En su paso por el gobierno de Córdoba en la década del noventa y pese a numerosas pruebas que le eran acercadas por organismos de Derechos Humanos y denunciantes, el nuevo ministro de Defensa Oscar Aguad ascendió, defendió y trató de mantener hasta último momento al jefe de Inteligencia de la policía de Córdoba, Carlos Yanicelli, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.
En 1996, "El Milico", como es conocido en Córdoba, se desempeñaba como Ministro de Asuntos Institucionales del gobierno de Ramón Mestre. En aquel entonces, Yanicelli, apodado Tucán Grande en los centros clandestinos de detención, gozaba de su reciente ascenso, promulgado por el propio ministro, como jefe de Inteligencia de la Policía de la provincia.
En aquel año, el ex policía Luis Urquiza, quien fue secuestrado, torturado y desaparecido por un mes y medio por haberse negado a realizar ilícitos en el Departamento de Informaciones (D2) que lideraba Yanicelli en la época de la dictadura cívico-militar, y acusado de integrar el ERP, regresó al país de su exilio en Dinamarca, donde vivió como refugiado político de Naciones Unidas. Al llegar, Urquiza notó la presencia de Yanicelli en los medios por sus actividades al frente de la Policía y comenzó a denunciarlo públicamente: "Él figuraba en el Nunca Más de la CONADEP y ya contaba con un procesamiento en 1987 que luego se cayó por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida", relató en diálogo con El Destape Urquiza.
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Ante ello, el ministro Oscar Aguad decidió llamar a Urquiza a su despacho, para conversar sobre Yanicelli, o más bien, para defenderlo: "Aguad me dijo que desconocía el pasado de Yanicelli, uno de los más reconocidos torturadores de la provincia. Mencionó que era un buen policía y que estaba haciendo una buena tarea", detalló.
Lejos de llamarse a silencio, el ex policía decidió redoblar esfuerzo y comenzó a denunciar en los medios de comunicación la complicidad del gobierno de Mestre y Aguad y las amenazas que estaba recibiendo por parte de ex militares, cuando recibió una nueva citación del hoy ministro de Defensa: "En la segunda reunión Aguad me pidió que me callara la boca y bajara el perfil que estaba teniendo, que dejara de ir a los medios a denunciar a Yanicelli porque de lo contrario no iba a poder garantizar mi seguridad", describe veinte años después, Urquiza.
Después de la segunda reunión que mantuvo con Aguad y tras las amenazas que sufría a diario, Urquiza y su esposa decidieron regresar a Dinamarca, ya en 1997, para volver a instalarse allí, dado que la propia gobernación de Córdoba no podía garantizarle la seguridad.
Sin embargo, la historia no terminaría allí. Pocos días antes de regresar y ante el revuelo que tomaba el caso, Aguad hizo un tercer llamado a Urquiza, esta vez para intentar retenerlo a toda costa: "Me llamó para pedirme encarecidamente que no me fuera porque ellos pagarían un costo político muy alto, y me ofreció seguridad, trabajo y una casa para que me quedara en el país", denuncia Urquiza, quien gracias a su testimonio en los juicios por delitos de lesa humanidad se logró condenar a cientos de genocidas que actuaron en Córdoba.
El propio denunciante también acusó a Aguad en el juicio realizado contra Jorge Rafael Videla y Benjamín Menéndez en Córdoba en 2010. Al recibir la noticia, Aguad negó categóricamente haber encubierto a Yanicelli y otros 100 genocidas que cumplieron tareas en su policía y aseguró que "nunca se protegió a nadie. Le hicimos un sumario y Yanicelli fue dado de baja".
Sin embargo, los documentos a los que accedió El Destape desmienten categóricamente las versiones del hoy ministro de Defensa: además de figurar previamente en el Nunca Más y contar con un procesamiento en 1987, Aguad había recibido en 1996, un año antes que se saltara el escándalo, una interpelación del diputado Atilio Tazzioli sobre la participación de Yanicelli en la represión ilegal y había salido en defensa del genocida: "En julio de 1996, el diputado Tazzioli se lo planteó en el recinto de la Legislatura. En esa oportunidad, el ministro no contestó a esa pregunta, aunque a los pocos días dejó deslizar que no contaba con los mismos datos que los presentados por el legislador", sostuvo en su edición de mayo de 1997 el diario La Voz del Interior, artículo que fue borrado del archivo online del periódico cordobés.
A su vez, es necesario destacar que Urquiza, quien se convirtió en el primer exiliado en democracia, no fue el único que denunció la complicidad de Oscar Aguad sobre genocidas: ese mismo año, el propio fiscal de Estado Alberto Zapiola le relató a Mestre personalmente las atrocidades que figuraban en el expediente de Yanicelli, a lo que el entonces gobernador, sorprendido, le confesó: "No puede ser, si El Milico dice que es uno de los nuestros, que es de confianza". La conversación fue publicada por el periodista y escritor Mariano Saravia en su libro La Sombra Azul, donde se relata los exilios de Urquiza.
Otros denunciantes de Yanicelli en los meses previos a que saliera a la luz el caso Urquiza fueron familiares de víctimas del terrorismo de Estado, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y el propio Carlos Charlie Moore, un ex militante del ERP que había identificado en 1980 a Yanicelli como uno de los principales represores de Córdoba, unos 17 años antes que Aguad dijera desconocer el pasado del entonces jefe de Inteligencia Criminal de su gobierno.