Una moderación a la reactivación

05 de mayo, 2021 | 05.00

El aumento del salario mínimo de un 35 por ciento dividido en siete cuotas, es otra demostración de la prudencia y moderación con que el gobierno está administrando los ingresos de la población, bajo tres ideas rectoras, una de ellas relativa a las posibilidades de las empresas de afrontar subas salariales, y sin traslados a costos; otra vinculada a las chances de que un “excedente” de pesos vaya al dólar, y una tercera vinculada a las expectativas inflacionarias.


En relación a esta última, aun cuando por sexto año consecutivo el salario mínimo quedará por debajo de la inflación, los demás acuerdos salariales cerraron incluso por guarismos menores a ese 35 por ciento, para ajustarse a la meta inflacionaria oficial del 29 por ciento anual, que a esta altura luce como altamente improbable.

Así, salvo Construcción, que acordó un 35,8 por ciento, y Metalúrgicos, con 35,2, los demás gremios cerraron paritarias en índices cercanos al 30 por ciento (Bancarios con 29, Cárnicos 30, Comercio 32 y Docentes bonaerenses 32). Sin embargo, ello no llevó a una disminución de las expectativas del mercado, que por caso, desde el ENAC, la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales sin vinculación con las consultoras acusadas por Guzmán de generar expectativas inflacionarias, se estimó en un 44,7 por ciento, en base a su último informe realizado con datos de sus pymes afiliadas.  

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Empresas y dólar

El segundo elemento, vinculado a la capacidad empresaria de enfrentar mayores salarios, se sostiene en la innegable realidad de que muchas pymes podrían verse afectadas por un mayor incremento. Sin embargo, no menos real es que el gobierno ya contempla a las empresas que tengan facturaciones con variación interanual negativa, mediante el Programa de Recuperación Productiva 2, y que el traslado a precios resulta cuanto menos debatible al observar la conducta de los grupos oligopólicos con demandas de productos y servicios inelásticas (donde el precio no incide demasiado en su consumo, como por ejemplo los alimentos), quienes aumentan los precios desde hace seis años con paritarias a la baja. En tanto, las empresas de menor porte, fundamentalmente pymes, deben mantenerse competitivas en medio de la actual recesión, que actúa como limitante para su intención de remarcar precios.

En el caso del dólar, el planteo del ministro Martín Guzmán es que el mayor circulante de pesos finaliza en el dólar subiendo el precio del mismo, no tanto a causa del grueso de la población, urgida en adquirir artículos de primera necesidad, sino por los comercios, servicios, e industrias que reciben estos pesos. Dicho planteo podría ser inflexible meses atrás, cuando la falta de divisas no contaba con la explosiva suba de las materias primas, es decir el 50 por ciento de las exportaciones argentinas, que le dejarán al país unos 10.000 millones de dólares adicionales, ni con los DEG por valor de 4.500 millones de dólares que el FMI le proporcionará a nuestro país como parte del programa mundial de asistencia Covid. Dos elementos que, si el país planea renegociar la deuda con el FMI, podrían ampliar la oferta sin recurrir a fuertes devaluaciones que impacten sobre los precios.

Así, en una economía cuyo PBI se mueve en un 75 por ciento por el consumo interno, la ya muy concreta proyección de que por cuarto año consecutivo los salarios perderán con la inflación, lleva a un gran interrogante sobre cómo será la salida de la crisis legada por la alianza Cambiemos y profundizada por la pandemia, más aún si se tiene en cuenta que el contrato electoral se sostenía bajo el lema de “empezar por los últimos para llegar a todos”.
Los efectos pudieron de hecho cuantificarse esta semana, cuando el Indec informó que las ventas en supermercados durante febrero, bajaron un 5,8 por ciento interanual, mientras que la facturación en los grandes centros comerciales o shoppings retrocedió ese mes un 32,4 por ciento frente a igual período de 2020.  

En este sentido, no es casual que en el Informe N° 35 del prestigiosos Centro Cifra de la CTA, distribuido en la semana, se sostenga que “Aun sin omitir las dificultades derivadas del contexto y de la herencia recibida, la política económica no parece constituirse, por lo menos hasta el momento, como el vehículo de la recuperación económica tras la profunda crisis que azotó a la economía argentina”, añadiendo que “parece insinuarse la necesidad de avanzar en medidas de estímulo fiscal y monetario en lugar de la moderación de la política económica actual. De lo contrario la salida de la crisis va a encontrar avances y retrocesos, como lo demuestran las variaciones mensuales negativas durante el mes de febrero de la producción industrial y la construcción. Más aún en el contexto de la segunda ola que puede detener o aminorar la incipiente reactivación económica”.

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Julián Blejmar

Graduado en Comunicación y Economía por la Universidad de Buenos Aires y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Desarrolló su labor como periodista económico en las publicaciones Página/12, Miradas al Sur, Forbes, y como columnista económico en los noticieros del canal CN23. Autor del libro “José Ber Gelbard”, Universidad de General Sarmiento, 2019.