trabajó desde muy joven en publicidad y diseño gráfico.

En 1963, Macció recibió el Premio Internacional Torcuato Di Tella, y en 1967 el Premio de Honor del LVII Salón Nacional de Artes Plásticas. Representó a la Argentina en dos oportunidades en la Bienal de San Pablo (1963 y 1985) y fue el responsable del envío argentino a la Bienal de Venecia en 1968 y 1988.

Su obra integra numerosas colecciones nacionales e internacionales como las del Solomon Guggenheim Foundation de New York, el Museo de Arte Moderno de Bruselas (Bélgica), el Museo de Arte Moderno de París, la Neue Pinakothek de Munich (Alemania), el Museo Reina Sofía de Madrid, el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (Brasil) y muchas otras.

La muestra de Rómulo Macció "Pinturas y obra gráfica 1957-2015", con curaduría de Laura Batkis, se puede visitar en la sala 1 de la galería Ruth Benzacar, Juan Ramírez de Velasco 1287, Villa Crespo, de martes a sábados de 14 a 19, con entrada gratuita.

Con información de Télam