Claudia Vuelve, notable novela collage del escritor argentino Julián Gorodischer trae nuevamente al centro de la atención a la mítica revista Claudia, de la Editorial Abril (1957-1976), y se centra en su período de declive que coincidió con la muerte del General Juan Domingo Perón, el ascenso de Isabel Martínez de Perón al poder y la previa al Golpe del '76, el capítulo más terrorífico de la historia argentina. La redacción de Claudia -del género "revista femenina"- libra sus propias batallas y enfrenta a la redacción ante una oscura tormenta sociopolítica que sobrevuela la Argentina. En diálogo con El Destape, el autor profundiza los motivos que lo llevaron a "revivir" la histórica publicación.
- ¿Cómo se te ocurrió la idea de traer al centro de la acción y en una novela, a la revista Claudia?
La primera vez que oí nombrarla fue cuando inicié mi carrera periodística en la revista femenina Luna, que salió en el año 1997, y se proponía tomar algo de la impronta que tuvo Claudia. De hecho,en Luna, había algunas supervivientes de la histórica publicación, que era considerada un mito por la revolución que produjo: ampliar y diversificar la manera en la que se mostraba a las mujeres en las revistas femeninas.En aquella revista había artículos de cultura y grandes plumas, tenía contenido para leer y aprender. Dentro de las publicaciones argentinas tiene una historia larguísima, desde 1957. En ese marco, el libro se posiciona en el período de su declive final de 1974 a 1976, en las vísperas del último golpe cívico militar.
Volviendo a la pregunta inicial, una de las cosas que me atrajo mucho, a la hora de escribir Claudia Vuelve, fue pensar en los debates actuales sobre la cercanía de los medios al poder político y vincularlo a la situación de protagonismo que atravesó la revista con la llegada de Isabel Martínez de Perón al poder.
- Eso se comprende a la perfección en la novela, con la parte que refiere alnúmero especial dedicado a Isabelita.
¡Isabelita “Mujer Claudia”! Si bien me niego a aclarar cuáles fueron las situaciones ficcionales creadas para la novela y cuáles sí ocurrieron, el caso que comentás pasó tal cual y de manera no explícita dejo pruebas de ello. Recortes periodísticos de tapas de diario, artículos, materiales que le dan verosimilitud a la novela y ayudan a recrear la época. Por eso me gusta decir que es una novela collage.
- En estos últimos años la figura de Isabel Martínez de Perón cobró relevancia en la cultura popular con la obra teatral Happyland o la película Una casa sin cortinas, ¿a qué creés que se deba este interés por un personaje tan extraño de nuestra historia?
Es cierto, Isabel está en el aire. Y justo estos dos trabajos excelentes que mencionás ayudaron a iluminar una zona del imaginario colectivo que estaba en las tinieblas. Uno de los argumentos que podría darte es que se debe a que Isabel es una mujer no funcional a las causas actuales del feminismo. La primera presidenta mujer del mundo no es una buena marca para iluminar, porque desacredita y da lugar a los juegos de generalización tan propios de la cultura machista y patriarcal.
- De hecho, en uno de los ejes del documental de Julián Troskberg, Una casa sin cortinas se plantea que Isabel quizás fue la primera víctima de la última dictadura cívico militar, ¿lo ves así?
Me cuesta pensarla como víctima y esto mismo se deja entrever en la novela ya que ella eligió rodearse de las cúpulas militares y, si uno revisa los diarios de la época, el componente de la lucha armada militarizada contra la subversión no era solo una noticia omnipresente en las tapas de los diarios. No fue torturada y su reclusión fue en una mansión; fue más una presa simbólica, que una presa política.
Hablemos de la tensión política entre la revista Claudia y el Gobierno de Isabel.
En la novela está exacerbada al punto de generar humor, más como una exageración. Las mesas chicas y autoritarias siempre dan voz a personajes más díscolos, como Paola en Claudia Vuelve. Hay juegos de tensiones en los personajes, el libro está atravesado por internas y está tamizado de tal forma que no permite condenas morales a los personajes, incluso a los que llegan a colaborar con la imagen de López Rega.
- En plena revolución de las femineidades, ¿qué lectura hacés del mercado de revistas ‘para la mujer’ actual?
Claudia significó un islote único en la historia del periodismo argentino. No hay otra experimentación formal en una publicación de género, donde lo oculto se une a lo popular y lo masivo. Pensá que los lectores y lectoras de Claudia estaban muchísimo más formados por la literatura, entonces disfrutaban, por ejemplo, un perfil de dos o tres páginas sobre una escritora, redactado por Olga Orozco. Los géneros en la revista nunca eran subestimados, ninguna página era de relleno: desde bazar al correo íntimo.
Sinceramente considero que el género está languideciendo. Con el contexto del mundo actual y el avance de las causas feministas hay un desprecio hacia las publicaciones de género femenino. Están asociadas a un estadio ‘pre feminista’.