La segunda ola de coronavirus: las respuestas del Gobierno y del macrismo

13 de abril, 2021 | 05.00

Desde hace al menos tres meses se anunció lo que hoy está ocurriendo: la “segunda ola” reviste carácter de gravedad. Esta tiene varias facetas que se inicia con el número de personas infectadas, definir cuáles son las medidas más eficaces a implementar para morigerar su impacto, la necesidad de conseguir más vacunas, la capacidad del sistema sanitario y más allá del círculo de la salud, saber qué sucederá con la economía que lentamente estaba dando signos de recuperación con algunas perspectivas moderadamente optimistas.

Un combo complejo porque la incertidumbre merodea ante cada emergente y genera los cuestionamientos, frente a lo que en realdad nadie sabe exactamente cómo se desenvolverá. En esas circunstancias, las vacunas aparecen como el salvavidas al cual aferrarse. El gobierno actuó con celeridad en el tema y logró conseguir un número de dosis que le permitió iniciar y no detener el proceso vacunatorio. Falta mucho, pero el ritmo de vacunación diario, que el sábado último superó las 245.000 dosis aplicadas, abre las puertas a que el sistema pueda alcanzar el máximo de sus posibilidades según se definió desde el Ministerio, esto es la aplicación de 5 millones de dosis al mes.

El factor endógeno, salir a comprar vacunas y lograr una eficiente aplicación, se cumplen; pero entran en juego aquí los factores exógenos: la disposición de vacunas es el dato más duro a enfrentar. Todos los días escuchamos noticas en torno al conflicto mundial que se está desarrollando acerca de la venta y compra de las dosis y de su escasez, y también a las políticas restrictivas de los países centrales en torno de compartir la distribución con el resto del mundo.

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No sucede nada ajeno a las políticas comerciales sobre mercancías, solo que creíamos que la vacuna en este contexto, no debería asumirse como otra mercancía más. Del mismo modo, la negativa a la apertura de las patentes; parece poco posible que ello suceda, pero eso no responde exclusivamente a la política de los laboratorios obviamente reacios a perder las ganancias que ello implicaría, sino al contexto mundial dominado por una lógica de globalización neoliberal. Quizás en un mundo con mas regulaciones estatales o de organismos internacionales, el resultado pudiera ser otro.

Por otra parte, restan dos cuestiones: las políticas que acompañan a la vacunación y la situación de la economía. El gobierno anunció una restricción a la circulación de 0 a 6 de la mañana y limitaciones en el uso del transporte público entre otras medidas. En lo económico el gobierno sabe que los márgenes de acción son riesgosos: si “cierra” en demasía corre peligro cierto repunte; si no actúa, la cuestión sanitaria se puede tornar grave. Sabe que maneja ese andarivel y por ello no arriesga definiciones taxativas.

Para decidir los cierres, el gobierno de Alberto Fernández apeló a los consensos con los gobernadores y el Jefe de Gobierno de la CABA; hace un año nos parecía importante señalar que el Presidente ordenó el ASPO y la ciudadanía casi no lo cuestionó y en gran medida acompañó la medida. Ahora, el escenario no es el mismo y de allí la necesidad de tejer consensos antes que imponer decisiones. Para quienes solicitan mayores cierres en pos de un cuidado de la salud de todos, y comparto esa perspectiva, deben tener en cuenta que el consenso es un bien escaso y de alcance temporal limitado. Es más, tampoco es hijo del miedo: los contagios se incrementaron de manera preocupante en los últimos días y, sin embargo, no observamos que esa situación haya ampliado el apoyo a nuevas restricciones.

Escapemos a las miradas reactivas para explicar la generación la aprobación o no de las restricciones; parece mejor pensarlas en clave política. Y allí sí ingresa de lleno el rol de la oposición, esto es de Juntos por el Cambio, liderados por el macrismo. Reconozcamos una desventaja con la que deben lidiar: no pueden colocar como ejemplo su reciente gestión del gobierno nacional.

El Macrismo no nos ha legado ninguna política de consideración de la que pueda sentirse portador y le brinde la oportunidad de presentarla en el espacio público; para que el escenario les sea aún más difícil, cargan con haber degradado nada menos que al Ministerio de Salud; no debe ser fácil sentirse censurado de iniciar un argumento con “en nuestro gobierno…” para luego dar una muestra de eficacia en la gestión pública.

Privados de esa estructura argumental, el macrismo ha optado por el tremendismo y no pocas veces por la mentira. En lugar de señalar puntos precisos de la gestión sanitaria del gobierno para criticar o pedir cambios, critica con la misma precisión que cualquier persona de a pie puede hacer el comentario mientras hace la fila para ingresar al banco.

Esa pereza intelectual ha llevado a varios de sus miembros a comprar al presidente Fernández con un dictador y a su gobierno con uno antidemocrático. Ha declamado en medios de comunicación sentencias cuya sostenibilidad apenas alcanzan las horas, disfrazándolas de denuncias, cosa que no son porque estas se deben presentar ante autoridad competente y no en un programa de cable. Para sostener esos argumentos sí se preocuparon de hacerse de un número considerable de periodistas y empresas de medios dispuestos a ocupar ese lugar, cuyas consecuencias en la profesión creo que aún no alcanzamos a ver.

En esas declamaciones aparecen recurrentemente el ejemplo que debe seguirse del país X, cuyo resultado que se presenta como exitoso descubrimos horas después que tiene problemas semejantes a los nuestro o incluso peores.

Hace unos días un dirigente macrista la pasó muy mal cuando entrevistado por una periodista en radio, ella le señaló la falsedad de algunos de esos argumentos; puestos en debate, caen por su propio eso. Pero esa actitud cuasi beligerante le dificulta al gobierno establecer un diálogo que permite medias consensuadas.

Quizás Rodríguez Larreta está mas a favor de algunas restricciones, pero son sus propios compañeros de ruta, quienes le está comenzando a limitar su acción; a fin de cuentas, el cerco mediático del que goza, solo fue roto por el mismísimo Mauricio Macri. Muy lejos en el tiempo quedó aquella colaboración anunciada pro el macrismo. Ahora sólo veremos cálculos con la mirada puesta en las elecciones. Lo sufrirá la sociedad y habrá que ver si les resulta en las urnas.