Un coro desafinado

07 de marzo, 2021 | 00.05

En la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el presidente Alberto Fernández llamó a varias cosas por su nombre, una costumbre que suele generar furia entre nuestras almas de cristal. Recordó la época de la Infectadura, que hoy parece tan lejana, y se sorprendió que luego de acusarlo penalmente por querer envenenar a la población cuando dispuso la aplicación de la vacuna, ahora la oposición lo denuncie porque el supuesto “veneno” que suministra es insuficiente. Otro maravilloso ejemplo de #IndignaciónCapicúa.

El presidente anunció que iniciará una querella criminal contra quienes negociaron el mayor aporte de campaña de la historia disfrazado de préstamo del FMI, “la mayor malversación de caudales que nuestra memoria registra” según sus propias palabras. Más allá del destino incierto que nuestra #JusticiaFabioZerpa de máxima creatividad pueda dar a una denuncia de ese tipo, el presidente aclaró que no está apurado en llegar a un acuerdo con el FMI, una gran decisión de política económica. Negociar con apuro sólo es bueno para los acreedores pero, sobre todo, un acuerdo rápido sería la mejor manera de quitarle responsabilidad a quienes otorgaron el supuesto préstamo, una decisión que violó incluso las normas del FMI y que solo fue posible gracias al apoyo del gobierno de Donald Trump.

Luego de remarcar que el procesado fiscal Carlos Stornelli sigue en su puesto y que el juez Gustavo Hornos se reunía con Mauricio Macri durante su presidencia y luego emitía fallos contra el kirchnerismo, hechos que no parecen atormentar a nuestras almas de cristal defensoras de las instituciones y coso, Alberto Fernández anunció la creación de una comisión bicameral para analizar el accionar de la Justicia. Como era de esperar, esa iniciativa generó un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre periodistas serios, juristas independientes y miembros de Juntos por el Cambio (colectivos que cuesta diferenciar), quienes alertaron sobre la persecución a los jueces y la llegada de esa dictadura tan inminente como esquiva que desde hace más de una década anuncian a través de los medios.

Recordamos con nostalgia cuando el entonces presidente Mauricio Macri advirtió que “los jueces tienen que saber que buscamos la verdad o buscaremos otros jueces que nos representen” y para nuestros medios serios eso no fue una amenaza hacia dichos jueces, ni siquiera una advertencia, sino simplemente “un mensaje”. Un ejemplo químicamente puro de #Léxico.

La represión policial de una protesta en Formosa contra la decisión del gobierno provincial de retornar a la Fase 1 por el crecimiento de casos de coronavirus generó la crítica del gobierno nacional pero también la furia de nuestros medios serios y de Juntos por el Cambio. La presidente del PRO, la ex ministra Pum Pum, se mostró indignada por la represión de la protesta social, un gesto infrecuente en ella, al menos mientras fue funcionaria.

Ocurre que cuando gobierna, nuestra derecha justifica el balazo por la espalda como política de Seguridad, restringe libertades en nombre de guerrillas imaginarias y persigue y espía a opositores con una mesa judicial, mientras que desde el llano se preocupa por la represión policial. Como la ex Ministra Pum Pum, nuestra derecha mejora mucho en la oposición, manteniéndola ahí ganamos todos.

Como ocurrió el 13 de abril del 2016 frente a Comodoro Py, cuando fue citada a indagatoria por el ineludible Dr. Bonadio, CFK volvió a transformar un alegato en un gran discurso político, esta vez en la causa del Dólar Futuro. Ella también llamó a las cosas por su nombre, lo que generó similar furia entre las mismas almas de cristal. Al parecer llamar operadores a los operadores y persecución política a la persecución política pondría en riesgo a la república y coso.

CFK recordó como surgió la causa en cuestión, a partir de una denuncia de los entonces opositores Federico Pinedo y Mario Negri que sólo refería al Banco Central y como Claudio Bonadio, el dueño del bolillero de Comodoro Py, obtuvo la causa y agregó a CFK en la denuncia y luego a Axel Kicillof, por entonces ministro de Economía. Con una premura infrecuente en nuestros jueces federales, Bonadio allanó el Banco Central entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2015, un hecho que podríamos tomar como una clara injerencia del Poder Judicial en el proceso electoral si no supiéramos que la Justicia es independiente.  

Las críticas indignadas al alegato de CFK no se hicieron esperar. Miguel Wiñazki, periodista serio y paciente ambulatorio de la Fundación Alfredo Casero, señaló con una envidiable precisión que CFK “vociferó sobre sí misma durante 48 minutos y 26 segundos” y denunció que haya omitido “toda referencia a los muertos argentinos por la pandemia y al escándalo de la vacunación de privilegio”. Compartimos la indignación del reconocido cronista. Es más, en su alegato CFK solo habló de la causa judicial omitiendo mencionar la caída de Constantinopla en manos de los otomanos y la gran hambruna de Bengala del año '43. No volvieron mejores.

Por su lado, tanto Antonio Laje como Jony Viale, Eduardo Feinmann, Luis Majul y el resto del coro estable, admitieron que la del Dólar Futuro es “una causa política”, “floja de papeles” e incluso “absurda” pero todos consideraron indignante que Cristina haya tratado de “cómplices” a los jueces. Como un barco fantasma que recorre los mares sin tripulación, estaríamos frente a una causa judicial ilegítima que avanza sin responsables.

Niños, no lo intenten en sus casas, se podrían hacer daño.

Imagen: Miembros de La Cámpora se preparan para tomar el poder (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)