Argentina bajo azote

Por Jorge Kreyness,  secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Argentina

15 de agosto, 2024 | 13.21

Después de varias frustraciones parlamentarias, finalmente, el Presidente ultraliberal y neofascista Javier Milei logró imponer en el Congreso la denominada “Ley Bases” la cual, junto al Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23, constituyen lo central de su programa de gobierno. Esas normativas incluyen el plan de privatizaciòn de buena parte de la estructura estatal, la desregulaciòn de la economìa y las finanzas del paìs, un règimen que favorece las apropiaciòn por inversores extranjeros de los ingentes bienes y recursos naturales del paìs y la cesantìa de decenas de miles de trabajadores del Estado, en el marco de una fuerte recesiòn econòmica donde resalta el fuerte alza del precio de los alimentos y otros productos de primera necesidad, combinado con una elevada inflaciòn que no cesa.

Un infierno, que venìa sufriendo los embates de una intensa movilización popular que llenó las principales plazas y avenidas, de dos paros nacionales convocados por las centrales sindicales y de una gigantesca demostración universitaria en contra de los recortes al presupuesto de las casas de estudio. Pero en el dìa clave en que se debìan aprobar o rechazar los mencionados proyectos legislativos, y una multitud rodeaba el edificio, un gigantesco operativo de represiòn se puso en acciòn logrando disolver la manifestaciòn y desatando al caer la noche una verdadera cacerìa humana que terminò con la detenciòn de màs de treinta personas. Miles de uniformados de la Policìa Federal, de la Gendarmerì Nacional, de la Prefectura Naval y de la Policìa de Seguridad Aeroportuaria, junto a la Policìa de la Ciudad de Buenos Aires, y muchos agentes no uniformados, la emprendieron violentamente contra el pueblo, golpeando y arrojando gases, gas pimienta y balas de goma, incluso contra algunos diputados que intercedìan para lograr el cese de la violencia represiva. Todo ello mientras dentro del recinto se tejían los acuerdos con los parlamentarios “dialoguistas”, no demasiado prolijos, que finalmente dieron su voto y aprobaron los mandatos oficiales.

Argentina amaneció al día siguiente con un andamiaje legal que modifica regresivamente la cultura polìtica del paìs, con los espacios pùblicos prácticamente militarizados y con màs de treinta presos y presas que solo ejercìan el constitucional derecho a la protesta. Quedó establecido un Estado gendarme e instalado el terror en una sociedad sorprendida por tanta imposiciòn despiadada y cruel de un capitalismo desprovisto de toda condición humanista. El Presidente acusò a los manifestantes de “terrorismo” y de promover un “golpe de Estado”. Pasado màs de un mes de aquellos sucesos, la mayorìa de los detenidos fueron liberados por orden judicial, pero dos de ellos aún siguen en prisiòn, Patricia Arredondo y Roberto de la Cruz Gòmez, contra quienes se descarga una baterìa de artìculos del Còdigo Penal con eje en acusaciones de “intimidaciòn pùblica” y “atentado contra la autoridad”.

Y mientras tanto, las fuerzas de oposiciòn, que despuès de la derrota electoral quedaron con una crisis de representaciòn polìtica, se enfrascan en debates sobre còmo enfrentar al gobierno, en los cuales aparecen tanto intentos de confrontaciòn, cómo vacilaciones y repliegues. De hecho, una particular mezcla de un liberalismo desaforado y dogmàtico y de la instalaciòn de un Estado policìaco, de tintes fascistizantes, està azotando a la Argentina, que queda con un gobierno conformado orgànicamente por representantes locales de los mayores fondos de inversiòn globales y de las corporaciones que aspiran a esquilmar los recursos del paìs para beneficiar su tasa de ganancia.

En materia de polìitca exterior, el gobierno se alinea con las ultraderechas de diversos paìses centrales, sean éstas gobierno u oposiciòn, abraza a Zelensky de Ucrania y respaldan el genocidio israelì contra el pueblo palestino. Aun en contra de los intereses nacionales ataca brutalmente a China y Brasil, los principales socios comerciales del país y pone toda clase de palos en la rueda a los procesos multilaterales de unidad latinoamericana y caribeña. Apenas iniciado su mandato rechazò la invitaciòn de los BRICS, resuelta en Johannesburgo, de sumarse a ese club de paìses que desarrolla una polìtica de cooperaciòn y abre paso a una nueva arquitectura financiera internacional, dejando al paìs a merced de los fondos de inversiòn, del sistema del dòlar y del FMI. En torno a la cuestiòn de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwichs del Sur y las aguas circundantes, histórica bandera de Argentina contra la ocupaciòn del Reino Unido, que tiene allì una poderosa base militar y organiza ilegalmente la explotaciòn de los recursos marinos, la postura oficial de hecho renuncia a las demandas soberanas reconocidas incluso en la ONU.

Sin embargo la base social del engendro gobernante es limitada y pasiva y en la medida que se desarrolle una subjetividad popular que impulse una alternativa política y social transformadora, se podría avizorar un deterioro crìtico del engendro gobernante y un horizonte de esperanza, de democracia plena, de justicia social y de soberanía nacional. No para volver a un pasado fallido, sino para encontrar nuevos rumbos, que deberàn estar estrechamente vinculados a las naciones hermanas de la regiòn y a los espacios que se disponen a construir un mundo más justo, multipolar y policèntrico.