Julia Zenko, íntima: "Sufrí a algunas personas antisemitas"

La cantante habló sobre su vínculo con Mercedes Sosa, el antisemitismo, la superación del cáncer de mama, su compromiso feminista y sus próximas presentaciones.

04 de mayo, 2022 | 12.13

Julia Zenko se presenta en Torquato Tasso los jueves 5 y 12 de mayo con dos apuestas muy diferentes. En diálogo con El Destape Web, la cantante habló sobre sus próximos shows, su vínculo con Mercedes Sosa, sus comienzos en la música, su historia con el cáncer de mama y cómo la afectó el antisemitismo.

¿Qué se puede adelantar de los shows en Torquato Tasso?

- El jueves 5 de mayo voy a estar ahí con Guillermo Fernández cantando solo tangos. Y el 12 de mayo voy a estar con mi trío, que la rompe; son grosos: Leandro y Agustín Marquesano y Diego Gazzaniga. Voy a hacer temas de casi todo mi repertorio: mi disco nuevo (Vuelvo a ser luz) y otros. Un repertorio ecléctico, va a haber de todo. Son dos shows totalmente diferentes en el mismo lugar.

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¿Y cómo te llevás con esto de combinar los clásicos, que tenés un montón, con lo nuevo? ¿Te cansas de cantar algún clásico?

- Cuando subo al escenario es un ida y vuelta, quiero que la gente oiga las canciones que tiene ganas de escuchar. Por supuesto que nosotros desde arriba del escenario siempre tocamos clásicos como Con las alas del alma, Carta de un león a otro, Me enseñaron todo mal. Son canciones que la gente siempre quiere oír y que forman parte de mi repertorio de tanto tiempo. También está el público al que le gusta el folklore y canto Déjame que me vaya, que hice una versión preciosa. Siempre queremos imponer las nuevas canciones pero en más de una hora y media, una hora cuarenta no entran canciones de todos mis discos; son muchos. Y la verdad es que no me canso de cantarlas porque cada presentación es diferente y nunca las canto igual. A veces con piano solo, a veces con el trío, siempre le encuentro algo diferente. Me piden mucho Honrar la vida también, que no la grabé en ningún disco, pero saben que la canto.

Sí, sos como una cantante de clásicos nacionales. Estás asociada, un poco como Mercedes Sosa, a las canciones que son como himnos en Argentina.

- Claro, eso sucede porque muchos de mis discos tienen que ver con elegir canciones que principalmente me gustan y van con mi forma de pensar y filosofía de vida. Nunca canto una canción porque pienso que va a pegar en la gente aunque a mí no me pasa nada. No, jamás hago eso. Nunca lo hice ni lo haré. Me tiene que gustar a mí, me tiene que pasar algo cuando canto esa canción. Como soy intérprete y no soy compositora, tengo la libertad de elegir lo que canto. Bueno, los compositores también tienen la libertad de poder cantar lo que quieran, más allá de sus propias canciones. La libertad es un derecho que tenemos que utilizar todos y todas. Pero la verdad es que hago versiones de canciones que fueron grabadas. Yo tengo un disco que se llama Mi Libertad, que lo produjo Luis Gurevich musicalmente -quien habitualmente labura con León Gieco- y allí hice canciones folklóricas que cantaba Mercedes. Así como La Charo (quien publicó un álbum en homenaje a Mercedes Sosa), lo único que no la nombraba a ella en la tapa. Pero las personas que tuvieron ese disco se dieron cuenta. Soy pan, soy paz, soy más, Razón de vivir, todas canciones que Mercedes había cantado. En el texto del librito del disco había una dedicatoria a ella y a mi concuñado desaparecido. Fue un disco especial cuyo criterio principal era dedicárselo a esas dos personas.

No me quiero ir de Mercedes, con quien has compartido muchos momentos artísticos. ¿Cómo fue tu vínculo con ella?

- Fue hermoso. Empezó desde muy chiquita, jovencita, sin que ella lo supiera. Yo la admiraba y la imitaba en la secundaria, en las fiestas tocaba la guitarra -bastante mal (risas)-, cantaba y me disfrazaba de ella. Teníamos un color parecido, Mercedes siempre tuvo un color vocal particular, hermoso y no tenía agudos, no era soprano. Mi hermano fue el primero que me acercó material de Mercedes y yo me volví loca con Duerme, negrito, El violín de Becho. Tengo un cassette guardado como una reliquia, que mi hermano trajo de Brasil en la época en que no se podía conseguir material de ella en el país. Se llamaba El Arte de Mercedes Sosa y yo lo escuchaba y cantaba con ella.

Después el destino quiso que la conociera personalmente a través de su hijo Fabián Matus, que la trajo a una presentación mía y a partir de ahí ella me empezó a invitar a cantar. Justamente ayer me acordaba de cuando me invitó al Luna Park por primera vez y después me invitó a México, Israel, Nueva York. Era del grupo de León, de Víctor, de Teresa. Tuve la suerte de estar al lado de Mercedes en su momento más glorioso, cuando ella tenía esa voz tan importante, potente, era un momento donde ella estaba sana, feliz y laburaba un montón. Pude entablar también una amistad, iba a su casa a mirar la tele, una peli, a tomar el té, a tomar un vinito a la noche; ella era una anfitriona increíble. Fui muy afortunada por tener ese contacto con ella y me pude despedir, que fue muy importante para mí.

¿Cómo fue esa despedida? Lo que quieras contar.

- Cuando ella ya estaba en coma, internada, su hijo Fabián permitió a todos sus seres más queridos, ese grupo que siempre estábamos con ella, entrar a la habitación para despedirnos. Entré con su nieta Araceli, con quien sigo teniendo contacto permanente, y estaba ahí tan hermosa, peinada con unas hebillitas, dormidita. Me acerqué y la olí como hacía siempre, tenía un olor familiar, a abuela, no me preguntes por qué pero me gustaba su olor. Le di un beso, le agradecí, le dije algunas palabras cerquita y eso se lo agradezco un montón a su familia.

¿Tenés alguna anécdota ya sea emotiva, graciosa que hayas vivido con ella o algún consejo que te haya dado?

- Sí. Fue un consejo importante. Habíamos ido a cantar al Lincoln Center y fue mi primer viaje a Nueva York, estaba muy entusiasmada y más allá de eso era cantar nuevamente con la más grande de todas. Fuimos con León, creo que estaba Peteco Carabajal; pero el tema es que mi valija nunca llegó al aeropuerto de allá y yo me había comprado un vestido especialmente para esa noche. Mercedes me dijo que me vaya a comprar algo porque no tenía nada, caminé por las calles de Nueva York y compré un vestido que encontré, que no me convencía mucho. Además nadie me daba bola, yo preguntaba y nadie me respondía, horrible. Cuando estábamos probando sonido llegó mi valija, que tuve que pagar. Después me contaron que hacían desaparecer las valijas a propósito para pedir rescate. Viste, “Estados Unidos”.

Sí, siempre se nos acusa de esas mañas a los argentinos y mirá.

- Claro, viste. No todo lo de afuera es mejor. Los que viajamos mucho podemos asegurar que en muchos lados suceden cosas pero bueno, no importa. No hablemos de política.

El tema es que llega la noche del concierto, me puse mi vestido, mis zapatos. Era una época en la que tenía extensiones, mis uñas largas esculpidas, vestido medio escotadito, minifalda, medias ajustadas. Siempre antes de empezar el concierto iba al camarín de Mercedes y a veces me retocaba un poco con su maquillaje, le encantaba a ella. Bueno, llego al camarín, abro la puerta y le digo: “Qué suerte. Llegó mi valija, este era el vestido que me compré”. Ella me mira de arriba a abajo y me dice: “Nena, nunca compitas con tu voz”. Y a partir de ahí empecé a tomar conciencia de que lo más importante que tengo yo es mi voz, más allá de la ropa, las uñas, la pintura. Fue un consejo que me ha acompañado siempre.

Volviendo a donde estábamos hoy, me decías que sos intérprete y no compositora. ¿Nunca te animaste a escribir o no lo publicaste?

- Hace mucho que no me pongo a escribir pero tuve épocas, aunque nunca pensando en canción. No me vienen melodías a la cabeza. Hay dos canciones: Mal de Luna con Gurevich, que me pidió que le mandara algo que tenía escrito y él le puso la música; está en YouTube la canción. Otra que debe andar por ahí es una canción que compuse con el padre de mi primera hija, Marcelo San Juan, que creo que se llamaba Rumbita Nuestra. Algo escribí, pero soy intérprete. Soy una actriz que canta.

A lo largo de tu carrera hiciste un montón de géneros musicales, ¿qué fue lo primero que cantaste?

- Uy, qué difícil. Todo mi comienzo profesional tiene que ver con cosas anteriores a la grabación de mi primer disco. Una cosa es la carrera discográfica y otra es la carrera desde cuando yo subía a escenarios y me pagaban, eso fue de adolescente. Salía de quinto año y mi mamá me llevaba a un teatro que se llamaba Armando Discépolo y subía al escenario con Virginia Lago, Onofre Lovero, Víctor Hugo Vieyra y Hector Gióvine y hacíamos La Ópera de Dos Centavos con textos y canciones de Brecht. 

Después, con la compañía discográfica Poligram en el 83, la canción que me marcó en la gente fue Carta de un león a otro de Chico Novarro.

Has estado en muchas ocasiones con Las Elegidas. ¿Hay intenciones de que ese evento vuelva a hacerse?

- Ojalá. Nos encantaría. Un número bastante importante de ese concierto nos seguimos viendo. Por ejemplo, con Fabi Cantilo me veo por separado del grupo de Las Elegidas pero ya le dijimos “Dale, Fabi. Vení a las reuniones”. Con Sandra (Mihanovich), Lucía (Galán), Marilina (Ross), Patricia (Sosa), Marcela (Morelo) siempre soñamos con volver a hacer algo juntas. En un momento tuvimos la fantasía de hacer una película, sería genial. Pero bueno, hay que organizarlo y ver. Por ahora nos juntamos en algún restaurante, en nuestras casas como reuniones de amigas.

En las redes se puede ver que se juntan bastante, ¿hay alguna anécdota divertida o algo que se pueda contar de esas reuniones de divas de la música?

- No, lo que pasa en esas reuniones no se puede contar en público (risas).

Ah, es top secret.

- Sí, sí.

Con Patricia has hecho avistamientos de ovnis, ¿no? ¿Cómo fue eso?

- Sí, muchas de nosotras. Patricia tiene una casa en Capilla del Monte, hemos estado en su casa y hecho avistamientos. Fue muy hermoso todo.

Hace unos años estuviste bastante involucrada en la causa por el aborto legal y la lucha feminista. ¿Qué te interpeló para visibilizar esa lucha?

- La vida. La necesidad de que todos y todas seamos libres y podamos elegir de quién enamorarnos, qué hacer con nuestro cuerpo. La libertad. Recuerdo que cuando se legalizó el matrimonio igualitario me convocaron para cantar Honrar la vida, me encanta el momento histórico que me toca vivir, con esta posibilidad que tenemos de poder elegir con quien estar. Tengo muchos años y he podido vivir de cerca el sufrimiento de las mujeres que tuvieron que abortar por diferentes motivos y vivirlo a escondidas, tener miedo a que te metan presa, es muy duro. 

También soy una persona activa con Abuelas, con la búsqueda de los nietos, los desaparecidos, el tema de la identidad. Son derechos que tenemos que utilizar. Lo hago porque siempre voy a estar del lado de la libertad y la justicia.

Julia Zenko lanzó su primer disco de estudio, Vital, en 1983.

¿Viste que mucha gente tuvo que adaptarse a este cambio de paradigma que hubo en los últimos años? Pero no fue tu caso.

- Totalmente. Sí en lo que tengo que adaptarme, que no me cuesta nada por la edad que tengo, es con el tema de la relación con el otro en una pareja. Yo fui educada para conformar, en mi caso, al hombre. Fui educada así: la mujer que salía a la noche era una p-u-t-a y el tipo era un canchero. Vengo de ahí, pero no me costó para nada. Tengo dos hijas mujeres que de chicas les enseñé todo lo que a mí me parecía, más allá de mis mandatos. Ellas tienen un pensamiento similar al mío, mucha amplitud de cabeza.

¿Cómo hacías para hacer frente a esa realidad que era bastante más opresiva para las mujeres que hoy en día?

- No tuve demasiado problema en ese sentido. No tuve problemas para cantar por ser mujer.

¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

- Y, más o menos. Hay días. Cuando siento que me cuesta un montón agacharme o pararme digo “ay, la puta madre”. También es porque no hago ejercicio y esas cosas, soy medio vaga con ese tema. Trato de cuidarme y, volviendo a lo que me dijo Mercedes en su momento, mi voz está intacta. Entonces profesionalmente el paso del tiempo no me afecta, pero sí en la vida común. También, muchas veces uno se pone a pensar cuánto queda hacia adelante y ya no ves tanto como treinta años atrás.

¿Sos nostálgica?

- Sí, me gusta recordar las cosas lindas y que me hagan acordar, tengo un temita con la memoria (risas). Igual soy de vivir el aquí y ahora, el presente, que es lo único que existe. No soy esa persona que dice que todo tiempo pasado fue mejor. Este, este es el mejor momento porque estoy viva, hablando con vos.

Has contado en varias ocasiones que superaste dos veces al cáncer de mama. Más allá de lo personal, ¿cómo lo atravesaste a nivel social? ¿Sigue el tabú por esta enfermedad?

- Cada vez menos por suerte. Cuando yo era chica decir “cáncer” era sinónimo de muerte y no se la nombraba a la enfermedad. Se decía: “Uy, tiene eso” o “Tiene la papa”. Yo hablo en pasado porque no lo tengo, estoy sana. Me vino dos veces y la segunda en plena pandemia. Me pasa que quiero mandar a todas aquellas personas que la están transitando toda la buena energía y decirles que en mi caso lo descubrí por mis chequeos. El cáncer de mama cuando lo agarrás a tiempo es curable.

Cuando me operaron a mí por segunda vez, estaba en época de hacer notas para presentar un disco vía streaming y no hablaba en esas notas de mi operación. Lo hablé con mi terapeuta y le dije que cada vez que terminaba una entrevista me empezaba a doler la cabeza y llegué a darme cuenta que era porque no estaba diciendo algo que tenía adentro hasta que lo empecé a decir y se me fueron los dolores. Como dice la canción de Piero: “Hay que sacarlo todo afuera como la primavera, no vaya a ser que adentro algo se muera”. Está bueno poder decirlo: tuve cáncer de mama.

Un poco con eso tiene que ver con el tabú, ¿no? Eso mismo hace que a algunas personas les de vergüenza, miedo..

- Sí. Bueno, con el tema del HIV también. El miedo a hablarlo, decirlo. Mucha gente sufriendo por tener esa enfermedad que ya desde hace un tiempo hay una medicación y podés vivir toda la vida como el diabético o el hipertenso.

Bueno, dejemos las enfermedades atrás. Leí que tu abuelo cantaba en templos, ¿puede ser?

- Eso me contó mi papá. Cuando yo nací mi abuela ya no estaba, pero según mi papá era actor aficionado y cantaba en templos, no sé si lo hacía en Polonia o acá en Argentina. Para mí allá, porque no había empezado la guerra ni la persecución en esa época. Así que la parte de cantante, actriz debe venir por ahí, como en el caso de mi hermano actor, Juan Zenko. 

¿Cómo es tu vínculo con la religión?

- Bueno, soy judía pero no practico. No hago ayuno, me junto con mi familia a comer pero como un día más, respeto a los creyentes y religiosos. No estoy de acuerdo con el fanatismo, en ninguna religión. El fanatismo es sinónimo de peligro, en todos los aspectos, no solo en la religión. Lo que sí, lamentablemente sufrí a algunas personas antisemitas cuando era chica. Tenía un noviecito que me preguntó cómo era mi apellido y yo le dije Trzenko -yo le saqué la t y la r para que sea más fácil de pronunciar- y me dice "Ay, ese apellido de dónde viene". Le dije que mis abuelos eran rusos y polacos. “Ah, ¿pero vos sos judía?”, me dice y le digo que sí. “¿Por qué no me lo dijiste?”. Entonces ahí dije: “¿Tengo que andar con un cartel? ¿Con las estrellas esas que les ponían en los campos de concentración a los judíos?”. Nunca más lo vi, obviamente.

Mi papá también lo sufrió. Yo lo conocí a mi papá como Roberto hasta que un día veo que el firmaba “I. Trzenko” y le pregunté por qué ponía I en vez de R. Me dijo: “Te voy a contar. Yo no me llamo Roberto, me llamo Israel. Pero cuando era chiquito me cargaban con el nombre, me decían ‘judío de mierda’. Entonces empecé a decir que me llamaba Roberto y quedó”. Nosotros como familia lo empezamos a llamar por su verdadero nombre de grande, empezamos a decirle Israel. Muy loco, porque mi mamá le decía Roberto.

Próximas presentaciones de Julia Zenko

  • Jueves 5 y 12 de mayo en Torquato Tasso.

  • 15 de mayo en la Feria del Libro.

  • 15 de junio en el teatro de la AMIA.