María Castillo de Lima rapea en la opera Kassandra, en pleno teatro Colón. ¿Está rapeando en el principal escenario argentino, ante la presunta “elite cultural”? Sí. ¿Y lo hace como si estuviera en los barrios más populares de su querido La Plata, aun en ese icónico lugar? Sí. A puro talento, arranca aplausos que como un torbellino se llevan puesto aquel primer silencio incómodo que murió en un segundo.
Esa ovación se repetirá cuando inunde la sala con su voz de soprano, esa que conmovía igualmente cuando era tenor. Está contando una historia de las que más le gusta contar. Esas que inquietan y hacen pensar. Que mezcla la mitología griega con la actualidad, el género urbano con la música clásica y los suburbios con el lujo.
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Cuando dejó de ser el tenor Felipe, para ser la soprano María, no solo fue una elección de vida sino un gran trabajo personal para modificar su registro vocal y reeducar todo lo aprendido, algo que solo ella logró hasta hoy
Su talento está al servicio de su objetivo predilecto: romper cualquier estructura rígida y opresiva, en cualquier lugar que sea. “Esta es una Opera muy nueva, que se terminó de componer el 2 de julio, hace nada, y lo genial es que tenga esa posibilidad de incluir las estéticas musicales modernas, para sacudir un poco algunas visiones conservadoras y permita llegar a otro público”, asegura en charla con El Destape, la también compositora, pianista y docente del Conservatorio “Gilardo Gilardi” de La Plata, que también fue distinguida como Personalidad Destacada de la Cultura por el Concejo Deliberante de La Plata en 2019.
“El público se sorprende-amplia- cuando en un momento desde la sombra empiezo a rapear un relato tan descarnado como el de Kassandra, que tiene que ver con el mito griego, pero también con una cuestión de la actualidad. Entonces el autor propone una mezcla de dos mundos: el de la antigua Grecia y el mundo de una trabajadora sexual trans que está en un país donde no sabe hablar el idioma y habla en un inglés muy malo, muy roto, para poder comunicarse y subsistir. Como si fuera la reencarnación de aquella Kassandra mitológica”.
Sus inicios y la importancia de la educación pública
María nació en San Pablo, Brasil, hace 39 años. Es la primogénita de tres hermanos de un albañil argentino y una cocinera brasileña. La música siempre estuvo presente, pero no como una profesión sino para matizar una típica casa de clase trabajadora de La Plata de principios de los noventa. En las sobremesas de las reuniones familiares nunca faltaba la guitarra y el canto, como modo de unir y festejar.
Eso fue desarrollando en ella una pasión que la llevó a aprender a tocar el piano como autodidacta con un libro que iba a buscar a la biblioteca popular de José Hernández, libro que muchos años después le regalarían cuando ya como estrella de Opera era condecorada en la capital bonaerense. Pero volviendo a sus principios, el click se dio cuando pudo ingresar al conservatorio de La Plata, del cual hoy es docente con 16 horas cátedra de la materia: Repertorio lírico cabalístico. “Es una pequeña forma de devolver todo lo que me dio”, cuenta.
“Fue fundamental para mí el hecho de la educación pública porque recuerdo que una clase de piano salía 10 pesos en ese momento que serían como 10 dólares y no lo podía pagar mi familia, porque eso no comer ese día”, revela. “Me acuerdo que se daban números y que se hacía una cola larguísima tenías que estar ahí toda la madrugada. Finalmente pudo entrar y me desenvolví artística y musicalmente muy rápidamente. De hecho como ya había aprendido sola me adelantaron un año ni bien entre, a partir de ahí empecé a componer y trabajar con cantantes adultos con apenas 15 años”.
A los 16 escribió “Lira” su primera ópera (tiene 3). Con 22 ya era parte del coro estable del Teatro Argentino de La Plata y al año estaba haciendo protagónicos. Pero su llegada al máximo escenario nacional fue en 2010, primero como refuerzo tras ganar un concurso lirico en Mendoza, y desde el 2013 ganó su lugar estabilidad cuando concursó por su en el coro, con su anterior registro (hoy tiene los dos).
Su propia transformación
Cuando dejó de ser el tenor Felipe, para ser la soprano María, no solo fue una elección de vida sino un gran trabajo personal para modificar su registro vocal y re educar todo o aprendido, algo que solo ella logró hasta hoy: “Estaba en el registro de tenor que es el registro más agudo masculino y luego pasé al registro mas agudo femenino que es el de soprano, eso se dio con mucho trabajo interno. Fue a partir de la creación de un nuevo estatuto o reglamentación sobre el cambio de cuerda, donde crearon una cláusula en la cual cualquier persona del coro a lo largo de su carrera como corista del teatro puede pedir un cambio de cuerda: a veces la voz va cambiando más allá de que la persona cambie o no de género, sino con el paso de los años. La voz se puede volver más grave o más aguda, depende de cada uno”. Todo esto sucedío después de ganar el Concurso Internacional de Canto de Opera Mendoza de Verónica Cangemi, este evento fue el puntapié inicial para todo lo que sucedió luego dentro del Teatro Colón”.
Lima, quien en diciembre de 2022 fue invitada a cantar el himno en el aniversario por la Recuperación de la Democracia junto a artistas como Lgante y Miss Bolivia, entre otros, cuenta que el camino que recorrió para lograr la aceptación y la igualdad “tuvo sus complejidades”, pero “El tiempo siempre es el que termina diciendo la verdad”, asegura con una voz entre dulce y comprensiva.
Y en ese sentido amplía: “Fue algo muy complejo desde todo punto de vista. No desde lo artístico, sino dentro de la institución tan patriarcal y tradicionalista como lo es el Teatro Colón. Esta institución conserva a veces algunas maneras de pensar y de actuar que ya son bastante arcaicas, entonces, que surge una personalidad como la mía que se sostenga en el tiempo a partir del estudio y el trabajo, no es fácil”.
La ópera que vuelve al pueblo
Pero lo rupturista en ella no está solo en su imagen y su canto, sino en lo que quiere trasmitir. Castillo Lima asegura que en su visión la ópera no puede quedarse como un género inerte y solo apuntando a una minoría, sino todo lo contrario. “De hecho en el Renacimiento la música lirica comenzó en los mercados, donde la gente iba a comprar sus provisiones por eso lo de tirar tomates, y recién a comienzos del siglo XX se torna una cuestión más elitista”, ilustra.
“La ópera siempre fue y debe ser del pueblo. Por eso, cuando las políticas culturales acercan el arte lírico se ve cómo la gente lo agradece y se engancha. Yo he ido a cantar a barrios de emergencia del fondo de la ciudad de La Plata y vi como los niños y niñas se interesan. El pueblo está ávido de arte y de que se los incluya en algo que pareciera que es solo para unos pocos. Por eso yo siempre trato de salirnos del frasco en el que estamos y acercarnos lo más posible a todo el mundo, y de esa manera mostrar que la ópera es un arte que sigue vivo, que se sigue moviendo y tiene que seguir hablándole a ese pueblo que iba a escuchar en los mercados y no a una pequeña porción presuntamente iluminada”, señala magistralmente Lima.
No obstante, Lima asegura que “todavía hay mucha resistencia en este ambiente” Y agrega: “Quizá hoy la resistencia aparezca más soslayada porque hubo muchas modificaciones legislativas al respecto, pero aún hoy hay mucho clasismo en cuanto a quién debe apuntar el teatro lirico. Muchos están contentos cuando es para pocos”.
Más allá de esta mirada, se esperanza con “las nuevas generaciones” que según su visión “permitirán que un futuro no muy lejano estas cuestiones ya no generen resistencia” y “el arte volverá a acompañar al ser humano, en su vida y su transformación y no en algo acartonado, casi un fósil. como suele pasar con el arte académico”.
Críticos de arte y de vida detrás de un teléfono
Fuera del escenario y en tiempos de redes, ella sabe que existen los tristemente célebres haters y que asegura que los lee y de esa forma los enfrenta desde la creatividad. “Digamos que eso no me amedrenta, sino que al contrario, me da más fuerza para seguir desafiando, porque el arte tiene siempre esa parte combativa, de luchas y de encontrar en esa lucha, la verdad“, cuenta.
Y sobre su cambio de voz detalla: “Cuando empecé a cantar y cambié la cuerda de tenor mucha gente decía que no lo iba a poder sostener en el tiempo y que la voz no me iba a durar, y la verdad me permite cada vez más y mejor, me siento cada día plenamente más desarrollada en lo artístico y en lo personal”.
Digamos-amplía- que aunque la resistencia siempre estuvo, yo la fui combatiendo con trabajo constante y lo que termina haciendo a la resistencia añicos, porque después la gente se sienta, me escucha, me conoce y solo queda el arte”.
“Quizá sea una forma de enseñar desde la resiliencia, con permanecer en una postura. Una postura de avance, de demostrar, que no todos los caminos socialmente estipulados como correctos son los caminos que conducen a una realización plena del ser, sino que a veces, hay otras maneras que según el prisma de la vida de cada uno van a ser siempre maneras diferentes de llegar hacia la realización personal”
Hoy , mientras prepara giras por Europa y Latinoamérica, la artista sigue plantando bandera en sus ideales y sabe que van mucho más allá de lo logrado: “Amo el arte que hago y amo la estética que propone pero también amo y me proporciona a mí siempre una inquietud constante de ver hasta dónde se puede llegar y hasta dónde se pueden cambiar algunas cosas o por lo menos plantear una nueva forma de pensar algunas cuestiones”.
Y cierra: “Siempre voy a elegir mover estructuras vetustas. Realmente, a veces veo cara de personas que están en jaque después de ver un espectáculo mio, quedan como suspendidos en un hilo procesando lo que vivieron. Se sorprenden de una persona de mi condición pueda desarrollarse plenamente en una estética de arte tan difícil. Si supieran que todo empezó porque creí en mí, seguí mi deseo, y que la educación pública dio lugar a todas esas posibilidades. No habría Maria Castillo De Lima, sin la educación pública y sin las leyes que son orgullo de nuestra nación y ejemplo para el mundo”.