Mantenerse fresco en los días de mucho calor es fundamental para cuidar la salud y el bienestar, y es posible lograrlo incluso sin aire acondicionado ni ventilador. Pequeños hábitos como ventilar la casa temprano por la mañana y al caer la noche, cerrar cortinas o persianas durante las horas de sol fuerte y elegir ropa liviana, clara y de fibras naturales ayudan a reducir la sensación térmica.
También es clave mantenerse bien hidratado, consumir comidas frescas y livianas y evitar actividades físicas intensas en los momentos de mayor temperatura. Además, existen recursos simples y accesibles que contribuyen a refrescar el cuerpo y los ambientes: duchas tibias, mojar muñecas y nuca, usar paños húmedos o rociar un poco de agua en el suelo y las plantas pueden generar alivio.
Incorporar plantas de interior, priorizar sombras y pasar tiempo en espacios verdes también ayuda a bajar el estrés térmico. Con estas prácticas, es posible atravesar las olas de calor de manera más llevadera sin necesidad de recurrir a aparatos eléctricos. Otra estrategia efectiva para mantenerse fresco sin recurrir a electrodomésticos es adaptar la rutina diaria al clima.
Reducir el uso de artefactos que generan calor como el horno y las hornallas, y optar por preparaciones frías o sin cocción ayuda a mantener la temperatura del hogar más baja. También es recomendable dormir con sábanas de algodón, mantener los pies descubiertos y elegir espacios de la casa más ventilados o con pisos frescos, lo que contribuye a un descanso más confortable durante los días de calor intenso.
Recaudos que hay que tomar en una ola de calor
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Mantenerse bien hidratado: Tomar agua de manera frecuente, incluso sin sentir sed, ayuda a regular la temperatura corporal y prevenir golpes de calor.
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Evitar el sol en horas pico: Reducir la exposición entre las 11 y las 16 disminuye el riesgo de insolación, deshidratación y quemaduras.
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Permanecer en lugares frescos: Buscar ambientes ventilados, con sombra o climatizados ayuda a bajar la temperatura corporal.
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Usar ropa liviana y clara: Prendas sueltas y de colores claros facilitan la transpiración y reducen la absorción del calor.
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Comer liviano: Priorizar frutas, verduras y comidas frescas evita la sensación de pesadez y ayuda al organismo a adaptarse al calor.
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Duchas tibias o frescas: Ayudan a refrescar el cuerpo sin provocar cambios bruscos de temperatura.
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Evitar actividad física intensa: Realizar ejercicio temprano a la mañana o al atardecer reduce el riesgo de agotamiento por calor.
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Proteger a personas vulnerables: Niños, adultos mayores y mascotas requieren mayor control y cuidados durante una ola de calor.
